Exfoliación, ¿para qué sirve?

Al respecto, es importante saber que cada día se forman nuevas células en la capa más profunda de la piel, las cuales van subiendo hasta alcanzar la superficie, proceso que se efectúa en periodo de 28 a 30 días. Lo anterior impide que la epidermis se desgaste, pero da lugar a la acumulación de residuos que pueden ocasionar problemas a la piel, como obstrucción de poros y apariencia opaca. Por estas razones, el uso de exfoliantes ha ganado terreno en el ámbito cosmético, pues suavizan, iluminan y devuelven la belleza a la piel. Entre sus principales ingredientes se encuentran materiales granulosos, ácido láctico y alfahidroxiácidos (AHA). La exfoliación limpia la epidermis a profundidad, lo que, además de los beneficios antes mencionados, permite que la piel aproveche el paso de sustancias que la oxigenan y nutren; puede realizarse 1 ó 2 veces a la semana cuando la piel es grasa, si es normal o seca cada 15 días y en caso que sea sensible lo recomendable es cada 15 ó 30 días (usando productos hipoalergénicos). Cabe destacar que los exfoliantes tienen diferentes mecanismos de acción, por ejemplo, hay algunos que separan a las células muertas de la superficie de la piel al disolver la fina barrera de tejido que las une, en tanto otros desincrustan escamas, puntos negros e impurezas. Dichos productos pueden encontrarse en forma de gel o crema, y se aplican durante la ducha mediante suave masaje en vientre, caderas, nalgas, extremidades y rostro, prestando especial atención a las zonas más secas y ásperas (como rodillas y codos). Ahora bien, este método se efectúa de distinta manera dependiendo de la edad de la persona: Adolescentes. Durante esta etapa llega a ser común que la epidermis del rostro presente abundancia de sebo, por ello conviene exfoliarla hasta dos veces por semana, pues además de que se controlará el exceso de brillo facial, esta acción prevendrá acné.