Margit Frenk: Honran a una «divina garza»

Para Margit Frenk (Hamburgo, Alemania, 1925), la lengua española es una suerte de edificio que se ha construido al paso de los siglos, un organismo vivo que respira, crece, se inquieta y muta, una construcción que en lugar de vigas y ladrillos se sostiene de palabras sobre un cimiento de sintaxis. Así que su estudio es tan necesario como la existencia de la biología o la arquitectura. Así lo comenta la ensayista y filóloga en entrevista con Excélsior, quien recibirá un homenaje en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, para celebrar sus 90 años de vida, el próximo 18 de agosto. “Sobre este homenaje puedo decirte que me siento contenta, es emocionante y hace que uno se sienta la divina garza por un momento (dice en broma). Es bonito”. Especialista en lírica popular antigua española y autora de libros como Nuevo corpus de la antigua lírica popular hispánica (2003), Entre la voz y el silencio (2005), Poesía popular hispánica: 44 estudios (2006) y un ensayo introductorio a la nueva edición de El cantar de mio Cid que recientemente publicó la Academia Mexicana de la Lengua (AML), entre otros, Frenk ha sido académica por el Colegio de México (Colmex) y la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Ahora, desde el sillón de su casa en el centro de Tlalpan, la ensayista asegura que hace mucho que no piensa en las jarchas mozárabes, esos versos que se volvieron populares alrededor del siglo IX. “Hace mucho que hice eso, es un campo en el que ya no se puede explorar nada”, dice entre risas.
Más bien reincide en el terreno de la lírica popular antigua española, esa lírica o canciones populares que fueron hechas durante la Edad Media, pero que casi nadie ponía por escrito.
Lo cierto es que hubo una moda o un gusto por esas canciones, la cual empezó cuando las recopilaciones de música de la época se apoyaban en canciones populares, explica.
¿Considera que esta lírica modificó, de alguna forma, la lengua española?, se le pregunta a la estudiosa. “Yo no lo creo, porque la lengua vive, tiene su propia vida, su propia evolución y transformación, independientemente de la literatura y las canciones populares. No creo que un producto literario influya decisivamente en la lengua”.
Una de las preguntas que durante mucho tiempo rondaron la cabeza de Frenk fue la siguiente: ¿por qué durante el siglo XVII las personas de todas las clases sociales asistían al teatro? La respuesta tardó en encontrarla y ahora parece obvia:
“Porque todos eran fanáticos del teatro. Además, ahora se sabe que cada tarde las personas iban al corral de comedias, a oír piezas de Félix Lope de Vega, Juan Ruiz de Alarcón y Tirso de Molina”.
Entonces la académica se detiene en un detalle: ¿Y cómo era posible que los analfabetos entendieran esas comedias llenas de mitología, historia antigua, construidas en verso y con un lenguaje retórico complejo?
“Eso fue posible porque hasta la gente más humilde y analfabeta habían oído mucha literatura en voz alta”, asegura.
Este fenómeno tiene una explicación, comenta, pues hasta antes del siglo XIX toda la lectura era en voz alta. “En ese tiempo muy pocos leían en silencio; con decirte que el verbo leer significaba leer en voz alta y que cuando alguien quería referir la lectura en silencio debía decir que alguien leía en secreto o para sí. Así que este acto de la lectura en silencio es muy reciente”.
Al respecto, el propio J.W. Goethe comentó alrededor del año 1800 que eso de leer en silencio era algo totalmente artificial, pues la poesía debía recitarse y cantarse, y el teatro debería actuarse para que todos los géneros entraran por el oído y no por la vista, apunta.

UNA ILUSIÓN, ?UNA PASIÓN

Otro de los temas que le interesan a Margit Frenk es el de la oralidad pura. ¿Acaso esto es posible? En su opinión sí, pues aunque se sabe que donde existe la escritura no puede haber oralidad pura, muchas lenguas en todo el mundo carecen de escritura. Y eso abona a una oralidad pura.

Para comprobarlo, recuerda que un equipo de investigadores de la UNAM lleva a cabo en Morelia un estudio sobre las tradiciones y la oralidad pura a partir de las leyendas existentes.

¿Puede sobrevivir una lengua pura a pesar de que las leyendas mutan al transmitirse?, se le inquiere. “Pienso que la poesía popular vive en variantes, es decir, no existe un texto fijo, sino que se mueve y se repite, pero en el fondo siempre conserva algo esencial de cada texto. Es cierto, los cuentos y las leyendas se transmiten y cambian las palabras, pero la esencia se mantiene”.

¿Es la lengua de la Edad Media un objeto inmóvil? “A menudo se piensa que la lengua española de la Edad Media está fija, pero sólo es una ilusión. La vemos inmóvil en los textos, pero al leer varias versiones de un mismo manuscrito comprenderíamos que sigue en movimiento”.

¿Qué opina de quienes piensan que es innecesario estudiar la historia de la lengua española? “Equivale a pensar que no deberíamos de estudiar los animales, ¿para qué estudiar la biología, los árboles, las plantas? La gente dice eso porque no comprende lo que significa la pasión por investigar”.

Para cerrar la entrevista, Margit Frenk vuelve la mirada al pasado y recuerda en qué momento se interesó por la lengua española y la literatura del siglo de oro. Primero le viene la imagen de su mamá, la escritora y traductora Mariana Frenk-Westheim, quien tradujo Pedro Páramo de Juan Rulfo al alemán.

“Ella estudió literatura española, portuguesa y francesa sin tener estudios formales. Claro que esas cosas no se heredan, pero sí se obtienen”, asegura. Sin embargo, reconoce que cuando ella ingresó a la universidad quería estudiar filosofía y sicología.

“Era lo que me apasionaba, pero mis papás vivían con pocos recursos y la idea era terminar los estudios y dar clases de secundaria. Pero como la filosofía y la sicología no me servían para eso, entré a la Facultad de Filosofía y Letras”, donde cursó una carrera frustrante por el bajo nivel de enseñanza. Poco después descubriría la lírica popular antigua con Julio Torri. Desde entonces ha vivido enamorada del tema.

¿QUIÉN ES MARGIT FRENK?

Filóloga, hispanista y traductora. Vive en México desde 1930. Trabaja como académica en la UNAM y desde 1993 es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua (AML). Es autora de Las jarchas mozárabes y los comienzos de la lírica románica, el Nuevo corpus de la antigua lírica popular hispánica, Entre la voz y el silencio y Poesía popular hispánica: 44 estudios. Ha investigado el Siglo de Oro español y la poesía novohispana. Este año publicará su libro Don Quijote ¿muere cuerdo? y otros ensayos.