Ovación para el violinista Joshua Bell en Bellas Artes

El violinista estadounidense Joshua Bell (Bloomington, Indiana, 1967) triunfó la noche del sábado, durante el primer concierto que ofreció en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, acompañado por la Academy of St. Martin in the Fields, con un programa que incluyó piezas de W.A. Mozart, Felix Mendelssohn y Ludwig van Beethoven.
Al final, el público se mantuvo de pie y durante cinco minutos ovacionó al intérprete sin descanso. Hubo aplausos y gritos que hicieron salir a Bell en tres ocasiones al escenario. Pero no cedió y se despidió sin conceder encore alguno. Pese a todo, el público no salió decepcionado.
“Fue un concierto perfecto, con una energía pocas veces vista”, comentó Alfonso Ramos, mientras compraba un paraguas afuera del palacio. “Y respecto a que no hubo encore, me parece que la ejecución que hizo fue suficiente”.
“En mi caso, hacía mucho que no veía una orquesta tan bien afinada y tan perfecta”, dijo otro asistente, un estudiante de música, quien pudo ver el concierto en una pantalla que fue instalada a un costado del palacio. “Aquí hizo un frío tremendo, pero valió la pena escuchar a un violinista de otro mundo. Lo único malo fue la presencia de los granaderos que se fueron a la mitad del concierto, hasta que arreció la lluvia”, añadió.

El concierto comenzó a las 19:00 horas. La expectativa era inusual. Joshua Bell salió al escenario vestido de negro, al igual que los integrantes de la orquesta, y se ubicó como primer violín. De inmediato se pudo apreciar la sincronía de los ejecutantes.

Por momentos, Josh, como lo llaman sus amigos, se agitaba como Herbert von Karajan, estiraba el brazo con el arco mientras su cuerpo se electrizaba para marcar los movimientos. Luego tomaba el instrumento, un violín Stradivarius fabricado en 1713, valuado en 3.5 millones de dólares, que la noche del sábado conmocionó una sala repleta.

El programa incluyó la Obertura de Las bodas de Fígaro KV 492 de Mozart, Concierto para violín No. 2 en Mi menor op. 64 de Mendelssohn y la Sinfonía No. 3 en mi bemol mayor op. 55, Heroica de Beethoven.

La Academy of St. Martin in the Fields fue fundada por sir Neville Marriner en 1958 y es reconocida por ser una de las orquestas de cámara con la mayor cantidad de grabaciones en el mundo y por la perfección y su refinado sonido, enraizado en una excepcional maestría musical.

Hasta el momento esta orquesta ha grabado más de 500 discos, obtuvo su primer disco de oro con Las cuatro estaciones de Antonio Vivaldi.