Cuarenta años de la canción «Misa campesina nicaragüense» de Mejía Godoy

Aquella tarde de Semana Santa en Solentiname una avioneta de ruido ensordecedor sobrevolaba tan bajo, que todos creían que caería sobre ellos. A la isla del Gran Lago de Nicaragua —convertida en comunidad— habían llegado campesinos de todas las poblaciones cercanas, incluso, recuerda el poeta y sacerdote Ernesto Cardenal, entre la multitud todos sabían que había espías mezclados. Era 1975 y Carlos Mejía Godoy y su grupo de Palacagüina estrenaban la Misa campesina nicaragüense.
Eran tiempos de utopías en Latinoamérica, pero también de injusticia y violencia generalizada, Mejía Godoy y un grupo de músicos habían trabajado en la propia isla, durante varios meses, en las diferentes secciones de la composición. Dos objetivos claros estaban en la mente del compositor: condensar en un gran canto todas las músicas de su patria y hablarle a los hombres de un Dios más cercano, de un Dios convertido en artesano, en carpintero, campesino o albañil.
La composición de la Misa campesina nicaragüense obedeció a una forma de acercar el mensaje revolucionario a través de la música y del mensaje teológico, como ya había sucedido en otros países. Aunque algunos han asociado la creación a Cardenal, él mismo afirma que no fue así y que sólo sirvió, junto con su hermano Fernando, de asesor teológico, “explicando ciertas palabras que ya perdieron su sentido original y deben retraducirse”, dice en Las ínsulas extrañas: Memorias II (FCE).
Por ejemplo en la frase “Señor, ten piedad”, la Biblia refiere “piedad” como compasión con el oprimido y su sentido era el de la palabra actual solidaridad. Con ayuda de Cardenal, Mejía Godoy lo tradujo: “Señor, solidarízate con nosotros”. Si bien el poeta y sacerdote no tuvo que ver más en la creación, como cura en Solentiname promovió que la obra de Mejía Godoy se convirtiera en la misa de cada domingo y también escribió para la contraportada del disco, defendiendo la composición, más tarde prohibida por la Iglesia y así considerada hasta la actualidad.
Carlos Mejía Godoy contaba entonces ya con reconocimiento y se le veía como el más importante exponente de la nueva canción nicaragüense, pero otros sucesos menos rimbombantes habían hecho mella en él. Primero que nada, un colegio religioso, el Saleciano, había sido decisivo en su formación, al grado de que pensó convertirse en cura. El cercano asesinato del Che Guevara y la inmolación del poeta y guerrillero Leonel Rugama, así como la creencia en ese momento de que la lucha del Frente Sandinista de Liberación Nacional era la única opción para su país, forman parte del momento en el que se gesta la Misa campesina.
Había además una intención artística que él mismo explicó: “Intenté, y creo que lo logré, incluir en la Misa todos los ritmos de Nicaragua, el canto miskito representa la Costa Atlántica, la mazurca representa a las Segovias.
el son de toros, las fiestas tradicionales de Nicaragua, va la marimba, va el son nica propiamente dicho, el son de Pascua que es el Dios de los Pobres.

“Es decir, que están representados todos los ritmos de Nicaragua. Inserté la Mora Limpia, que es una canción que aunque es de autor conocido, Justo Santos, es un clásico ya de la música nicaragüense. En el Gloria y en el mismo Gloria al comienzo, rompo con la Mama Ramona tantantaratantanta,la la la… La Chancha Flaca entra en el Ofertorio y la Perra Renca en el Kyrie”.

Pero quizás como afirma Cardenal en sus memorias, “lo más osado de esta misa es que habla de un Dios que suda en la calle, que hace fila para que se le pague su jornal, que ha sido visto vendiendo lotería y en las gasolinerías chequeando las llantas de un camión y patroleando carreteras con guantes de cuero y overol. Esto puede parecer herético y aun blasfemo, pero Carlos Mejía, que estuvo en un seminario estudiando para cura, sabe que es el dogma central de la ortodoxia cristiana: un Dios hombre, y hombre trabajador”.