Porfirio Díaz: la culpa fue de Limantour

El juicio a Porfirio Díaz debe eludir la lectura del pensamiento histórico del discurso oficial del PRI: en los hechos hubo más parecidos entre Díaz y Benito Juárez que los que la historia patria quiere reconocer.
Díaz quedó atrapado en su propia lógica de poder: la única garantía de continuidad de su proyecto modernizador no era él mismo pero no supo construir una sucesión. Su ideal sucesorio fue José Yves Limantour, pero este tecnócrata simplemente despreció la política y le dijo no a Díaz en cuando menos tres ocasiones. La dinámica del grupo gobernante llevo a reelecciones sucesivas.
A cien años de su fallecimiento en París, Díaz merece una revisión desapasionada y más cuando el PRI ya no representa la historia oficial del pensamiento histórico o doctrina de interpretación unilateral del pasado. El tema de la reelección es vital:
Díaz se levantó contra Juárez con el Plan de la Noria para oponerse a la reelección del Benemérito, pero luego puso a su compadre Manuel González como presidente 1880-1884 para regresar y no irse. El presidente Díaz modificó en 1878 la Constitución de 1857 para prohibir la reelección inmediata; en 1887 volvió a reformarla para permitir la reelección inmediata por una ocasión; y la tercera reforma fue de 1890 para fijar el periodo de duración ya sin hablar de reelección y por tanto permitiéndola.
El propio Limantour y el periodista Carlos Díaz Dufoo contaron las ocasiones en que Díaz, deslumbrado por el modelo de modernización articulado por el partido Unión Liberal en 1892, propuso que Limantour fuera su sucesor. Díaz le ofreció el cargo a Limantour en 1896, 1900 y 1904 pero el abogado hacendario se negó con un argumento implacable: “en política, para lograr el objetivo que se desea es preciso marchar siempre en zigzag, o por curvas, disimular la intención con disfraces o sin ellos, entrar en compromisos de manga ancha, y en casos frecuentes, establecer distinciones injustificadas, según las circunstancias y las personas. No es así la gestión administrativa, en la que, si se pretende alcanzar un resultado satisfactorio, la línea recta es la única posible”.
En 1904 el periódico The Mexican Herald resumió en una frase el proyecto de Limantour, aunque esa frase se le ha acreditado a Díaz: “el señor Limantour ha realizado en su esfera el lema del ilustre presidente: “mucha administración y poca política”.
La intención de Díaz fue la de hacer vicepresidente a Limantour y Díaz pasar a retiro. Inclusive, para la elección de 1904 le ofreció a Limantour irse de vacaciones por dos años para dar una continuidad sin rupturas. Pero Limantour se negó y provocó el enojo de Díaz que registra Díaz Dufoo, entonces periodista de El Imparcial.
Limantour, en efecto, no era político, tenía a su esposa enferma y carecía de sensibilidad de gobierno. Pero su Partido Unión Liberal dibujó en 1892 la modernización de México. Ahí vio Díaz su salida de la presidencia aunque obviamente no del poder. Con Limantour como el modernizador y Díaz como el poder detrás de la silla presidencial, México hubiera sido otro. Lo grave fue que Limantour dejó a Díaz sin opciones porque acusó al general a Bernardo Reyes de atacarlo y Díaz lo exilió en Europa. Reyes aparecía como valido de Díaz.
Al ser de nuevo bateado por Limantour en 1904, Díaz no tuvo más camino que la enésima reelección. Rodeado por la élite represora, preso en su sistema político de control presidencial de prensa, gobernadores y congreso, implacable en la mano dura contra disidentes, Díaz se enfiló a la elección de 1910 sólo con Ramón Corral como vicepresidente, un político débil y recomendado de Limantour pero incapaz de ocupar el espacio del dictador.
En abril de 1911, en su último informe de gobierno y a semanas de renunciar, Díaz aceptó escuchar la voz del pueblo sobre la reelección y ofreció en el congreso una reforma sobre ese tema que “ha agitado últimamente” en legislaturas estatales y prensa y ofreció apadrinar una iniciativa de ley contra “el principio de no reelección de los funcionarios del poder ejecutivo que derivan del sufragio popular”. Pero fue demasiado tarde y más bien creyendo que la revolución era contra la no reelección cuando en realidad fue contra la dictadura.
Díaz fue, en el pensamiento histórico de la historia oficial, el némesis para consolidar el discurso de la Revolución.
Famosas últimas palabras: “El futuro de Europa no está en juego por la crisis de Grecia”: Angela Merker, canciller de Alemania y jefa de la Unión europea que quiere someter a Grecia a la disciplina neoliberal.
Es pregunta: ¿Será cierto que ya están listas las órdenes de aprehensión contra los liderazgos de la CNTE en Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Michoacán, y que ahora sí se ejercerán sin concesiones?