Hidratación total: Piel joven y fresca en todo el cuerpo

Preservar el agua de nuestra piel es esencial para mantener su salud y lozanía. En este informe, los mejores cuidados para evitar la deshidratación, los principios activos más eficaces, tratamientos a base de tecnología y una dieta hidratante.
La piel de la cara y el cuerpo sufren durante todo el año diferentes tipos de agresio­nes provenientes de los agentes climáticos, el estrés o nuestro es­tilo de vida. Algunas de ellas pro­vocan deshidratación cualquiera sea nuestro tipo de cutis, por eso es indispensable establecer una rutina de cuidados para reponer la humedad perdida.

Por qué es importante

“Aportar hidratación es fundamen­tal para el correcto funcionamiento de la piel, y para evitar la pérdida de agua, que genera asperezas, desca­mación, resecamiento, falta de elas­ticidad, rugosidad y envejecimiento cutáneo prematuro. Por lo general se recomienda en edades tempra­nas el uso de fórmulas hidratantes, ya que el órgano más extenso que tenemos, es un medio de contacto con el exterior y una barrera que protege al resto de nuestro cuerpo, aunque hay que considerar varios factores tales como enfermedades asociadas, biotipo cutáneo, clima, actividad habitual, etcétera, que tal vez hagan de su indicación un comienzo más temprano o tardío”, señala la doctora Mónica Maiolino, médica dermatóloga de la Sociedad Argentina de Dermatología.
La exposición al sol durante las va­caciones tanto de verano como de invierno, así como cuando practica­mos deportes, es una de las causas más frecuentes de deshidratación.
“El calor del sol provoca la evapo­ración de agua de nuestro cuerpo y por ello debemos reponerla. El uso de geles y emulsiones postsolares otorga el balance hídrico adecuado, y evita la descamación excesiva. Además, no hay que olvidar aplicar­se protectores solares que hidratan y protegen la piel en el momento de la exposición.”
Los principios activos que hidratan la piel
Una buena crema hidratante debe contener principios activos con estas propie­dades:
Higroscópicos/humectantes (atraen agua).Oclusivos (conservan el agua en la epidermis).Emolientes (brindan sensa­ción de suavidad e hidratación).
“Los componentes humectantes/ higroscópicos atraen el agua de afuera hacia adentro, hacia las capas más profundas de la epidermis. Como humectantes podemos mencionar la glicerina, el lactato de amonio, la urea, el propilenglicol y el ácido hialurónico. Los ingredien­tes oclusivos son los que retrasan la evaporación y la pérdida de agua, y la conservan; a veces pueden dar sensa­ción pegajosa y entre ellos se encuen­tran los aceites vegetales o minerales, las ceras, lanolina y los petrolatos. Los emolientes combinan eficacia y buena apariencia cosmética, proporcionan una textura suave a la piel. Ejemplos de estos son el aceite de jojoba y la dimeticona”, explica la doctora María Carolina Baz­tán, especialista en Dermatología.

Además, una crema puede tener entre sus ingredientes los llamados restau­radores, sustancias que restablecen los lí­pidos y el factor de humectación natural de la piel, para proteger la barrera cutá­nea. Se destacan la avena, el pantenol y el ácido pirrolidona carboxílico.
Por su parte, la doctora Maiolino re­comienda para el día utilizar formula­ciones hidratantes con vitamina A que ayudan a lograr la diferenciación celular adecuada y evitar así que la piel se deshi­drate. “Además se estimula la formación de colágeno y se minimizan arrugas y surcos. También es fundamental la vitamina E para restaurar la piel y devol­verle su balance hídrico natural. Por su acción antiradicales libres es un potente antioxidante, evita el daño celular y previene el envejecimiento prematuro. A la vez, tiene acción antiinflamatoria y humectante”, sostiene la especialista.

Las texturas ideales

Todas las pieles necesitan hidratación pero los vehículos pueden ser diferentes según su necesidad. “Lo que varía en los diferentes productos es la viscosidad de cada uno, y esta presentación tiene que ver con las necesidades de cada tipo de piel. La crema es una forma farmacéu­tica que se presenta más espesa y con absorción más lenta. Una emulsión es una formulación más ligera, no grasa y que se absorbe rápidamente. Los geles son más livianos aún.
Por lo general las cremas se indican en pieles normales a secas, en pacien­tes de mediana edad y mayores, o en pacientes jóvenes cuya piel tiene poca capacidad de retener agua y por ello muestra sequedad”, dice Maiolino.
Las emulsiones suelen indicarse en biotipos normales a mixtos ya que de esta manera la piel está más permeable, cuidada y no se engrasa fácilmente.
En conclusión, si un tipo de cutis precisa una crema pero se usa una emulsión, la sensación será que la humectación es insuficiente, ya que la fórmula es más liviana, y por lo tanto se corre el riesgo de que la paciente se coloque el produc­to más veces de lo necesario.
En el caso de una piel con tendencia a grasa que emplea una crema, el efecto no será el adecuado, ya que tiene una textura enri­quecida y estas presentaciones aplicadas en un biotipo incorrecto predisponen a que el sebo aumente, se tapen los poros o aparezcan comedones y granos.

Lo último: el ácido hialurónico

El ácido hialurónico (AH), muy usado en cremas, tratamientos médicos y píldoras, es un componente natural de la piel que actúa como una esponja y puede absorber una cantidad de agua mil veces mayor que el tamaño de cada una de sus partículas. Se produce en la dermis y su función es mantener la piel tersa y turgente, actuando como “relleno” en la matriz celular.

“El AH es una molécula de azúcar que tiene como característica arrastrar agua. Por lo tanto, generará humectación de la piel, turgencia, alisamiento de las arruguitas y luminosidad. Se usa tanto en cremas como en mesoterapia, y como material de relleno. Está presente en toda la especie animal, desde el mosquito hasta el hom­bre, por lo tanto, no da alergia”, dice la doctora Irene Bermejo, dermatóloga.

“Empleado con la técnica de mesoterapia se pueden realizar múltiples punturas superficiales, ya sea en forma de nappage (máscara untuosa), pistola de inyección, o con micropápulas, para que penetre en forma subcutánea. Este tipo de terapia apunta a generar una mayor hidrata­ción y un aspecto rejuvenecido de la piel. Se realizan sesiones semanales a lo largo de tres o cuatro meses”, aconseja Bermejo.

En la actualidad el ácido hialurónico también se puede consumir en com­primidos de venta libre. Se toman dos al día, acompañados de dos litros de líquido durante la jornada. La prome­sa es que en cinco semanas mejora el volumen y textura de la piel.