Alejandro Zambra se manifiesta contra las figuras de autoridad en su obra

El escritor Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975) piensa que es necesario destrozar las figuras de autoridad que nos quieren programar, para detectar una sola respuesta en cada prueba de la historia personal. Así lo plantea en Facsímil, su más reciente colección de relatos, apoyado en dos preguntas esenciales: ¿por qué la educación apuesta a la memoria y el control de resultados? y ¿por qué una sociedad debe acatar los dogmas de un dictador?
Estructurado como si fuera una prueba de aptitud con preguntas de selección múltiple, el libro es un ejercicio de escritura experimental donde Zambra se mofa de los alumnos bien “entrenados”, de las chapuzas toleradas para que los estudiantes aprueben cada examen, la incompetencia de sus tutores, la mediocre herencia de padres a hijos, el toque de queda que imponen los dictadores y la narrativa dogmática de los escritores.
Sin embargo, este conjunto de relatos surgió de la doble lectura que para los chilenos tiene la palabra facsímil, la cual no sólo se refiere a la perfecta imitación o reproducción de un escrito, dibujo o cualquier impreso, explica el autor, sino a “los ensayos que sirven para resolver con éxito la prueba de aptitud, esos fascículos que tradicionalmente son publicados en la prensa chilena, que ha ayudado a construir el mito chileno del puntaje nacional”.
Es más, si le preguntas a un chileno ¿qué es un facsímil?, apunta el autor de Formas de volver a casa.
te dirá que es un test que sirve para estudiar la prueba de aptitud, para luego ingresar a la universidad.

“Así que me gustó mucho esa doble lectura, porque uno de los temas del libro es una preocupación mía por las dimensiones de lo facsimilar, por ejemplo, la reproducción de los hijos como facsímiles de los padres”, añade.

Otro aspecto que el autor chileno desmembra en su más reciente libro es el de la educación y las barreras del aprendizaje. “El problema (actual) de la educación es que no entendemos el proceso educativo como un desafío o diálogo”, sino como un sistema ordenado que debe seguirse a pie juntillas.

Además, asegura que las experiencias educativas que suponen alguna clase de diálogo… hoy son un desafío, y justo para eso existe la literatura, ese resquicio de diálogo y la libertad que provoca y demuestra la imposibilidad de evaluar el aprendizaje.

“Yo creo que la literatura, de algún modo, desprograma esas certezas que asimilamos en el horizonte, con este tipo de pruebas, estudiando como si ahí se cifrara la vida, como si eso fuera realmente el objetivo de vivir”, añade.

Así que, en este ejercicio de escritura, Zambra se ha enfrascado en una exploración sobre los dogmas de la autoridad y la herencia de padres a hijos para descubrir hasta qué punto las personas han sido programadas.

Una parodia

Publicado por Sexto Piso, este conjunto de relatos plantea en sus páginas un ejercicio imposible de resolver, mediante una serie de preguntas y respuestas que completan las historias que cuenta, como una forma de criticar y parodiar los exámenes escolares.

“Para mí, la escritura de este libro fue un proceso muy intenso. Por una parte estaba el sentido de prueba que ya mencioné: una prueba imposible de realizar y, por el otro, una intención paródica de la forma, que al final se volvió autoparodia, porque en el fondo no me interesa la forma afirmativa de la literatura, sino esas historias donde el sujeto se pone en tensión a sí mismo”.

Es más, esas supuestas opciones que se desglosan en las pruebas de aptitud, en el fondo suponen la existencia de una opción correcta. “Y eso para mí no puede desligarse del tema de la dictadura, donde sólo existía una respuesta única, con un dictador o un Dios que lo gobernaba todo”.

Bajo esa línea, Zambra escribe tres relatos centrales, donde cuenta la historia tramposa de los gemelos Covarrubias, una boda que termina en divorcio, y el sentimiento de un hijo que vivió la separación de sus padres.

En el primero, el autor se detiene en el éxito de la trampa ilimitada, la chapuza en un mundo subordinado por el control de resultados; el segundo le sirve para bordear el fracaso del matrimonio en tiempos donde era imposible divorciarse; y el tercero exhibe a esa generación de hijos que han crecido sin valores.

Alejandro Zambra también es autor de Bahía inútil (1998), Mudanza (2003), la colección de ensayos No leer (2010) y las novelas Bonsai y La vida privada de los árboles (2007). El narrador ha recibido los premios de la Crítica de Chile (2006) y del Consejo Nacional del Libro de Chile.