Lo que debe comer un estudiante

Si bien las necesidades nutricionales del organismo varían de un individuo a otro, es posible diseñar una dieta que resulte útil y aplicable al grueso de la población estudiantil, en la que se elijan los alimentos que cubran los requerimientos para obtener resultados satisfactorios. En primer lugar, tomemos en cuenta que un estudiante debe seguir una dieta que contenga vitaminas y minerales que le permitan aumentar o mantener su capacidad de concentración y estudio, al tiempo que se refuerzan los aportes de energía si la actividad física es alta.
Los nutriólogos indican que una dieta equilibrada contiene 55% de carbohidratos, 35% de grasas y de 10 a 15% de proteínas. Es así que podemos preparar un menú sumamente saludable combinando los elementos anteriormente mencionados tomando en cuenta la siguiente información: Carbohidratos. En el estudiante son sinónimo de energía, razón por la cual no deben faltar en el menú diario. Lo mejor es consumirlos mediante fruta (higo, plátano, sandía, manzana, fresa, papaya, durazno, pera, naranja, piña y mango), vegetales, cereales, pasta, arroz, papa, maíz (incluso en forma de tortillas), frijol, trigo (en pan, pastas y harinas integrales) y avena. Mucho cuidado, pues su consumo excesivo puede desencadenar obesidad y celulitis, además de acentuar diabetes y problemas en corazón. Grasas. Su consumo moderado es de gran utilidad, ya que son responsables de diversas funciones, como absorber algunas vitaminas, así como almacenar y distribuir la energía que el organismo necesita. Los nutriólogos contemplan dos tipos de grasas: saturadas, que se encuentran en carnes rojas y la mayoría de los productos lácteos, huevo y embutidos; e insaturadas, presentes en aceites vegetales (de oliva, cacahuate, maíz, soya y girasol), aguacate, pollo, pescado y frutas secas, entre otros. La gran diferencia entre ambas es que las primeras favorecen la acumulación de colesterol «malo» (LDL por sus siglas en inglés) en las paredes de las arterias, limitando con ello el libre tránsito de la sangre, pudiendo ser éste el origen de trastornos cardiacos, como infarto. En cambio, las grasas insaturadas forman otro tipo de colesterol, al que llamamos bueno (HDL), que ayuda a eliminar el acumulado en las arterias. De manera que el consumo excesivo de grasas saturadas es uno de los factores que desencadena la denominada hipercolesterolemia, es decir, exceso de colesterol en la sangre.
Proteínas. Contribuyen al buen estado de músculos, tejidos, enzimas y hormonas, así como al mejor rendimiento físico, de ahí que se debe consumir diariamente, por lo menos, 1 gramo de proteínas por cada kilogramo de peso; sin embargo, hay que tener cuidado, pues al ingerirlas en altas cantidades se almacenan en forma de grasa. Se encuentran en huevo, leche, queso, carne roja, pescado, aves, arroz, papa, lentejas, granos, trigo, maíz, soya y algas. Habiendo dejado claro qué es una dieta balanceada, tomemos en cuenta que hay otros nutrientes que son igualmente imprescindibles en la alimentación diaria del estudiante, entre los que debemos mencionar:
Minerales. Elementos básicos que desempeñan un papel muy importante en las funciones vitales del organismo. Se dividen de acuerdo a las necesidades del organismo, por ejemplo, si éstas son pocas se llamarán oligoelementos, entre los que se pueden mencionar magnesio, cobre, zinc, molibdeno, manganeso, cobalto, flúor, azufre y cloro; los localizamos, sobre todo, en pescados y mariscos, carne, legumbres, pan integral y huevos.