Ebrard terminó como René Bejarano

Surgido de las estructuras de poder del salinismo, Marcelo Ebrard Casaubón no tiene por qué llamarse perseguido o engañado. Lo que le ocurrió no fue sino el resultado de un juego de poder: quiso jugar dentro del sistema para beneficiarse fuera, perdió y tendrá que pagar sus facturas.
Ebrard ha sido víctima de su propia inteligencia al servicio de la perversidad. Sin ideas, sin proyecto político, sin asumir la bandera de la transición que enarboló hasta su muerte su protector Manuel Camacho Solís y beneficiario de sí mismo, Ebrard también tendrá que pagar la factura del poder opositor sin reglas.
Lo de menos es que el brazo de la justicia lo alcance o le perdone la vida, lo que no le debe importar es ampararse. A Ebrard lo tritura la maquinaria política del poder o lo que se conoce en la política subterránea como aparatich —la tiranía de la burocracia que encontro Trotsky enc racia que encontroder o l,o que se conoce en la pole lña vida, lo meó Trotsky en la estructura de poder de Stalin y el estalinismo— y que en México siempre ha funcionado con anuencia o sin ella, por encima o por abajo o fuera del aparato del poder.
Forjado en la cultura priísta de la maniobra, Ebrard se olvidó de sus enseñanzas. Al final de cuentas, en el PRI, el PAN y el PRD funciona la política como un conjunto de reglas paralegales o al margen de la legalidad que cuidan a las principales instituciones. Camacho, por ejemplo, se rebeló en 1994 y 1995 y el aparatich lo orilló a salirse del PRI; ya fuera, Camacho no utilizó el poder para la venganza ni para el ajuste mafioso de cuentas, ni menos para la delación.
Ebrard pasó por la sucesión presidencial de 1994, la crisis zapatista de 1994, el cardenismo en la oposición y se alió a López Obrador. Pero en lugar de optar como Camacho por el borrón y cuenta nueva, Ebrard utilizó el poder para la elaboración de expedientes secretos sobre las élites priístas y sobre algunos de sus propios colaboradores.
El viejo estilo del callismo, Ebrard prefirió la política mafiosa que la organización de las ideas. Como lector atento de la política de los pasadizos secretos rompió las reglas y los límites de la oposición: consolidar fuerza dentro de la institucionalidad; con el poder la Secretaría de Seguridad Pública y luego de la jefatura de gobierno, armó grupos de acopio de información secreta, lo que nunca se habían atrevido Cárdenas ni López Obrador.
De ahí que Ebrard se deba ver sólo como víctima de sí mismo. Y con esta lectura política de los acontecimientos habría que revisar la apertura de expedientes de parte del gobierno del DF contra Ebrard. Como en política no hay casos excepcionales, la crisis en las relaciones Miguel Ángel Mancera-Ebrard puede revisarse con el marco de referencia de la sucesión presidencial de 1994 en cuanto a la relación de Zedillo con Salinas.
Zedillo fue impuesto por Salinas como candidato suplente pero el nuevo presidente llegaba con la carga política del asesinato de Luis Donaldo Colosio que en las calles se había visto como una decisión de Salinas. Por tanto, Zedillo armó el expediente contra Raúl Salinas no tanto por el caso Ruiz Massieu sino para romper la complicidad de la sangre. Con Raúl en la cárcel nadie dudó que Zedillo ya no dependía de Salinas. Luis Echeverría hizo lo mismo con Díaz Ordaz: criticarlo para romper la complicidad de la sangre de Tlatelolco.
Ebrard abusó de su poder y dejó entrever que Mancera sería el Ortiz Rubio de Calles: un títere. Los expedientes del GDF rompieron cualquier complicidad de Mancera con Ebrard. Ya no importa si hay o no órdenes de aprehensión contra Ebrard; la persecución judicial contra funcionarios de Ebrard en la Línea 12 hizo añicos los sueños presidenciales de Ebrard.
En todo caso, Ebrard se sintió el Calles de la política perredista pero no le alcanzará más que para ser el nuevo Bejarano: como el René Bejarano de las ligas y el dinero negro recibido del empresario Carlos Ahumada, Ebrard podrá reconstruirse sobre el pantano de la corrupción sin intentar limpiar su nombre sino apostarle a construir una estructura de poder. Y como Bejarano, Ebrard ya carecerá de fuerza política para algún cargo superior —la presidencia, por ejemplo— y tendrá que conformarse con controlar grupos que obliguen al PRD y a López Obrador a negociar con él algunas posiciones de poder.
Famosas últimas palabras: “Se desahogaron todas y cada una de las diligencias no existiendo alguna por desahogar y mediante acuerdo de fecha 6 de los actuales se realiza determinación de No Ejercicio de la Acción Penal»: dictamen de la Procuraduría del DF que exoneró a Cuauhtémoc Gutiérrez, líder del PRI en el DF, de trata y promoción de la prostitución.
Es pregunta: Si las metas del PIB siguen ajustándose a la baja para los próximos cuando menos dos años, ¿qué escenario político enfrentará el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, como precandidato a la presidencia de la república?
La crisis que viene: Si la crisis en la CNTE ya no es noticia, algunos analistas están previendo efectos negativos en el SNTE por el ejercicio de la autoridad ante los maestros disidentes