¿Qué es el síndrome de Reye y en qué consiste?

Algunos padres de familia que desconocen esta situación ponen en grave riesgo la salud de sus hijos al proporcionarles medicamentos con dicha sustancia para aliviar las molestias que traen consigo las enfermedades antes señaladas, como fiebre o dolor de cabeza; además, como estos productos son de libre acceso, el riesgo es aun mayor.
Por lo anterior, es importante considerar que la toma de esta sustancia durante periodo de infección viral origina aumento en los niveles de amoniaco y acidez en la sangre, a su vez, la cantidad de azúcar desciende, el hígado se inflama y desarrolla depósitos de grasa, en tanto que el cerebro presenta hinchazón, lo que puede derivar en convulsiones, estado de coma y muerte del órgano.
Los síntomas del síndrome de Reye se presentan aproximadamente una semana después de que el paciente ha sufrido alguna enfermedad causada por virus, los cuales incluyen náusea y vómito constantes seguidos de pérdida de la capacidad para mantenerse alerta, sueño insoportable, confusión, alucinaciones, cambios en la personalidad, desorientación, visión doble, dificultad para hablar, comportamiento agresivo y convulsiones.
Dicho síndrome, que fue descrito por primera vez en 1963 por un patólogo australiano, pasa por las siguientes etapas:
Estado 0. El paciente experimenta recuperación aparentemente normal de una infección viral, pero repentinamente presenta náuseas y vómitos; su funcionamiento mental aún no sufre alteraciones. Estado 1. Horas o días después el niño puede manifestar hiperactividad y dificultad para mantenerse despierto. Estado 2. Puede aparecer delirio o aturdimiento. Estados 3 al 5. Aparecen convulsiones y/o estado de coma, afecciones que pueden agravarse hasta culminar con la muerte. En estos casos el diagnóstico temprano es indispensable, el cual será realizado con base en los síntomas antes citados y confirmado a través de análisis de sangre, hígado y del líquido cerebroespinal. En cuanto se tenga esta información se debe ofrecer tratamiento inmediato, mismo que incluye aplicación de glucosa y soluciones que contrarresten la acidez sanguínea, pero si el problema se complica será necesario auxiliar al pequeño con un ventilador para que pueda respirar y, en algunos casos, se efectúa cierto proceso quirúrgico que permite reducir la inflamación del cerebro.
Asimismo, se requiere administrar por vía intravenosa medicamentos anticoagulantes para prevenir la formación de cúmulos de sangre espesa en alguna parte del cuerpo a causa de la permanencia prolongada en cama. En ocasiones es necesario suministrar antibióticos para tratar posibles infecciones bacterianas.
Cabe destacar que cuando se recibe atención temprana aproximadamente 80% de los pacientes se recupera, pero ello depende de la gravedad de las alteraciones y de su velocidad de progresión, así como de la cantidad de amoniaco en la sangre y presión dentro del cráneo. Quienes sobreviven a la fase peligrosa por lo regular se reponen, aunque aquellos que presentan convulsiones corren el riesgo de padecer, más adelante, cierto daño cerebral, como retraso mental, movimientos musculares anormales o alteraciones en ciertos nervios.
En 1897 el farmacéutico alemán Félix Hoffman descubrió las propiedades del ácido acetilsalicílico, principio activo que desde entonces ha sido uno de los más utilizados para aliviar el dolor, controlar la fiebre y hasta prevenir infartos; no obstante, sus valiosos beneficios debe considerarse que su uso durante algún proceso infecciosos causado por virus aumenta el riesgo de que se presente síndrome de Reye.

Por esta razón, cuando sus hijos padezcan enfermedades virales, como resfriado, gripe, influenza, varicela o sarampión en lugar de ofrecerles medicamentos a base de ácido acetilsalicílico o salicilato, opte por los que contengan acetaminofeno o ibuprofeno, pues estos controlan dolor y fiebre sin el riesgo de causarles complicación alguna.

Por último, considere que los medicamentos de libre acceso que contienen dicho principio activo incluyen un aviso que advierte sobre el riesgo de ocasionar síndrome de Reye, de ahí la importancia de que los padres lean las instrucciones de uso antes de administrarlos a sus hijos y utilicen otras fórmulas para no correr riesgos innecesarios.