Cómo saber si se es fértil

En algunas mujeres es fácil detectar y resolver los problemas que impiden un embarazo pero, desafortunadamente, no sucede así en todos lo casos. Sin embargo, para confirmarlo es necesaria extensa evaluación para conocer la causa del problema y a partir de ello indicar el tratamiento a seguir.
Por fortuna, hoy día existen varias opciones que permiten a la mayoría de las parejas infértiles gozar de la felicidad de ser padres, como las técnicas reproductivas avanzadas y, en último de los casos, la adopción.
No obstante, antes de llegar a ello hay que efectuar una serie de exámenes que determinarán si la imposibilidad de gestación se debe a alguna anomalía en el organismo de los miembros de la pareja.
Particularmente el hombre deberá cumplir con un examen físico general, para conocer su estado de salud, y un análisis de su semen -el denominado espermatobioscopía-, para evaluar viscosidad, apariencia macroscópica y microscópica, nivel de acidez (pH), además de la cuenta y movilidad espermática; debe realizarse de después de 2 a 3 días de abstinencia sexual.
A su vez, el examen femenino iniciará con minuciosa historia clínica en la que se registrarán antecedentes personales y familiares de padecimientos en general. Asimismo, será necesario conocer la edad en que se presentó la primera menstruación (menarca), su periodicidad subsecuente, historia sexual y relación afectiva de la pareja.
A continuación se efectuará una revisión ginecológica para descartar alteraciones que pudiesen impedir embarazo, desde la ausencia de órganos hasta malformaciones en la vagina y útero o matriz.
En términos generales el ginecólogo puede estimar la presencia de problemas de fertilidad si después de aproximadamente un año de actividad sexual constante la pareja no ha podido concebir. A partir de lo anterior el especialista indicará los siguientes exámenes:
Prueba de inseminación. Se pide a la pareja tener relaciones sexuales a la mitad del ciclo menstrual, y entre las 2 y 20 horas posteriores se extrae con una pipeta (especie de cuchara en forma de embudo) una gota de moco del cuello uterino, el cual se observa al microscopio para saber si hay espermatozoides móviles, lo que abrirá las posibilidades de embarazo. Este examen se realiza en el consultorio del médico, es indoloro y toma sólo algunos minutos.
Perfil tiroideo. Sirve para medir el posible desequilibrio en las hormonas de la glándula tiroides, la cual determina la manera como los nutrientes son aprovechados por el organismo y que la mayoría de los órganos cumplan su función adecuadamente. Lo más común es que el médico lo ordene si tiene alguna sospecha fundada sobre alguna alteración, como crecimiento glandular o formación de nódulos (tumoración).
Perfil hormonal. Este examen determinará el óptimo funcionamiento de las hormonas sexuales, pues existe la posibilidad de que el embarazo no se produzca por la ausencia o la irregularidad en la ovulación, lo cual puede estar relacionado con mala calidad del moco cervical derivada de alteraciones hormonales; este mismo problema se presenta con frecuencia en mujeres obesas, condición que genera resistencia a la insulina (se produce pero no se utiliza y tiende a acumularse) y ocasiona que se interrumpa la comunicación entre la glándula hipófisis (regula la ovulación, entre otras funciones) y los ovarios. Histerosalpingografía. Radiografía del aparato genital femenino; se realiza con la vejiga vacía, después de finalizada la menstruación y antes de la ovulación. Se inyecta una sustancia visible a los rayos X, vía vaginal, hasta cubrir cuello del útero y trompas de Falopio, con el fin de detectar tejido uterino cicatricial, pólipos (levantamientos del revestimiento uterino), miomas (tumores benignos) o anomalías en la cavidad uterina, alteraciones que pueden interferir con la implantación del embrión o pueden aumentar la incidencia de aborto; se presentan en aproximadamente 5% de las mujeres infértiles. La prueba no requiere anestesia, aunque algunas pacientes reportan cierto malestar.
Histeroscopía. Consiste en introducir un instrumento óptico (por lo regular fibra óptica) y cánula (tubo de material especial) por vía vaginal para examinar al útero y determinar la presencia de pólipos, septum (formación anormal de tejido que puede dividir al útero) y fibromas (tejido en la pared del útero); estas anormalidades generalmente son corregidas quirúrgicamente durante la misma visita clínica. Pese a que generalmente se realiza bajo anestesia general o local, luego del procedimiento las pacientes experimentan malestar que cede con medicación.