Sarampión: vieja enfermedad, nueva amenaza

Aunque se pensaba erradicado en Estados Unidos, el regreso del sarampión es una realidad. La cepa del brote que comenzó en el parque de atracciones Disneylandia, en California, ya se identificó en más de 14 países. Esta propagación pone en tela de juicio la decisión de algunos padres que no vacunan a sus hijos por el supuesto de que causa autismo. ¿Esto tiene fundamento médico? Aquí te decimos.
¿Qué es el sarampión?
El virus del sarampión es una enfermedad infecciosa altamente contagiosa que puede presentarse en epidemias, es decir, en múltiples casos relacionados. Es producido por un virus de la familia paramixovirus, del género morbillivirus y puede ser mortal. Es común en niños, de hecho, antes de la introducción en la vacuna en 1965, casi 90% de los casos ocurría en pequeños menores de 10 años.
La propagación del sarampión ocurre a través de pequeñas gotas de secreciones respiratorias que quedan suspendidas en el aire luego de que el enfermo tosió o estornudó. Quienes la padecen pueden contagiarla desde 3 días antes de la aparición de síntomas hasta 4 días después de la erupción de lesiones elevadas y enrojecidas en la piel.
Los síntomas de sarampión comienzan tras un periodo de incubación de 10 a 14 días, los más comunes son: En un lapso de 2 a 4 días se presenta fiebre, falta de apetito, dolor de cuerpo y ojos enrojecidos.
Posteriormente, la fiebre sube y aparece tos seca, ronquera, así como molestias en los ojos, entre ellas hinchazón.
Después se presentan las manchas de Koplik, que son lesiones de color blanco dentro de la boca.
Por último aparecen las características lesiones en la piel, junto a fiebre intensa. Los síntomas progresivamente remiten de 3 a 5 días.
Casos de sarampión en adultos son más severos, pues pueden presentar afección pulmonar que incluso requiera apoyo respiratorio en terapia intensiva, así como para quienes tienen un sistema inmunológico debilitado. Algunas complicaciones que provoca el virus del sarampión son diarrea intensa, otitis media (afección de oído interno), laringitis, neumonía y, en 1 de cada 100 mil casos, se presenta panencefalitis (afección del tejido del cerebro) con resultados mortales.
Sarampión y autismo, ¿existe relación?
Existen pruebas claras de que la vacuna triple viral contra sarampión, paperas y rubéola no produce autismo. No obstante, se cree lo contrario desde que en 1998 se publicó un estudio en la revista británica The Lancet, donde el médico Andrew Wakefield estableció un vínculo entre sarampión y autismo.
Aunque investigadores pusieron en duda que las vacunas causan autismo y la publicación lo invalidó, el daño ya estaba hecho. Los padres estadounidenses creyeron la existencia de este vínculo pese a que desde entonces numerosas indagaciones han concluido que el autismo no tiene mayor presencia en los niños vacunados que en aquellos que no lo fueron.
Cabe aclarar que la vacuna triple viral actual no contiene timerosal, un conservante a base de mercurio que algunas personas suponen sin fundamentos que puede estar vinculado con el autismo.
El autismo es un trastorno del desarrollo que ocasiona problemas en la comunicación, la interacción social y la conducta. Nadie conoce la causa de esta dolencia ni por qué su incidencia, pero se sospecha que es de origen genético.
Riesgos de no inmunizar a tu hijo contra el sarampión
Los expertos señalan que una población está protegida de una enfermedad cuando 92% de ella fue vacunada, incluso, al resto se le considera a salvo por la vacunación de grupo. No obstante, cuando hay más de 8% de personas sin inmunizar, se pone en riesgo a todos.
En el caso del virus del sarampión, es tan contagioso que una persona infectada pone en riesgo a los que no han recibido la inmunización. Esto se comprobó cuando las tasas de vacunación cayeron a finales de la década de los 80 en Estados Unidos, entonces más de 100 mil personas contrajeron la enfermedad y 120 fallecieron como consecuencia.
En cambio, en 1998 las tasas volvieron a subir, con lo que sólo 89 individuos enfermaron y ninguno de ellos pereció. En estas situaciones existen dos grupos vulnerables, puesto que dependen de que haya una mayoría de protegidos a su alrededor:
El sarampión en niños es común, en especial para pequeños de menos de año y medio, a los que todavía no se les puede vacunar.
Los adultos mayores también corren riesgo, algunos nunca se pusieron la vacuna (inventada en 1963) ni tampoco la nueva versión (generalizada a partir de 1989 en diversas partes del mundo).
Quienes resultan infectados se encuentran con que no existe un tratamiento contra el sarampión que sea específico, únicamente se tratan los síntomas a través de medidas como hidratación o humidificación del ambiente. Por ello, la vacuna contra el sarampión toma importancia, ya que es el único modo de prevención.
Casos de sarampión en México
En la República Mexicana se han presentado dos casos relacionados con el brote de sarampión en Estados Unidos. Sin embargo, no han ocurrido contagios con una cepa originada en territorio mexicano desde 1995 y desde entonces no se reportan más de dos casos de sarampión en México al año.
Asimismo, desde 1998 se realizan campañas de vacunación contra el sarampión con la vacuna triple viral, cuya primera dosis se administra a los 12 meses de edad y un refuerzo a los niños de 6 años.