Cómo es el paciente con hipermetropía y sus rasgos

Este problema visual, que causa dificultad para leer, observar el monitor de la computadora o enfocar objetos cercanos, puede corregirse con ayuda de anteojos, lentes de contacto y cirugía láser, aunque ahora también se emplean novedosas alternativas basadas en el uso de energía electromagnética.
La hipermetropía es una condición que se caracteriza porque los objetos próximos se ven borrosos o «fuera de foco», y porque obliga a que la persona afectada realice notables esfuerzos para distinguir su entorno inmediato con claridad. Aunque la gravedad del problema varía en cada caso, es común que el paciente sufra cansancio ocular, dolor de cabeza y cierta desviación en la orientación de los ojos como resultado de su intento por compensar su deficiencia visual.
Este padecimiento de origen hereditario (transmitido de padres a hijos) se debe a un defecto en la estructura del ojo que es exactamente contrario a aquél que origina la miopía (incapacidad para observar objetos lejanos). Para entender esto a detalle podemos imaginar que el globo ocular es como una cámara fotográfica que, gracias a una lente, permite la entrada de un rayo de luz que se deposita sobre un negativo con la finalidad de capturar retratos o paisajes nítidos. Sin embargo, cuando la imagen se forma antes o después de donde se encuentra la película sensible, la placa saldrá borrosa o «fuera de foco».
La retina, ubicada en el fondo interior del ojo, es el tejido que actúa como «película» y que recibe estímulos del exterior como color, tamaño y silueta de los objetos. Si la imagen se enfoca por delante de esta zona, se dice que hay miopía, mientras que cuando se forma por detrás, se presenta hipermetropía. Hay dos causas por las que ocurre esto último: una es que el globo ocular es más pequeño de lo normal, y la otra que el cristalino o «lente» no puede enfocar con precisión.
¿Problema infantil?
Estrictamente hablando, todo ser humano nace con hipermetropía debido a que sus globos oculares son todavía inmaduros. De hecho, los primeros objetos que un bebé distingue son los lejanos y sólo con el tiempo gana precisión en los más próximos. Por ello un pequeño que toma una sonaja o juguete con sus manos tiene que «hacer bizcos» para tratar de observar lo que sujeta.
Se estima que los niños mayores de 2 años cuentan ya con adecuada capacidad de enfoque, aunque es hasta los 5 o 6 años de edad que inicia plenamente el proceso de maduración de los globos oculares, mismo que concluirá hasta los 20 o 21 años, aproximadamente. Así, una hipermetropía leve tiene oportunidad de mejorar hasta que concluye la adolescencia, pero si después de esta etapa de la vida todavía persiste algún grado de incapacidad visual para ver de cerca, seguramente prevalecerá de por vida.
El paciente con hipermetropía se distingue mediante los siguientes rasgos:
Cierra su ángulo de visión o desvía a menudo los ojos hacia adentro («hace bizcos») con la finalidad de enfocar algo cercano.
Tiene dificultad para localizar o distinguir los objetos inmediatos.
Debe alejarse de anuncios o letreros para verlos con claridad.
Le cuesta trabajo leer, y luego de hacerlo por mucho tiempo se siente cansado y tiene ojos rojos y dolor de cabeza.
En ocasiones, después de realizar algún esfuerzo visual notable, siente náuseas y «ve doble». Es importante indicar que un niño con hipermetropía no es conciente de su problema, ya que nunca ha visto bien, pero sus padres pueden sospechar de ella a través de las manifestaciones antes descritas.
Respecto a los adultos, es interesante comentar que muchos casos leves o moderados son diagnosticados hasta edades avanzadas, en concreto, cuando la persona desempeña trabajos que demandan la apreciación de objetos cercanos o el uso de la computadora durante largo tiempo. Muchas personas sufren episodios de fatiga ocular (ojos rojos, lagrimeo, visión borrosa) y dolor de cabeza «inexplicable» al realizar estas labores, y al someterse a estudios descubren que padecen hipermetropía.
A esto hay que añadir el considerable número de personas de la tercera edad que acuden a consulta por sufrir presbicia (vista cansada), y que durante la realización de las pruebas de diagnóstico se sorprenden al saber que toda su vida han tenido incapacidad para enfocar objetos cercanos sin saberlo. Es por tal motivo que aunque los registros muestran que este problema representa del 5% al 7% de los padecimientos visuales, algunos especialistas opinan que la cifra podría ser mayor.
Para dar el visto bueno
La detección de este problema es importante porque no sólo permite evitar fatiga visual y mala concentración, sino porque también previene algunas complicaciones:
Estrabismo acomodativo. Debido al esfuerzo por ver bien, uno de los ojos se desplaza bruscamente en dirección de la nariz, rompiendo el eje de visión normal. En muchas ocasiones esta desviación puede ser permanente.
Ambliopía de supresión. Consiste en la pérdida de la agudeza visual en un ojo debido a que el cerebro deja de utilizarlo porque considera que las imágenes que envía entorpecen la visión. Se trata de una complicación generada por falta de atención al estrabismo. Glaucoma. Elevación de la presión del ojo que puede causar ceguera. La deformación del ojo, típica de hipermetropía severa, es motivo de este padecimiento. El diagnóstico del estado visual es realizado por el optometrista u oftalmólogo.