Ida Vitale ganó el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana

La poeta uruguaya Ida Vitale se convirtió ayer en la quinta mujer en obtener el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, en su edición número XXIV, considerado el Cervantes de la poesía.
El Premio Reina Sofía de Poesía, que convoca Patrimonio Nacional de España y la Universidad de Salamanca, reconoce “el conjunto de un autor vivo que por su valor literario constituye una aportación relevante al patrimonio cultural común de Iberoamérica y España”.
La poeta uruguaya confesó ayer sentirse “sorprendida y honrada” por la concesión del premio.
“Me siento también reiterada”, explicó Vitale, quien a comienzos de mes recibió en México el Premio Internacional Alfonso Reyes y que ayer reflexionó: “debo tener unas nubes por ahí arriba ocupándose de mí”.
Perteneciente a la generación del 45, la misma a la que pertenecía Benedetti o Aldea Vilariño y quienes tenían como faro a Juan Carlos Onetti, Vitale forma parte de una familia culta y cosmopolita y es la cuarta generación de emigrantes italianos.
Vitale, que reside en Austin, Texas, apuntó que el premio adquiere mayor significación tras la muerte hace unos días del dramaturgo Carlos Maggi, uno de los últimos miembros de la generación del 45 uruguaya.
Vitale, que llegó hace más de veinte años a Texas desde su exilio forzado durante una década a México (1974-1984), dijo estar “feliz y honrada” por un premio que le llega de España y que “es una manera de prestigiar una lengua” y unir al mundo hispanohablante.
A punto de cumplir 92 años, Vitale está enfrascada en varios proyectos literarios, entre ellos la publicación de una antología en España, y cuando se le pregunta sobre si este reconocimiento le sirve de acicate responde: “¿Energía? Energía para los editores”.
El Premio Reina Sofía de Poesía está dotado con 42 mil 100 euros y la edición de un poemario antológico con el estudio y notas a cargo de un destacado profesor de la Universidad de Salamanca.
Ida Vitale ha cruzado casi un siglo de poesía, lecturas, traducciones y ensayos.
Elegante, lúcida y culta, Vitale, que se exilió una década en México, huyendo de la dictadura de su país.
donde conoció a Octavio Paz, con quien trabajó en la revista Vuelta, y a José Bergamín, ha tenido siempre como referente y padre poético a Juan Ramón Jiménez, como ha recordado a Luis Antonio de Villena, miembro del jurado que falló ayer el galardón.

“El jurado lo ha tenido fácil este año y, aunque han quedado tres grandísimos poetas finalistas, dos mujeres y un hombre, la decisión ha sido clara, porque Vitale, a punto de cumplir 94 años (sic), tiene una trayectoria literaria muy completa”, señaló Villena.

“Su poesía es pura -continuó-, con Juan Ramón Jiménez como punto de partida, pero no es una discípula del premio Nobel. Su poesía es la de alguien que ha leído a Juan Ramón, sobre todo el de la última etapa más metafísica, y lo ha interiorizado, porque la poesía de Vitale es la de alguien que interioriza todas sus visiones sobre la realidad de la vida”.

Villena también recordó que la vitalidad es una de las características de la poeta. “Es una mujer que hace honor a su apellido, Vitale; está llena de vitalidad y hoy sigue escribiendo y trabajando”, subrayó.

Creadora de una poesía pura, íntima y honesta, Vitale reside en Austin, Texas, y en los últimos años ha visitado en varias ocasiones España, donde ha sido jurado del Premio Loewe de Poesía e invitada al festival de poesía Poemad.

Premio Octavio Paz y Alfonso Reyes en su edición 2014, Vitale es autora de poemarios tan simbólicos como Palabra dada, Mella y criba, La luz de esta memoria, Paso a paso, Jardín de sílice, Un invierno equivocado o Reducción del infinito.

Y entre sus ensayos destacan El ejemplo de Antonio Machado, Cervantes en nuestro tiempo, La poesía de Jorge de Lima, Léxico de afinidades o Donde da la vuelta el camaleón.

La clave “está en ser honesto con uno mismo y con el lector. Hay una parte de juego cuando uno escribe, que es necesario, pero eso no debe ser simultáneo con lo que le nace primero. Primero tiene que salir algo de verdad y después tiene que reposar para añadirle ese posible juego”, confesó la poeta.

El Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana que obtuvo Vitale es un reconocimiento que fortalece el vínculo cultural de Uruguay con España, dijo el representante cultural de la asociación de autores del país sudamericano, Ignacio Suárez.

“Tanto en lo personal como en lo institucional estamos sumamente contentos por este reconocimiento, que es uno de los más importantes del mundo y que viene a fortalecer ese vínculo cultural que tenemos con España desde siempre”, manifestó Suárez en nombre de la Asociación General de Autores de Uruguay (Agadu), de la que Vitale era socia.

“Para nosotros es realmente un halago”, apuntó Suárez, que dijo tomar el premio a Vitale con “muchísima alegría” y con “agradecimiento” por lo generosa que fue siempre España con los escritores uruguayos que salieron del país, como Juan Carlos Onetti o Mario Benedetti.

Trabaja en libro sobre llegada a México

Ida Vitale ofreció una entrevista a Excélsior el pasado mes de octubre, a propósito de su visita a la Ciudad de México para participar en la XIV Feria Internacional del Libro del Zócalo.

La poeta uruguaya adelantó que tenía casi listo un libro que espera publicar este año con la editorial Penguin House Mondadori sobre su llegada a México en 1974.

“Debí traerlo terminado, pero por muchas razones no me fue posible. Sin embargo, puedo decirte que cuando llegué a México, lo primero que me impresionó fue la apertura de este país al extranjero, su amabilidad y la idea de que no tuvieran fronteras espirituales.”

En la entrevista la también traductora señaló que “la poesía es como una mariposa… con alas de libertad” y recordó su poema de 1998, Mariposa, donde escribió: “En el aire estaba / impreciso, tenue, el poema. / Imprecisa también / llegó la mariposa nocturna,/ ni hermosa ni agorera…”

La escritora habló también de su trabajo como traductora: “Lo importante ahí es ser fiel. Ése es el primer reto, porque puedes saber mucho de la otra lengua, pero lo esencial es dominar el español. Además, el mayor problema no es la traducción de novela, obra de teatro o ensayo, sino de poesía. Ahí la lengua no importa, sino el ritmo del poema.”

También habló de cómo enfrenta en la actualidad el acto de escribir: “Escribir es una obligación conmigo misma, es un hábito… aunque si fuera un verdadero hábito lo haría con más normalidad, pero ya son muchos años. Pero dejar de escribir sería como si alguien me dijera que debo cambiar de nombre, de familia, de casa o trabajo. Aunque ahora ya no tiene tanto sentido publicar.”