El PRD sólo puede salvarse girando a la izquierda real

La crisis electoral del PRD del 7-J y la fragmentación por la separación de López Obrador metieron al PRD en una severa crisis de existencia como opción real y dejaron sólo una puerta de salida posible: a la izquierda, pero socialista, democrática y no leninista. Si no da ese giro, el PRD se irá extinguiendo paulatinamente por los problemas tribales internos.
A favor del PRD corre el hecho de que Morena no es una organización de izquierda, sino bonapartista, neopopulista y caudillista, más vinculada a movimientos sociales paradójicamente antisistémicos y antiinstitucionales, como lo mostró la desesperación de López Obrador por articularse a la Sección 22 de Maestros a cambio de entregarles la educación pública.
Si el PRD sigue el camino de Los Chuchos y apuesta más a la sobrevivencia de una tribu, y Morena continúa aliándose a los grupos radicales rupturistas, el país quedará atrapado en el bipartidismo PRI-PAN. La verdadera opción a la izquierda tiene que ser socialista, aunque respetuosa de las leyes de la democracia electoral.
La izquierda socialista fue destruida por el PRD a pesar de que recibió el registro del Partido Comunista Mexicano —ya como Partido Mexicano Socialista (1987-1989) y luego de un interinato como Partido Socialista Unificado de México (1981-1987)— y a sus principales activos. Sin embargo, la Corriente Democrática del PRI tomó el control ideológico del partido y le dio un tono de PRI histórico, popular, corporativo.
El problema del PRD fue el peso exagerado de las figuras dominantes, sobre todo la de Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador. Hacia el interior, el partido tomó el camino de las organizaciones cerradas convertidas en tribus y la política se distribuyó en función de esos grupos de poder. La crisis comenzó en el 2003 con la caída de Rosario Robles como presidenta del partido y la exigencia de López Obrador de tener todo el control.
De 2003 al 2012, el PRD fue jaloneado por la lucha de poderes entre López Obrador y el grupo de Jesús Ortega Martínez. Después de las presidenciales, el tabasqueño tomó su propio rumbo y fundó su partido desfondando al PRD. Y el problema del sol azteca fue que Los Chuchos se siguen quedando con la porción más grande del partido sin un reparto equitativo. El mensaje ayer martes de Ortega en su artículo en Excelsior fue que no habrá refundación sino reorganización.
El problema del PRD radica en su competencia populista con López Obrador y Morena; en lo político e ideológico, el PRD carece de alguna oferta atractiva. Y ahí ha perdido; el mensaje de las elecciones en el DF fue muy claro: la militancia no se dejó llevar por los programas asistencialistas del gobierno capitalino y Morena le quitó 8 puntos porcentuales al PRD, entre ellas las delegaciones más simbólicas.
La salida del PRD está a la izquierda. El escenario ideológico de México y el mundo ya no le teme al significado de socialismo; hasta 1981, el PCM vivió de un espacio de la cultura política no sólo socialista sino comunista y nada pasaba; los votos fueron bajos para el PCM no tanto por enarbolar la hoz y el martillo del comunismo, sino porque su programa era muy soviético en materia de expropiaciones y tomas de centros de producción.
El socialismo es una cultura política e ideológica con gran espacio en México; la conceptualización del PRD y Morena como izquierda es un atentado a la ideología porque los dos no pasan de ser organizaciones asistencialistas y neopopulistas. En el 68, el PCM instaló su espacio de influencia en sindicatos y estudiantes. Hoy los trabajadores están al garete y los jóvenes prefieren la crítica en Twitter que la organización política.
El movimiento #YoSoy132 comenzó como una oleada contra el PRI en las elecciones de 2012 pero se desvió y desinfló cuando su agenda se redujo a criticar a Televisa, olvidándose del sistema y el régimen políticos.
El gran giro estratégico que le queda al PRD es a la izquierda socialista; el mensaje electoral del 7-J fue contra la figura de Miguel Ángel Mancera como candidato externo del PRD y favorable al liderazgo de López Obrador. La fuerza interna de Los Chuchos no le alcanza para recuperar el PRD, aunque el gran pasivo ideológico del partido es la inexistencia de un grupo con poder de propuesta socialista porque los viejos comunistas ya se perredizaron en la burocracia partidista.
Si Los Chuchos no sueltan el partido o son incapaces de impulsar una nueva propuesta ideológica, el PRD no llegará a las presidenciales del 2018 como partido competitivo y el espacio neopopulista lo tomará López Obrador. Y el único grupo que puede tener en liderazgo para refundar al PRD como partido socialista democrático es el de Cuauhtémoc Cárdenas y otros fundadores.
El relevo de Carlos Navarrete dirá si el PRD de Los Chuchos entendió el mensaje del 7-J o si seguirán el camino inevitable al precipicio.