Síndrome de Pickwick, somnolencia por sobrepeso

El exceso de grasa corporal tiene efectos negativos en la salud, algunos casi tan desconocidos como el síndrome de Pickwick, que se caracteriza por roncar, tener sueño siempre y padecer problemas circulatorios. No lo ignore, ya que requiere tratamiento especializado.
Uno de los autores más productivos del siglo XIX, Charles Dickens (1812-1870), publicó en 1937 una novela breve, Los papeles póstumos del Club Pickwick, donde describió las peripecias de «Joe», un muchacho robusto que se quedaba dormido en los momentos más inoportunos. Seguramente el brillante escritor ingleses estaba lejos de imaginar que casi 120 años después, en 1956, varios especialistas publicarían un informe para describir la presencia de somnolencia en pacientes con obesidad, y que dada la similitud con el personaje de la obra bautizarían a esta condición como síndrome de Pickwick.
Este padecimiento, también llamado hipoventilación por obesidad, se relaciona estrechamente con apnea obstructiva del sueño (roncar) y se distingue por la incapacidad para respirar la cantidad de oxígeno que requieren células y tejidos del organismo para funcionar adecuadamente. También es común observar problemas cardiacos y de concentración mental que disminuyen importantemente la calidad de vida de los pacientes.
No hay estadísticas definitivas respecto a la incidencia del síndrome de Pickwick, sobre todo porque muchas personas que viven con él no han sido diagnosticadas, pero se estima que podría presentarse en 2% o 4% de la población general, especialmente en hombres de entre 35 y 60 años de edad. Asimismo, se sabe que la falta de tratamiento se relaciona con mayor riesgo de sufrir un accidente o de fallecer por complicaciones en el sistema circulatorio.
Vivir sin aire
Aunque se considera que algunos casos se deben a deficiencia en la transmisión de impulsos eléctricos del cerebro, la gran mayoría de los pacientes con síndrome de Pickwick presentan notable exceso de grasa corporal que impacta desfavorablemente en su respiración, tanto al estar despierto como en horas de sueño.
Primeramente hay que decir que el sobrepeso dificulta el trabajo de los músculos de la pared torácica, de modo que la circulación de aire en los pulmones se vuelve poco eficiente. No es necesario ahondar demasiado en este punto, ya que es popularmente conocido que muchas personas con obesidad severa respiran en forma acelerada y difícil, e incluso que deben hacerlo por la boca después de realizar ligero esfuerzo.
Más grave es la interrupción de la respiración durante al menos 10 segundos varias veces durante la noche, denominada apnea obs-tructiva del sueño, la cual resulta de la combinación de factores naturales y obesidad. Es normal que los músculos de la garganta se relajen durante el sueño, de modo que el área por la que circula el aire disminuye en todo individuo.
Sin embargo, en las personas con sobrepeso se ha observado que la grasa depositada en el cuello (papada) ejerce presión adicional en los tejidos, lo que genera mayor esfuerzo del organismo para inhalar y exhalar, el cual se manifiesta a través de ronquidos.
Ambos factores ocasionan disminución notable de los niveles de oxígeno en la sangre (hipoxia) y dificultad para eliminar dióxido de carbono (acidosis respiratoria), además de falta de descanso reparador y fatiga del sistema circulatorio.
Todo esto se manifiesta a través de los síntomas característicos del síndrome de Pickwick:
Somnolencia excesiva durante el día (hipersomnia diurna). Puede resultar incontrolable al punto de que el individuo se queda dormido en situaciones inapropiadas, como al esperar la luz verde del semáforo mientras se maneja un automóvil o durante una conversación.
Falta de memoria y problemas para mantener la concentración.
Alteraciones del humor y carácter, como enojos frecuentes o depresión.
Dificultad para respirar (disnea) y fatiga tras realizar un esfuerzo mínimo.
Fuertes dolores de cabeza durante la mañana.
Ligera coloración azulada en uñas, dedos de pies y manos, nariz y orejas, debido a falta de oxígeno.
Aumento de la presión arterial (hipertensión) y alteraciones en el ritmo cardiaco (arritmias).
Hinchazón de tobillos, pies y piernas por acumulación de líquidos (edema) debido a que la apnea del sueño debilita gradualmente al sistema circulatorio.
Falta de apetito sexual y disfunción eréctil.
Además de que la somnolencia diurna de las personas con hipoventilación por obesidad está relacionada con mayor riesgo de sufrir accidentes de tráfico o laborales, estudios recientes han revelado que los pacientes que roncan presentan hiper-tensión arterial en 50% de los casos y que también es común que sufran arritmias, de modo que el riesgo de sufrir infarto cerebral (ruptura o taponamiento de los vasos sanguíneos que irrigan al cerebro) o del miocardio (muerte de tejido del corazón por falta de sangre) aumenta considerablemente.
No por nada, investigaciones anteriores han revelado que 37% de los individuos con enfermedades cardiacas experimentan apneas del sueño.

Menos peso, mejor sueño
La severidad de cada caso y las medidas a seguir serán determinadas por un médico especialista en trastornos del sueño, quien por lo general recurre a un estudio polisomnográfico para establecer el diagnóstico. Dicha técnica consiste en monitorear durante la noche, con ayuda de sistemas automatizados, la actividad de pulmones, cerebro y corazón del paciente, además de que se lleva un registro de niveles de oxígeno en sangre y movimientos de brazos y piernas.

La polisomnografía muestra que el grado de apnea es leve cuando el individuo deja de respirar menos de 15 veces por cada hora de sueño, moderado si hay entre 16 y 50 interrupciones del flujo de aire en idéntico período, y severo con 80 o más suspensiones de la actividad pulmonar en un lapso de 60 minutos.

En los casos más leves se recurre invariablemente al control de peso y a cuidar la postura utilizada por el paciente al dormir (se aconseja acostarse de lado y nunca boca arriba); incluso, se puede utilizar una prótesis bucal o mandibular, similar a una mordedera, que ayuda a que la garganta no se cierre y permita adecuado flujo de aire. En los demás pacientes se puede recurrir a un equipo dotado de mascarilla que gradúa la presión del aire para mantener la garganta abierta, o a intervención quirúrgica para corregir alguna posible malformación en boca, nariz o garganta que evite el paso de aire.

No se recomienda el consumo de medicamentos para conciliar el sueño (hipnóticos) en el síndrome de Pickwick, ya que estos fármacos ayudan a disminuir la tensión muscular y pueden empeorar la situación, pues cabe recordar que el origen de los ronquidos tiene que ver, precisamente, con la obstrucción del paso de aire por la garganta debido a la relajación de sus tejidos.

La prevención y mejoramiento de éste y otros trastornos del sueño también se basa en reglas generales, conocidas como «higiene del sueño», las cuales consisten en:

Tener horario fijo tanto para irse a la cama como para despertar, y ajustarse a él lo más posible, incluyendo fines de semana y días de descanso.
Evitar comidas abundantes dos horas antes de dormir, ya que el exceso de alimento genera estrés por el trabajo que demanda el organismo para su digestión. Se debe optar por una cena ligera excluyendo carnes y grasas animales.
No acostarse con hambre o sed, o después de comer o beber demasiado, a fin de evitar interrupciones en la noche.
Disminuir el consumo de alcohol, café, tabaco y refrescos de cola, ya que son bebidas estimulantes del sistema nervioso, las cuales dificultan conciliar el sueño.
Evitar leer o ver televisión acostado, y desechar el hábito de «arrullarse» con la radio o viendo una película.
Suspender la práctica de ejercicio cuando menos dos horas antes de dormir, a fin de que el organismo se encuentre relajado.
Interrumpir actividades mentales de alta exigencia 1 o 2 horas antes de acostarse, de modo que las ocupaciones y preocupaciones se atiendan al día siguiente.
No incurrir en la automedicación de somníferos, ya que su uso diario sin control, aún aquellos productos con bajo riesgo de adicción, les hace perder su efectividad al cabo de algunas semanas, amén de que al suspenderse su administración en forma abrupta pueden generarse nuevas alteraciones en el sueño.
Procurar que el dormitorio sea silencioso, cómodo y que cuente con adecuada oscuridad y ventilación para facilitar el sueño.
Erradicar siestas (dormir durante el día) de más de media hora, ya que con esto sólo se logrará alterar el ritmo de sueño y vigilia.
Ante todo, es muy importante que las personas con problemas severos de obesidad disminuyan el volumen de grasa corporal, pues se ha observado que incluso una pérdida de tan sólo 10% del peso puede reducir el número de eventos de apnea en la mayoría de los pacientes y mejorar notablemente la calidad del sueño. Su descanso y su salud bien valen el esfuerzo, ¿no lo cree?