La vacuna contra la influenza sí es segura

Desde los primeros días de 2010 inició en México intensa campaña de vacunación contra la influenza A(H1N1), a fin de disminuir el riesgo de padecer la infección que ocasiona la nueva cepa detectada el año pasado y que ocasionó importante alerta sanitaria mundial. A pesar del esfuerzo realizado, la Federación Mexicana de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello, A.C. (Fesormex) ha informado que 70% de la población no ha acudido a recibir esta vacuna, ya sea por falta de interés o porque cuestiona su efectividad y seguridad, pues algunas versiones han relacionado su administración con alergias o un padecimiento neurológico de aparición rápida e inesperada: síndrome de Guillain-Barré.
Al respecto, el Dr. Andrés Sánchez González, Presidente de Fesormex, comenta que la probabilidad de sufrir dicho padecimiento existe, pero es mínima. “Tomando en cuenta las estadísticas, esta afección es poco común, ya que su incidencia es de 1 ó 2 casos por cada 100,000 personas. Esta cifra es muy baja y, por tanto, no es una reacción secundaria que esperemos durante la vacunación”.
El entrevistado detalla que el síndrome de Guillain-Barré, en términos médicos, “es una polirradiculoneuropatía, lo que significa que muchas raíces nerviosas que se extienden por órganos y miembros (sistema nervioso periférico) sufren daño en la vaina de mielina”, sustancia que las protege y cubre a modo de aislante.
Los síntomas de la enfermedad son debilidad y hormigueo en las piernas, aunque pueden extenderse a la parte superior del cuerpo. En casos graves el paciente queda casi paralizado, lo que pone en riesgo su vida y llega a requerir el uso de respirador artificial.
Por lo regular, el padecimiento inicia después de que se ha presentado infección aguda, misma que desencadena proceso autoinmune (cuando el sistema inmunológico ataca los tejidos sanos del organismo). “La enfermedad se conoce desde 1859 y ha cambiado de nombre en varias ocasiones, hasta que en 1916 los franceses Georges Guillain y Jean Alexandre Barré, junto con otros investigadores, descubrieron que en estos pacientes se presentaba cierta alteración característica en el líquido cefalorraquídeo (que rodea al cerebro y médula espinal)”.
Volviendo al tema inicial, Sánchez González detalla con base en su experiencia: “He aplicado muchas vacunas contra la gripe estacional desde 1998 sin que hasta el momento haya visto un solo paciente con síndrome de Guillain-Barré y, en cuanto a la actual vacuna para la influenza A(H1N1), de un total aproximado de 450 personas a las que he visto que se les administró, ninguna ha presentado complicaciones. Aunque no se descarta la posibilidad de algún caso en que haya efectos desfavorables, dicha persona debe tener predisposición genética u otras condiciones particulares de salud, y hasta el momento no se ha confirmado un solo caso”. En este sentido, el comisionado nacional de Lucha contra la Influenza Humana, Alejandro Macías Hernández, ha asegurado que en México no se han detectado cuadros del síndrome de Guillain-Barré asociados a la vacunación, pues a pesar de que se sospecha de algunos casos —cuatro en personas que recibieron al mismo tiempo las vacunas contra la influenza estacional y la A(H1N1), y tres en individuos que sólo se aplicaron la segunda—, éstos se encuentran bajo estudio y “una cosa es analizarlos y otra cosa es confirmarlos”.
Aunque es difícil determinar si las vacunas han sido las causantes de estas afecciones, e incluso si se trata del síndrome de Guillain-Barré, pues no se cuenta con prueba clínica para diagnosticarlo, el funcionario ha señalado que el origen de estos cuadros no se ha aclarado y podría tratarse incluso de una casualidad.

Rumores y temores
El Dr. Sánchez considera que parte de los rumores sobre la vacuna contra la influenza A(H1N1) toma como referencia lo ocurrido en otros países o en casos aislados, lo cual se generaliza. “Supimos a través de los medios informativos que hubo vacunas en Canadá que generaron reacciones alérgicas serias, y esto ocasionó temor. Por desgracia debemos aceptar que es probable que un lote se afecte, pues se trata de material biológico que sabemos que en ocasiones se comporta de manera impredecible, pero también debemos destacar que las complicaciones ocurren pocas veces y siempre son las menos”.

Otro rumor que se ha difundido señala que las vacunas estuvieron listas en poco tiempo, de modo que se trabajó en ellas a marchas forzadas y se descuidó el control de calidad. El experto considera que “se trata de argumento infundado e impreciso. Las vacunas no se hicieron con tanta rapidez como se dice y la prueba está en que tardaron varios meses en distribuirse entre los países afectados. A México llegaron a finales de 2009, luego de ser probadas”.

Y en efecto, aunque las actuales vacunas contra la influenza A(H1N1) estuvieron a disposición de los servicios de salud en un lapso ligeramente menor que las que se elaboran cada año para la gripe estacional, esto se debió, más bien, a que la emergencia obligó la reducción de ciertos trámites burocráticos en todo el mundo.

Sin embargo, aunque es verdad que estas versiones despiertan cierta desconfianza en la gente, debemos reconocer que el factor que quizá ha influido más en el bajo índice de personas vacunadas es que “en México no existe cultura de prevención. Tenemos varios años aplicando la vacuna contra la influenza estacional y, por más que hacemos hincapié para que la gente se proteja, no lo hace porque dice que esa enfermedad ‘no mata’, y entonces no hay por qué vacunarse”.

Es verdad que durante la contingencia de marzo de 2009 hubo reacción importante de la sociedad, pero el móvil, aparentemente, no fue la conciencia, sino el miedo. “El grado en que nos asustaron fue tal que hicimos caso; no obstante, al ver que la epidemia no provocó la crisis que se había previsto, la gente se relajó y ahora piensa que no es verdad, que la enfermedad no existe y, por desgracia, incluso algunos profesionales de la salud han dicho que no hay que vacunarse”.

Quienes han mostrado mayor interés han sido pacientes con padecimiento o condición que debilita su sistema inmunológico (de defensas) y los vuelve susceptibles de enfermarse y sufrir complicaciones. Hablamos de personas con asma (inflamación de las vías respiratorias) o diabetes (alta concentración de azúcar en la sangre), así como mujeres embarazadas o ancianos.

“Quizá ellos muestran más interés, pero el resto de la gente no. Los más afectados han sido jóvenes o personas en edad laboral (de 18 a 45 años de edad). Éste es el grupo poblacional más desprotegido porque no se vacuna; son individuos que se consideran fuertes y piensan que ‘a ellos no les puede pasar’. Es falta de cultura preventiva y un poquito de la tendencia del mexicano a ‘jugársela’”, opina el entrevistado.

Reflexión final
La vacuna contra la influenza A(H1N1), opina el Dr. Andrés Sánchez, “es un recurso que por fortuna existe y hay que aprovecharlo; puede salvar muchas vidas y, aunque reconocemos que ocasionalmente podría generar complicaciones, es en proporción similar a otras dosis de inmunización, como las del sarampión, viruela, tétanos o poliomielitis”.

Así, aconseja el experto, la recomendación es dejar de pensar que la influenza “no es tan grave” y acudir en busca de la vacuna. “Insisto en que debemos anticiparnos a los problemas. El día que logremos establecer una cultura de la prevención vamos a evitar todos estos casos en que los pacientes se complican o se autoprescriben. Falta mucho para que lo consigamos y, al menos en algunas enfermedades como la influenza A(H1N1), todavía debemos insistir”.

Aplicación segura
El Dr. Luis Fernando Pérez González, jefe del Servicio de Infectología Pediátrica del Hospital Central Ignacio Morones Prieto, en San Luis Potosí (norte-centro de México) explica que la vacuna contra la influenza A(H1N1) “debe administrarse en niños mayores de 9 años y adultos en una sola dosis, mientras que en chicos menores o personas con enfermedades que afecten su sistema inmunológico (defensas), se aconseja la aplicación de dos dosis con separación de cuatro semanas”.

El especialista, adscrito a Fesormex, asegura que esta vacuna puede administrarse junto con la empleada contra influenza estacional, pues no hay contraindicación. En cuanto a su efectividad para prevenir la variedad A(H1N1), se estima que en personas menores de 65 años va del 70 al 90%, y para prevenir hospitalización por complicaciones es de alrededor del 90%.

En cuanto a la seguridad, “los datos disponibles muestran la tendencia de 8.2 casos de efectos adversos por cada 100,000 aplicaciones, de los cuales 95% corresponden a reacciones leves en el sitio de la aplicación (dolor, inflamación, enrojecimiento), malestar general y fiebre”.

Grupos vulnerables y cuidados
Aunque lo recomendable es que todos los mexicanos se vacunen contra la influenza A(H1N1), el Dr. Miguel D’Urzo, también miembro de Fesormex, señala que ciertos grupos tienen preferencia:

Mujeres embarazadas.
Personas que viven con niños menores de 6 o los cuidan.
Personal de atención médica y servicios médicos de emergencia.
Toda persona con edad entre los 6 meses y 24 años de edad.
Individuos entre los 25 y 64 años de edad con afecciones que debilitan su sistema inmunológico (defensas).
A medida que aumenten las vacunas disponibles, los siguientes grupos también deberán vacunarse:

Personas saludables entre los 25 y 64 años de edad.
Adultos de 65 años en adelante.
A decir del experto, el mayor riesgo al aplicar este tipo de vacuna “sería alguna reacción alérgica, principalmente al huevo, ya que este producto se emplea en su elaboración. Los signos de un problema grave de este tipo incluyen: dificultad para respirar, ronquera, urticaria, palidez, debilidad, pulso acelerado o mareo. Ante tal situación, es necesario recurrir de forma inmediata al centro de salud”.

Asimismo, comenta que en caso de padecer alguna reacción secundaria (dolor de cabeza, cuerpo cortado, malestar general) “está permitido tomar analgésico; no obstante, debe evitarse el ácido acetilsalicílico, ya que puede desencadenar efecto desfavorable”.