La Galería OMR cambia de piel

La Galería OMR atraviesa un proceso de evolución. Cristóbal Riestra, hijo de Patricia Ortiz Monasterio y Jaime Riestra, fundadores del espacio en 1983, lo definió como un “cambio de piel” que implica un nuevo director, una redefinición de la galería como sitio de promoción y una nueva sede.
Con ello, afirma, se da un “paso adelante” a una trayectoria de más de 30 años. “Es como una serpiente que cambia de piel, aquí cambiamos de dirección y en ese sentido se da una mutación de lo que implica ser una galería”, refiere en entrevista Cristóbal Riestra, quien toma la dirección del espacio que se mudará en septiembre a Córdoba 100, en la colonia Roma.
Con el proyecto de evolución no se olvida la plataforma que representa la galería, pionera en la difusión del arte contemporáneo en el país y el extranjero a través de ferias; sino de sumar estrategias de producción, promoción y distribución afines a la escena actual del arte en México en donde la cultura del coleccionismo está en auge y las prácticas artísticas rebasan la creación de un objeto.
La mudanza a la nueva sede, que abrirá de manera oficial durante la feria Zona Maco 2016, significa entonces repensar la función de una galería según el entorno social, económico y estético, y, principalmente, las distintas maneras de vincularse con los artistas no sólo como agentes de ventas.
“Dedicarnos a comprar y vender obra es alimentar un sistema que hoy en día en el mundo del arte es muy cuestionable. Hay que evolucionar la manera de cómo pensamos nuestra cultura y cómo la reinterpretamos a través de los artistas, y la figura de galería es lo que estoy repensando seriamente.
“¿Cuál es nuestra función como agentes de promoción cultural? Hay ahora una responsabilidad más expresa hacia el público, porque nuestro contexto es muy complicado y soy muy firme en que todos podemos aportar desde distintos ángulos. Entonces hay que reescribir las reglas, porque las que nos imponen ya no responden al contexto en el que estamos”, abunda.
Sin dejar el abanico de artistas representados por la galería, Riestra se interesa por proyectos con injerencia en el paisaje real para que el arte tenga una impronta en la sociedad; no en un sentido romántico de “cambiar al mundo”, pero sí provocar un pensamiento reflexivo a partir de prácticas más cercanas al público como conver-satorios, y no ceñirse al montaje de obra.
Transición paulatina
A largo plazo la casona de Río de Janeiro cerrará, afirma Riestra, pero será de manera progresiva. Así para el Gallery Weekend, en septiembre, los tres espacios –Galería OMR, el 52 y la nueva sede– se articularán para ofrecer un programa de conferencias, charlas y ejercicios de reflexión que eventualmente concluyan en una exhibición.
“El primer proyecto es más un programa, y la idea es poder durante el fin de semana de septiembre de Gallery Weekend que coexistan los tres espacios, el que ha ocupado la galería desde 1983 y luego el que abrimos en 2009 y la evolución al nuevo espacio. El proyecto nace de una colaboración entre Torolab y un colectivo en Barcelona que se llama Intersitac y toma como referencia un texto de 1964 que habla de lo traslocal”.
El objetivo es generar dinámicas más cercanas con el público, y la casona de Río de Janeiro será un sitio de proyección de cine con artistas de reconocimiento internacional cuyo trabajo tiene un sentido en la esfera social que a su vez tengan resonancia en las actividades de la nueva sede.
“Queremos abrir una vertiente, que ya está en algunos de los artistas que representamos, pero queremos que sea un enfoque primario, que es aportar a la parte social. De las conversaciones que se están dando en el mundo del arte las más interesantes son en las que el concepto se vuelve práctica vinculada a la gente. Entonces queremos empaparnos de este diálogo para encontrar dentro de la práctica de la galería qué lugar tenemos dentro de este nuevo contexto y cómo ponemos una plataforma horizontal colaborativa”.
Durante el segundo semestre del año las funciones tanto administrativas como estéticas se mudarán a la calle de Córdoba para que en febrero de 2016 sea la sede oficial. Para ello se piensa también un proceso de digitalización del acervo documental y artístico formado durante tres décadas para hacer más ágil el inventario, y se analiza la posibilidad de hacer algunas donaciones de obras.
Sin detallar el espacio físico de la nueva sede, pues están en trabajos de remodelación, Riestra asegura que tiene salas más amplias, las cuales se ocuparán tanto para exhibir obra como para generar proyectos in situ con la idea de no sólo montar piezas hechas previamente en contextos distintos, sino relacionadas con el entorno local.
El director insiste en que la evolución de la galería no es romper con su pasado, sino usar ese conocimiento para generar nuevas maneras de promoción artística. “En el futuro de la galería yo veo el potencial de una fundación, porque como representantes de artistas nos debe preocupar no sólo el desarrollo de su obra para venderla a un precio alto, sino el crecimiento del artista mismo”.