Dormir bien me cuesta tanto

Lo confieso: soy adicto a la noche. Me gusta acudir a los conciertos de mis bandas favoritas, suelo ir a las fiestas de mis amigos o, de plano, me agrada conectarme a Internet para ver algunos videos, conversar con la socialité del messenger o consultar los blogs y álbumes de fotos con las últimas ocurrencias de mis amigos. Sin embargo, mi actividad nocturna me ha empezado a “pasar factura”: me dormí en la misa de primera comunión de mi prima y me quedé un rato ahí, solo en la iglesia; los lunes llego a mitad de la primera hora de clase, lo que me ha ganado ser motivo de las bromas del “profe” y, por si fuera poco, van dos veces seguidas que entrego tarde mi texto a saludymedicinas.com.mx, porque me la paso cabeceando frente a la computadora y sin poder concentrarme. Quizá por esto me encomendaron que visitara al Dr. Reyes Haro Valencia, quien es director de la Clínica de Trastornos del Sueño de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la cual se localiza en la capital del país, para hablar sobre los problemas que podemos tener los jóvenes para dormir. Y, también, es probable que mi aspecto fatigado fuera la razón por la que pensaron en la recepción que yo no era reportero, sino un paciente… “Todo aquello que afecta la expresión normal del dormir se considera trastorno del sueño. Los más comunes son el insomnio o dificultad para dormir o mantenerse en este estado, y su contraparte, la hipersomnia, que es cuando la persona se queda dormida durante el día en contra de su voluntad”, me comentó de inicio el especialista.
Sin embargo, éstos no son los únicos padecimientos de este tipo, pues “también existen las parasomnias, problemas relacionados con las distintas etapas del sueño y que son más comunes en la niñez, pero si hablamos de jóvenes debemos mencionar los trastornos del ritmo circadiano, que han aumentando en este grupo de población”. Claro, le pregunté qué es esto de lo que me hablaba, y me contestó: “El ritmo circadiano es un ‘reloj biológico’ regulado por complejo sistema en nuestro cerebro, y nos hace cumplir ciertas actividades todos los días a la misma hora, como alimentarnos o dormir”. Además, me explicó que es posible ajustar este mecanismo, por ello podemos adaptarnos al horario de otro país en caso de hacer un viaje intercon-tinental. “Bien, pues los chicos duermen cada vez más tarde y esto hace que su ritmo circadiano se desplace; si a esto le sumas que después de desvelarse deben levantarse temprano, resulta que descansan poco y presentan síntomas de insomnio o hipersomnia”, añadió sonriente el “doc”, mientras yo sentía que el rostro se me enrojecía de pena. Ya más relajado y dispuesto a aceptar que mis hábitos para dormir no son los mejores, escuché atento al Dr. Haro Valencia cuando comentó que los trastornos del sueño ocasionan síntomas parecidos a simple vista, pero hay que diferenciarlos porque cada uno tiene causas distintas y, por tanto, tratamiento particular. Y para muestra, un botón. Me habló del insomnio, que es el padecimiento más común en su tipo y se divide en tres variantes:
Dificultad para conciliar el sueño (insomnio psicofi-siológico). Es el más frecuente, se vincula con causas emocionales y, “en el caso de los jóvenes, podemos verlo en época de exámenes o cuando hay estrés muy fuerte por alguna relación personal, trabajo o problemas de dinero”.