Galardonan al artista Roberto Fabelo con el doctorado ‘honoris causa’

Para el artista plástico Roberto Fabelo (Guáimaro, Cuba; 1950) una ciudad sin arte y sin cultura es inconcebible, porque eso la convertiría en un espacio frío, fantasmagórico y sin vida, en un universo vacío, desierto e impensable. “Por suerte, el arte tiene una permanencia constante en la vida del hombre”, dijo a un Diario de circulación nacional el artista plástico, momentos antes de recibir el doctorado honoris causa por la Escuela Bancaria y Comercial, por su trabajo plástico y su presencia artística en México.

Esa presencia que fue posible gracias a la mano de Arnold Belkin, el artista plástico de origen canadiense, que en 1985 lo invitó a México para enriquecer y afianzar su trabajo figurativo forjado por la naturaleza, la crítica social, el análisis del pensamiento humano y una mitología plagada de seres fantásticos que conforman una literatura del arte.

“Para mí, el arte y la cultura son cada vez más importantes. Por eso no imagino una ciudad poblada por edificios de concreto, sin el espíritu y la presencia de las artes. El arte es como los árboles y como la risa de las personas: inherente a la existencia”, apuntó el artista que ha recibido las medallas Alejo Carpentier, Abel Santa María y Juan Marinello, cuya obra yace en museos como el de Arte Moderno de México y el de Arte Latinoamericano de Los Ángeles.

De acuerdo con el crítico Peter Clothier, la obra de Fabelo despliega una extensa gama de asociaciones que convierten al artista en un poeta que trabaja la metáfora, cuya obra “indaga en la naturaleza del deseo, llena de perturbadoras percepciones del temor, el dolor, la culpa y el sufrimiento”, donde el artista se asoma incómodamente a las heridas emocionales, psicológicas y psíquicas ocultas bajo la tersa superficie exterior de nuestras vidas.

De ahí que su obra rebose de figuras aladas, algunas casi descarnadas, seres fantásticos con cabezas de pájaro, rostros con señales de putrefacción, ángeles con cabeza de hoja, gallos de gran tamaño, montados por mujeres pájaro llenas de sensualidad, o cuerpos marinos con alfileres clavados en su espalda, hasta formar un universo propio donde se funden erotismo y fantasía.

Sin embargo, sobre su acercamiento al arte mexicano, Fabelo se autodefine como un creador con formación académica que ha desarrollado su labor en torno a la imagen del hombre y su relación con la naturaleza, edificado sobre la base del dibujo.

“Sobre todo soy un artista de carácter figurativo que trabaja el tema del hombre y su relación con la naturaleza, con el entorno de México, que en mí ha tenido una gran influencia con su cultura milenaria, moderna y contemporánea, así como de su magia que no he sabido descifrar del todo”, apunta el artista que por ahora trabaja en una exposición para el museo Ludwig Forum Koblenz, de Alemania.

Arte popular

Pintor, dibujante, grabador, ilustrador y escultor, Fabelo nació en Guáimaro y ha ilustrado importantes obras de la literatura universal como Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez; y El Quijote, de Miguel de Cervantes, así como numerosos libros para niños y jóvenes.

Sin embargo, acepta que su primer acercamiento con el arte fue la cera de los panales de las abejas. “Con eso empecé a imitar a aquellos animalitos que veía en mi torno, luego con la arcilla. Diría que esa fue la génesis de mi interés posterior por el arte y seguramente influyó en los temas, de tal suerte que la naturaleza, las leyendas y una mirada a la filosofía y la cultura universal, me llevaron a trabajar sobre esos temas y ese mundo que he mencionado antes”.

¿Cuál es su relación artística con México? “Puedo decir que cuando vi la Coatlicue me pareció una imagen de todos los tiempos, no de ayer, sino de hace siglos, de hoy y mañana. Además, me parece que el arte popular mexicano es una de las formas que más me ha impactado, por su visualidad enigmática, sin dejar de lado a artistas como el propio Belkin y José Luis Cuevas, a quienes conocí de cerca, entre muchos más que no podría enumerar”.

Por último, ¿qué momento vive Cuba en este momento? “Siento un amor por mi país y mi cultura. Cuba es mi pasión, pero pienso que en estos tiempos hay un momento de evolución, progresión y madurez con las inevitables preguntas… pero me siento optimista y estoy seguro que la cultura será un ingrediente de peso en su futuro”.