«Convenciones y congresos, oportunidad de oro…»

Todo parece indicar que el jueves anterior me metí en camisa de once varas y me llevé conmigo a algunos de mis lectores que, so pena de tomar represalias, exigen mayor claridad en lo que traté en dicha columna. Creo que en pocas palabras (y para dejar el asunto zanjado) todo ese texto podría resumirse en lo siguiente: Los autores del artículo que comenté se basaron en Estados Unidos donde hay una cultura del ahorro más arraigada. Si las sociedades están envejeciendo y durante su vida adulta ahorraron, estos ahorros pueden aprovecharse.

Exponen un argumento basado en la posibilidad de invertir el ahorro en actividades productivas en vez de destinarlo a consumir. Este uso del ahorro en el mercado financiero puede contrarrestar el hecho de que haya menos jóvenes trabajando. Más allá del beneficio personal, hay un efecto global en la productividad del país.

El artículo concluye que si bien las poblaciones que envejecen tienen costos para la seguridad social y la productividad, el uso del ahorro permite que el problema no sea una crisis, sino un posible «segundo bono». Para aprovecharlo, México tiene que fomentar el ahorro personal; hemos avanzado con esquemas como el de las Afores, pero falta mucho trecho por recorrer.

Ahora sí, satisfechos mis lectores (¡espero!), vamos al tema que nos ocupa esta semana. Apenas hace unos días participé como panelista en el Congreso de Turismo de Reuniones, organizado en esta ocasión por la Secretaría de Turismo del Gobierno del Estado de México, que encabeza la entusiasta y efectiva Rosalinda Benítez. El tema del panel era «¿Qué hacer para impulsar un mayor y mejor desarrollo de la industria de los congresos y convenciones?» Estas son las ideas principales de mi exposición.

Como regalo por mi cumpleaños número 60, mis tres princesas se pusieron de acuerdo en secreto y me organizaron un viaje sorpresa, que resultó ser a Chicago. Una ciudad que me parece fenomenal, llena de atractivos y de la cual me sentí especialmente cerca cuando encabecé al gobierno de la Ciudad de México, ya que Chicago era nuestra ciudad hermana.

Al llegar tomamos un taxi para dirigirnos al hotel y quizás como parte de mi deformación profesional, le pregunté al conductor cómo se encontraba el turismo esos días. Y su respuesta fue contundente: «Aquí, en Chicago, el turismo siempre está bien» Y me pasó por encima del respaldo del asiento una relación impresa que traía muy a la mano, en la que se mostraban los congresos y convenciones de esa temporada. Lista que, si no mal recuerdo, encabezaba la convención de la National Restaurant Asociation, la cual convocaría a más de 50,000 participantes. Seguí leyendo impresionado una larga lista de eventos a los que concurrirían en total cientos de miles de personas.

Le tomé una foto y la mandé a una persona muy importante del sector turístico en un Whatsapp en el que le preguntaba: «¿Qué estaremos haciendo mal o qué no estaremos haciendo que nos impide tener todas estas reuniones en México?» «No lo sé», me respondió, «pero comparto tu interés en el tema y creo que debiéramos averiguarlo con los que saben.» Ello bastó para que al regreso, buscara yo a algunos profesionales del turismo de reuniones, a quienes propuse que nos reuniéramos y habláramos del sector que genera, según un estudio el último análisis hecho para este sector en 2011, 18,000 millones de dólares directos y más de 32,000 indirectos.[1]

Desde la misma convocatoria percibí algo que había constatado cuando fui Secretario de Turismo: el sector se encontraba disperso y no parecía mantener unidad o algún frente común.

No obstante eso, algunos respondieron y les propuse que investigáramos un poco más acerca de la forma en que los países más exitosos encaran el reto de ofrecer lo necesario para que las reuniones masivas de negocios se lleven a cabo en sus territorios. En especial, nos interesaba analizar la estructura institucional con la que se promueve o facilita este tipo de actividad turística.

Fue así que solicitaron a CONTORNO que hiciéramos un estudio entre los países más exitosos en el tema, cuyos resultados no tienen desperdicio. Los países líderes en el tema, cuentan con organismos conocidos como National Convention Bureaus. De lo analizado en el estudio de CONTORNO,[2] el 51% son Publico-Privados, el 36% son solo públicos y el 13% son privados. Su presupuesto promedio es de alrededor de 5 millones de Euros y se ocupan exclusivamente de promover la industria de Congresos y Convenciones. En sus órganos directivos se encuentran representadas varias dependencias públicas y no solo las autoridades turísticas, dada la contribución que hacen a toda la economía en términos de nuevas inversiones, transferencia de conocimiento, impulso al empleo y desarrollo de clústers.

Representan al país y a sus regiones ante las organizaciones que buscan en dónde llevar a cabo sus reuniones, asesoran a quienes administran infraestructura de congresos, estructuran y administran directorios especializados, realizan y patrocinan viajes de familiarización a los sitios indicados, elaboran material promocional y capacitan personal en todos los niveles de esta actividad. Son especialmente eficaces en luchar por ganar la sede de una convención para sus paises. Sus ingresos provienen de aportaciones públicas y privadas y generan ingresos propios a través del cobro de los servicios que proporcionan, así como de comisiones cubiertas por los prestadores de servicios turísticos.

México tiene todo para ser un líder en esta materia. Ya lo es en otros segmentos del turismo y hoy cuenta con autoridades en verdad comprometidas con el tema, que están logrando resultados alentadores y que han actuado en fechas recientes en favor de la unidad e involucramiento activo de las organizaciones especializadas en este tema. La apuesta por el turismo está siendo ganadora. Creo que es momento de doblarla con instrumentos y políticas como los descritos en este espacio. Así como en su momento el Consejo de Promoción Turística representó un nuevo aliento, hoy un Buró Mexicano de Congresos y Convenciones, podría representar el impulso que se requiere.

[1] CESTUR. La relevancia económica de las reuniones en México. México DF. 2011.
[2] CONTORNO. Estrategia integral para el sector de congresos y convenciones en México. Propuestas de Acción. México. 2015.