2030 ¿Un mundo (aún) mejor?

No cabe duda que las noticias negativas son privilegiadas por los medios de comunicación. Nuevos racismos, terrorismo, oleadas migratorias con desgarradoras escenas, narcotráfico, desastres ambientales, cambio climático, crisis financieras y bursátiles, etcétera. Todo ello se sucede y apenas nos da tiempo de tomar un respiro.
En medio de todo esto, me parece que, pensando en nuestros hijos y nietos, debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿Alguien está ocupado en proveer a la humanidad un horizonte favorable para los miles de millones de habitantes que pueblan este maravilloso planeta? Es demasiado (son demasiados seres humanos) lo que está en juego como para que no haya una visión adelantada de un mundo mejor para todos. Es por ello que, más allá de las coyunturas alarmantes y escandalosas, se impone salir de esta trampa y mirar lejos por un mundo mejor. Y para mi tranquilidad y la de mis lectores, constato que una parte importante del mundo se ha ocupado del tema, dándole forma y contenido a una Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
En efecto, en 2012, Naciones Unidas inició un proceso de consulta entre los países miembro para formular una ambiciosa agenda que atienda aquellos aspectos que en los Objetivos del Milenio no se pudieron alcanzar o no fueron incluídos. Quizás el aspecto más destacable de esta agenda que iniciaría en 2015 lo sea el énfasis en iniciar políticas para un «desarrollo sostenible» que permita al individuo mantener un estado de bienestar, pero en forma prolongada.
Un aspecto a resaltar es que la ONU reconoce que es necesario identificar el trabajo como la fuente de ingreso de los individuos, cuestión que no había incluido en los Objetivos del Milenio. Los trabajadores han superado la línea del 1.25 dólares diarios; sin embargo, aún tienen un ingreso bajo. El crecimiento no ha incluido a algunos sectores, particularmente a los jóvenes que enfrentan tasas de desempleo elevadas.
Por otra parte, expresamente se reconoce que los beneficios del crecimiento no han sido iguales para todos, situación que debe corregirse de fondo, propiciando empleo remunerado y productivo, partiendo de la realidad de una sociedad cada día más urbana en la cual el 70% de la población habita en ciudades, las cuales concentran la mayor parte de la pobreza extrema.
Sin lugar a dudas, hablar de un mundo en el que prevalezca el desarrollo sostenible solo se puede alcanzar, en la medida en que se atiendan una multiplicidad de factores. Ello explica que la agenda 2030 esté compuesta por 17 objetivos, todos ellos importantes. Quizás resulte un tanto tedioso leer todos, pero considero necesario relacionarlos uno por uno, pues solo así comprenderemos la magnitud y complejidad del reto en que el mundo parece haberse embarcado.
* Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo.
* Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y   promover la agricultura sostenible.
* Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades.
* Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos.
* Lograr la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas.
* Garantizar la disponibilidad de agua y su ordenación sostenible y el saneamiento para todos.
* Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos.
* Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos.
* Construir infraestructura resiliente, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación.
* Reducir la desigualdad en y entre los países.
* Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.
* Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles.
* Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.
* Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible.
* Proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres.
* Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles.
* Fortalecer los medios de ejecución y revitalizar la alianza global para el desarrollo sostenible.
Seguramente al ver esto, la reacción inicial sea de escepticismo, dado que parecería que alcanzar estos objetivos en un plazo de 15 años nos ubicaría casi en un mundo ideal. Este escepticismo, sin embargo, puede ser acotado, si repasamos ciertos esfuerzos similares hechos en el pasado, en particular los que tuvieron que ver con los Objetivos del Milenio que, si bien no fueron alcanzados en su totalidad, sí dieron lugar a indicadores alentadores.
En China, la proporción de habitantes que vivía con menos de 1.25 dólares en 1990 bajó de 60% a 12% en 2015. En el sureste asiático la reducción fue menor, de 51% a 30% y en África subsahariana sólo de 56% a 48%. Aun con la diferencia entre unos resultados y otros, ninguno es desdeñable.
México ha cumplido la mayor parte de los Objetivos del Milenio, sobre todo en analfabetismo, que bajó de 4.6% en 1990 a 1.2% en 2012, y mortalidad infantil que se redujo en 24%. En el combate a enfermedades crónicas, ha tenido un avance del 85% respecto a la meta planteada frente al VIH.
El tema de los Objetivos del Milenio es polémico y, en ese sentido, ha sido objeto de críticas, de las cuales yo enfatizaría aquellas que señalan que si bien buscaron reducir pobreza (y se logró en buena medida), no consiguieron construir prosperidad, que es la única fórmula para dejar la pobreza atrás en el largo plazo. Lo mismo en cuanto a que, habiéndose logrado crecimiento, no se haya alcanzado un mayor desarrollo.
Ahora se trata de poner en un lugar prioritario a los esfuerzos relacionados con el cambio climático, la impartición de justicia y el combate a la impunidad y la corrupción y adoptar políticas públicas tendientes a favorecer la inversión en tecnología e innovación, privilegiando por encima de todo cualquier política que mejore la educación. En el tema de salud, la mayor esperanza de vida nos coloca frente al imperativo de dar atención a enfermedades crónico-degenerativas derivadas del envejecimiento.
Todos estos retos se vuelven un mayor desafío si tomamos en cuenta que habrán de perseguirse en un ambiente de desigualdad y conflicto y que implicarán una importante transformación interna de los gobiernos, lo que significará importantes niveles de inversión. Igualmente, supondrán un significativo componente de rendición de cuentas que abone en su credibilidad, sensiblemente erosionada. No hay de otra: un mejor mundo, solo con mejor gobierno.