Conoce acerca de los sueños y pesadillas

Aunque mientras dormimos no tenemos conciencia del mundo que nos rodea, lo hacemos de diferente forma durante la noche. Uno de los tipos de sueño más importantes es el llamado MOR (movimientos oculares rápidos), lapso durante el cual el cerebro está particularmente activo, nuestros ojos se mueven velozmente de un lado a otro y soñamos. También existe el denominado No MOR (sin movimientos oculares) que se subdivide en cuatro fases y donde el cerebro permanece en descanso, pero existe gran cantidad de actividad corporal, es decir, se liberan hormonas al flujo sanguíneo, los tejidos del organismo se reparan tras el desgaste del día previo, el sistema inmune se refuerza, se consolida lo aprendido durante la jornada y se eliminan los procesos de conocimiento (cognoscitivos) que no son útiles.
Cualquier típica noche de sueño empieza con la fase 1 seguida de las tres restantes en línea sucesiva, entrando después de 60 a 70 minutos de comenzar este proceso al primer periodo MOR que, tras 20 o 30 minutos de duración, finaliza para volver a las etapas No MOR en ciclos secuenciales (de 4 a 6 en una “sesión”) lentos y rápidos con duración total aproximada de 90 a 100 minutos por cada periodo. Todos los seres humanos tenemos la capacidad de soñar, pero hay quienes creen que hacerlo con frecuencia es malo porque genera la sensación de no haber descansado, cuando en verdad es al contrario”, afirma el Dr. Reyes Haro Valencia, director de la Clínica de Trastornos del Sueño de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la capital del país. Cuando se tienen ensueños se ha alcanzado la etapa más profunda, donde el cuerpo se encuentra en absoluta relajación, a tal grado que surge la condición denominada parálisis del sueño, es decir, no hay tono muscular y es imposible moverse, añade el especialista. Sin embargo, el estado de conciencia está activo, por lo que es posible despertar parcialmente aunque no se pueden abrir los ojos, en tanto que muchas veces se presentan alucinaciones (experiencias perceptivas vívidas que suelen ocurrir al inicio del sueño) durante las cuales se tiene la impresión real de que algo o alguien está presente, ya que pueden ser de tipo visual, táctil, motor o auditivo”. Entre ellas, las más comunes son:
Personas, monstruos y seres extraterrestres presentes en el dormitorio. Sensación de presión en el pecho, de ser ahorcado o de que se realiza algún desplazamiento. Percepción de luces coloridas, sonidos y voces. “Dicho estado suele producir miedo, ya que llega a sentirse como si algo pesado estuviera encima del pecho, lo que la tradición popular refiere con la frase ‘se le subió el muerto’ —indica el Dr. Haro Valencia—; para salir de este trance en la Clínica del Sueño se enseña a la gente a mover los ojos, ya que son los únicos órganos, junto con el tórax, que quedan activos; de esta forma, al apretarlos, finaliza el evento. Asimismo éste, como otros trastornos del sueño, son ocasionados cuando no se duerme adecuadamente durante toda la noche, sin importar la razón, o el tiempo es menor al requerido (8 horas)”. El contenido de los sueños está determinado por lo que somos, lo que queremos hacer, aquello que nos preocupa y los hechos que deseamos ocurran, o bien, ya sucedieron. Cuando hay alguno de contenido ansioso, desagradable o de peligro se le denomina pesadilla, y la situación que se desarrolla en este periodo siempre se recordará, ya que surge justamente en etapa MOR donde, como se dijo, el estado de conciencia permanece alerta, por lo que si el sueño va aumentando de peligrosidad surge reacción que obliga a la persona a despertar alterada o asustada, pues aunque se está dormido el organismo permanece “acelerado”; esto ocurre con más frecuencia si el individuo tiene alguna preocupación o vivió algún evento traumático, como asalto, secuestro o muerte de Alguien.