Desayuno saludable dentro y fuera de casa

El estilo de vida acelerado que caracteriza a nuestra época ha transformado los hábitos alimentarios, pues se come en demasía o, por el contrario, muy poco o no se ingiere comestible alguno. Dicha situación es común en algunos estudiantes y personas que trabajan, ya que por falta de tiempo evitan el desayuno y lo sustituyen por gran cantidad de café, frituras, golosinas o pastelillos para engañar al estómago en el transcurso del día.
“Si una persona cena, por ejemplo, a las 22:30 horas y vuelve a comer hasta las 14:00 ó 15:00 horas del día siguiente, y toda la mañana bebe café, está forzando a su organismo a trabajar, haciéndolo susceptible a padecer gastritis”, explica la nutrióloga y psicoterapeuta Luisa Maya Funes, excoordinadora del Programa de Obesidad del departamento de Medicina Psicológica del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INNSZ) de la Secretaría de Salud (Ssa), localizado en la Ciudad de México.
La especialista agrega que la costumbre de consumir los típicos pastelillos, galletas o golosinas favorece el incremento de peso que, a la larga, puede ocasionar problemas de salud muy importantes, como colesterol elevado, hipertensión (presión arterial alta) o diabetes (incremento en la concentración de azúcar en sangre por la incapacidad del organismo para aprovecharla).
Debemos considerar que ingerir alimentos tras levantarnos todas las mañanas es buena forma de activar el metabolismo y alcanzar mejor funcionamiento físico y mental. Por tanto, se recomienda que el desayuno sea equilibrado en nutrientes y contenga cantidades mínimas de grasas y carbohidratos refinados.
¿Qué debe contener?
Consumir desayuno balanceado desde edad temprana asegura al organismo adecuado aporte de nutrientes como proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas y minerales, lo que trae los siguientes beneficios:
Óptimo desempeño.
Mejora la atención, concentración y estado de alerta.
Desarrollo de buenos hábitos alimenticios que perduran toda la vida.
A fin de lograr el equilibrio en la primera comida, la nutrióloga recomienda seleccionar distintos alimentos provenientes de los siguientes grupos:
Lácteos. De preferencia deben ser bajos en grasa, como leche (1 taza de 250 mililitros), queso fresco o cottage (60 gramos) o yogurt (1 vaso de 250 mililitros); este último es uno de los productos más recomendados por su aporte de proteínas de alto valor biológico, calcio, fósforo y vitamina D.
Cereales. Proveen carbohidratos (fuente de energía), proteínas, vitaminas del grupo B, fibra y minerales; se recomiendan los integrales. De este grupo se puede seleccionar: 1 rebanada de pan, 1 tortilla de maíz, 3 a 4 galletas pequeñas (o 2 medianas), 1 taza de arroz, trigo o avena, o 30 gramos de cereal empaquetado. Frutas o vegetales. Por su aporte de agua, carbohidratos, vitaminas, sales minerales y fibra, representan inigualable opción en el desayuno; asimismo, pueden consumirse en refrigerios, a media mañana, tarde o durante la merienda. Se puede elegir entre 1 taza de vegetales crudos o cocinados, 1 pieza de fruta (plátano, manzana, mandarina, pera, durazno o naranja) o vaso de jugo.
Bebidas. Brinda hidratación al organismo tras el ayuno nocturno; así, podemos optar por leche, jugo de frutas o vegetales, café (con moderación) o té.
Fuera de casa
Si bien lo ideal es desayunar inmediatamente después de levantarnos, a mucha gente no le queda otro remedio que hacerlo fuera del hogar, lo cual dificulta mantener dieta equilibrada. “Lo anterior se debe a que se tiende a consumir productos que únicamente aportan calorías vacías”, enfatiza la Dra. Maya Funes.