Hispanidad, ¡corrupción superada!

Es un “mito genial” decir que con la conquista española llegaron a nuestro territorio la viruela y la corrupción. En esta última pandemia, lo cierto, es que, con mucho, ¡ya hemos superado a los ibéricos!
Y es que, de todos los países emergentes, México es el que se encuentra a la cola de la productividad, la competitividad, la procuración e impartición de justicia, la innovación y el empleo en el mundo. Nos lo recalcan a diario, en todas las mediciones estadísticas de prestigio, en todos los foros de legalidad y transparencia, en cualquier discusión sobre justicia social o rendición de cuentas.
En cualquier lugar donde se reúnan más de dos investigadores serios sobre la aplicación de la ley, salimos bailando. Somos desairados y repudiados por los bajos índices de gobierno y rendimiento internacional. Somos emblemáticos en corrupción, abuso de poder e ignorancia de gobierno.
Ahora gobernados por una casta de insensibles y mequetrefes que no aprobarían ni el primer año de parvulitos ante cualquier jurado, ante cualquier sínodo social. Desacreditados por la inmensa mayoría de la población, los gerifaltes mexicanos no salen a la calle. Se encierran a medrar a cal y canto, escondiendo sus miserias y trapacerías sin límite.
Viven temerosos del ludibrio popular. Su insensibilidad sólo sirve para continuar saqueando y acumulando, sin importarles la situación actual de hambre y miseria, ni el destino de nuestro país.
El desprecio al gobernante lleva al odio
El lúcido escritor austriaco Stefan Zweig, advirtió en Fouché, el genio tenebroso, que «nunca el odio llega a ser tan fatal para un soberano, como cuando se asienta en el desprecio general». Al parecer, hasta las viejas dinastías tomaron muy en serio esa apreciación.
Gustavo Adolfo, rey de Suecia desde hace más de cuarenta años, es un monarca de la dinastía Habsburgo que podrá representar un linaje nórdico desfasado y repudiado por muchos miembros del Parlamento que representan a los aguerridos grupos de avanzada que, desde su coronación, debatieron sobre si debía continuar o no la estirpe coronada.
Es cabeza de una familia dinástica, cuyos miembros han sido, antes de ascender al trono, distinguidos investigadores universitarios y empleados eficientes de despachos de abogados sin malla de protección , ingenieros y economistas de prestigio, formados en el montón, en universidades de ultramar.
Pero muy seguido se reúnen, en distintas celebraciones en su mesa de Palacio, el Stockholms slott, para honrar el esfuerzo agropecuario, industrial y científico de los ciudadanos, en cenas y comidas de gala, donde departen amistosamente, en un ambiente de calidez y cercanía, con los productores del campo más sencillos, los estibadores de los muelles, los supervisores de campo de las factorías, los lecheros, los reporteros y todos aquellos que arriman el hombro para hacer despuntar al país.
A los tronos nórdicos no
los marea el absolutismo
Margarita de Dinamarca, perteneciente a la misma familia, también ha sido impugnada desde su subida al trono, por el deceso de su padre, en 1972. Anciana, Margarita se sobrepone a sus padecimientos y es una reina afable y justiciera que encabeza un reino cuya población se encuentra hoy a la vanguardia del desarrollo de los países emergentes del mundo.
Ya hemos comentado usted y yo, por cierto, como el inmigrado Frank Tannenbaum, misteriosamente corrido del país, nos advirtió, desde la época alemanista, que debíamos adoptar en México el modelo de desarrollo y el modo de producción danés. ?Despreciado y humillado, tuvo que abandonar el país, en medio del repudio de los atracadores del erario.
Harald, rey de Noruega, representa a una familia monárquica que ejerce el poder desde el año 872 de nuestra Era.? Su familia actual, en el poder desde 1981, es un ejemplo de laboriosidad, moderación y cordura en el ejercicio del mando.
Al igual que sus parientes de Suecia, Dinamarca, Holanda y Noruega, que encabezan los tronos nórdicos, de gran peso industrial, tecnológico, comercial y medioambiental, es un individuo al que no marea el absolutismo imperante. El despotismo ilustrado tiene reglas definidas de comportamiento, donde se castiga con severidad el abuso del poder.
Los borbones españoles,
sin sentido de la proporción
El ejemplo más claro de lo anterior es la vergüenza que han tenido que pasar los borbones españoles, al haber pagado con el escarnio internacional los excesos de Juan Carlos y la participación de su hija y de su yerno en los fraudes fiscales y lavados de dinero del célebre Caso Noos, una empresa fantasma que operaba con la complacencia e intervención de la realeza en sus paraísos fiscales.
Hoy, los borbones españoles son considerados por su parentela europea en los tronos del poder monárquico como unos ganapanes atrevidos e insensibles. Además, ignorantes de que los Habsburgo tienen su propio lavadero de lujo en Luxemburgo, la joya de todas las coronas codiciosa y rapaces… lo mismo que de “gobiernos”, como el nuestro, que depositan ahí en bonos y otras piezas financieras.
Son las consecuencias de no conocer el sentido de la proporción. Cualquier abogado huizachero, como es el caso de Diego Torres, embauca al miembro de la familia más avorazado y lo hace cometer tropelías que allá cuestan reinos. Inoda al yerno del rey Juan Carlos, Iñaki Urdangarín y a su esposa, la Infanta Cristina, y los despedaza.
A Juan Carlos le costó el reino y al sucesor Felipe, la vergüenza de ser apaleado por los europarlamentarios procedentes de las formaciones opositoras Podemos y Ciudadanos, a punto de hacer sonar el pandero de la política española.
12 de Octubre recuerda lo peor de la codicia española
Han pasado por una befa internacional de antología. El basquetbolista Urdangarín será sentado en enero delante de más de 300 testigos de sus tropelías y de un fiscal que reclama 19 años de cárcel para este mentecato que confirmó aquello que se pensaba sobre los europeos que vivían «abajo de Los Pirineos”.
Ya tendrán qué celebrar el Día de la Hispanidad, este 12 de octubre, que recuerda lo peor de la codicia española en el Nuevo Mundo, escriturado a su favor por una Bula Papal de los Borgia en el trono de San Pedro. Eso fue lo que hicieron y eso fue algo de lo mucho malo que les heredamos.
Pero en molicie, codicia y rapiña, francamente, son unos niños de teta frente a los gerifaltes mexicanos. Aquí sí que se cantan bien las rancheras, y de lavado, mejor ni hablamos. Les hemos dado lecciones de cómo hacerlo, desde que habilitamos a Jordi Pujol, uno de sus «grandes», como palafrenero y «burrero» del “Chapo” Guzmán, de los cárteles europeos que trasiegan con hachís marroquí y “chiva” de Afganistán y de La Montaña de Guerrero.
El narcotraficante sinaloense oriundo de Badiraguato, es con muchos otros el propietario del costal de 44 mil millones de euros que Pujol trata afanosamente de lavar en Andorra. No puede ser juzgado, porque aparte de que no le pueden demostrar ni el origen ni la ubicación de las maletas, el catalán se refugia en el ardid de la lucha por la separación de Catalunya de España, para no pasar por los mismos tribunales que juzgan a los Habsburgo.