Cómo atender y prevenir quemaduras

Las quemaduras son un tipo específico de lesión en la piel provocada por calor, tanto por la acción directa de una flama como por entrar en contacto con cuerpos líquidos, sólidos o en forma de vapor a alta temperatura, aunque también suelen generarse con la corriente eléctrica, sustancias químicas y exposición prolongada al Sol. Como es de apreciarse, estas heridas son producto de descuidos y accidentes, por lo que potencialmente todos los seres humanos pueden padecerlas, aunque hay mayor incidencia en niños debido a que tienen menos experiencia y precaución en la manipulación de planchas, sartenes, agua caliente, fósforos o encendedores.
Las quemaduras se clasifican en grados, dependiendo del daño que generan en los tejidos, y cada una requiere cuidados específicos para lograr su mejoría; por ello, es importante aprender a atenderlas, distinguirlas y reconocer su origen, ya que cuando la lesión es grave puede poner en peligro la vida de la persona y exige la acción oportuna a través de primeros auxilios. Las quemaduras pueden originarse por diversos agentes, a los cuales se agrupa en cuatro grandes grupos, a saber:
Agentes físicos. En esta categoría se encuentran planchas, estufas, carbón, leña, líquidos hirvientes (agua, aceite, sopa), vapor y flamas.
Sustancias químicas. Ácidos (clorhídrico, sulfúrico, acético), cáusticos (sosa, cal viva o potasa, utilizada en limpiadores), corrosivos (fósforo, metal sódico) y adherentes, como el alquitrán. Corriente eléctrica. Altas descargas también pueden ocasionar lesiones en la piel. Radiación. En esta categoría encontramos a rayos solares o los infrarrojos mal empleados en centros de belleza. Asimismo, las quemaduras se clasifican en distintos tipos, los cuales reflejan de manera ascendente la gravedad de la lesión que han sufrido los tejidos:
Primer grado. Cuando se ve afectada sólo la parte superior de la piel o epidermis, por lo que se muestra enrojecida (con eritema) y genera dolor e hinchazón moderada (edema).
Segundo grado. Son aquellas en las que se presentan eritema y daño de los estratos de la piel más profundos (dermis), alcanzando a los pequeños capilares sanguíneos; en estos casos se generan ampollas denominadas flictenas. Hay dolor intenso e inflamación que se extiende a zonas aledañas.
Tercer grado. Es cuando la piel muere y luce acartonada y seca; asimismo, se encuentra expuesta la carne viva, hay ausencia de dolor (insensibilidad) y no hay ampollas, debido a la destrucción de terminaciones nerviosas y vasos sanguíneos
También se habla de un cuarto grado para aquellos casos en que se produce la carbonización de la parte afectada y sufren daño estructuras profundas, como tejido adiposo, músculos y huesos.
Toda quemadura de segundo grado requiere vigilancia médica, y las de tercer y cuarto grado deben ser reportadas inmediatamente como emergencia para que se inicie el manejo adecuado cuanto antes, disminuyendo así la posibilidad de perder líquidos y de sufrir daños más severos en los tejidos, dando lugar a deformidades y atrofias.

Por otra parte, cabe mencionar que existe otro parámetro utilizado para valorar la gravedad de una quemadura: su extensión. Este criterio se basa en el porcentaje de tejido lesionado con respecto a la superficie cutánea total y a la extensión de las distintas regiones corporales.

Se considera que la piel de la cabeza representa cerca del 9% del total, al igual que la de cada uno de los brazos, en tanto que una pierna o las partes posterior y anterior del tronco, cada una, poseen 18% de este tejido. Finalmente, los genitales están cubiertos sólo por el 1%.

Si la superficie afectada es inferior al 20% en el adulto y al 12% ó 15% en el niño, se dice que la quemadura es localizada; empero, cuando es más amplia se le llama extendida; los efectos de este segundo tipo no son locales, sino también generales, ya que puede haber repercusiones graves en el funcionamiento global del organismo, como deshidratación y daños en riñones por la pérdida de líquidos, que pueden tener consecuencias fatales.

¿Qué hacer?
Las quemaduras más frecuentes ocurren durante incendios, accidentes automovilísticos, juegos con fósforos, velas o pólvora, almacenamiento inapropiado de gasolina o por presencia de cortos circuitos en el sistema eléctrico; asimismo, en los niños es relativamente común que estas lesiones se presenten por accidentes en la cocina, con ollas y líquidos calientes o con la plancha.

Además, el Sol es una fuente de calor que puede generar quemaduras de primer y, a veces, de segundo grado, debido a exposiciones sin protección de bloqueadores y por tiempo prolongado, durante horas en que las emisiones son más intensas (11:00 a 15:00 horas).

Es importante que antes de iniciar los primeros auxilios pertinentes se considere la localización, extensión, profundidad y severidad de la quemadura, así como los síntomas asociados: inhalación de gases, deshidratación severa o estado de choque (presión sanguínea baja y pérdida de la conciencia) que pueden poner en peligro la vida de la persona.

Las quemaduras de primer y segundo grado cuya extensión sea menor a 5 centímetros de diámetro pueden ser manejadas en casa. Lo primero que hay que hacer es dirigirse a la llave de agua fría más cercana (más no helada, porque se puede producir mayor daño en la región afectada) y lavar por al menos cinco minutos; luego, la lesión se debe cubrir con una compresa limpia que la proteja de fricción o presión. Si es necesario, se puede calmar el dolor e hinchazón con analgésicos de venta libre.

En el caso de las quemaduras solares, que son en su mayoría de primer grado, deben aplicarse compresas de agua fría para disminuir las molestias y luego crema hidratante; si existe mucho dolor también puede ingerirse un analgésico.

En todo caso, una persona con quemaduras tomará muchos líquidos aunque no sienta sed, y al realizar la curación no se debe ejercer presión sobre la herida, pues puede incrementar el daño en los tejidos y provocar hemorragias severas. Si se presentan ampollas, éstas no deben ser reventadas, y tampoco se aconseja untar grasa, aceite comestible, pasta de dientes, hierbas, manteca, o mantequilla en las lesiones.

En el caso de quemaduras de segundo grado que comprometen la piel en más de 6 centímetros de diámetro y que ocurran en regiones especiales como manos, pies, cara, nalgas o genitales, así como en aquellas que sean de tercer grado o por electricidad, es vital acudir de inmediato al servicio de urgencias para iniciar el tratamiento más conveniente. Lo principal es asegurarse que la víctima este respirando, y si no lo hace espontáneamente debe iniciarse respiración boca a boca; en caso de que desconozca esta técnica puede consultar nuestra sección Esquemas (puede acceder a ella a través de la barra de navegación de color azul que aparece del lado izquierdo de la pantalla), donde proporcionamos una explicación gráfica y detallada.

Finalmente, cabe indicar que la víctima nunca deberá ser despojada de su ropa, a menos que sus prendas estén impregnadas de sustancias químicas dañinas; preferentemente, se deberán cortar con ayuda de tijeras para evitar lesiones más graves.

Prevención
Por fortuna existen muchas medidas que ayudan a prevenir quemaduras en piel, y que pueden implementarse para evitar este tipo de incidentes en hogar, oficina o durante las vacaciones al disfrutar el Sol:

Impedir la entrada de niños en el cuarto de planchado o en la cocina cuando se preparen alimentos; en esos momentos es mejor que los infantes realicen actividades de dibujo o juego en lugares donde puedan ser supervisados.
Nunca dejar las ollas sobre las hornillas delanteras cuando se tenga que abandonar la cocina; lo recomendable es que sean colocadas lo más lejos del borde y con el mango hacia atrás, de manera que no estén al alcance de los niños.
Evitar el consumo de bebidas calientes mientras se carga a los niños, pues cualquier movimiento brusco puede hacer que el líquido caiga sobre el adulto o el infante.
Alejar de las áreas de paso los cables que proveen la energía a los electrodomésticos que generan calor (tostadoras, sandwicheras o planchas), evitando así tropezar con ellos y jalarlos, generando la posibilidad de un accidente.
Colocar tapas en los enchufes de corriente eléctrica para que los pequeños no introduzcan sus dedos y así evitar quemaduras por descargas.
No utilizar manteles individuales en las mesas donde están los infantes, ya que pueden jalarlos hacia ellos junto con los alimentos calientes.
Enseñar a los niños a no sacar los alimentos del horno de microondas, porque éstos se calientan a altas temperaturas.
Verificar la temperatura del agua antes de bañar a los pequeños; para hacerlo, toque el líquido con su codo o con el dorso de la muñeca; no lo haga con la palma de la mano, porque esta zona corporal no capta la temperatura con la misma eficacia.
De tener la posibilidad, instale alarmas para detectar humo.
Practicar frecuentemente con niños y familiares las rutas de evacuación ante el inicio de un incendio.
Indicar a los pequeños que no deben jugar con fósforos, velas, pólvora o estufas de gas y eléctricas.
Nunca fumar en la cama, ya que al quedarse dormido y con la colilla en la mano puede iniciarse un incendio.
En vacaciones, utilizar ropa apropiada, sombreros y gorras, así como evitar la exposición al Sol en las horas de mayor intensidad (11:00 a 15:00) y aplicar bloqueador solar con factor de protección mayor a 20.
Como puede apreciarse, es importante conocer los primeros auxilios con los que se puede atender a víctimas de quemaduras, a fin de permitirles rápida recuperación y cicatrización de las lesiones, así como reducción en la aparición de complicaciones. Por último, no olvide que la gran mayoría de las quemaduras son accidentales y, por tanto, pueden tomarse medidas preventivas que eviten su presencia.