Murió la bailarina Maya Plisétskaya

La bailarina hispano rusa Maya Plisétskaya, una de los símbolos de la danza clásica, falleció ayer en Múnich de un infarto a los 89 años, informó el que fuera su agente en España durante varios años, Ricardo Cué.
La bailarina estaba en su domicilio y falleció repentinamente a consecuencia de un fallo cardíaco, dijo Cué.
Plisétskaya fue la prima ballerina assoluta de una generación en la que figuran también la cubana Alicia Alonso o la británica Margot Fonteyn.
La artista dirigió, entre 1987 y 1990, el Ballet del Teatro Lírico Nacional de España, tenía la medalla de oro de Bellas Artes y en 1993 obtuvo la nacionalidad española.
Maya Plisétskaya creó el Ballet Imperial Ruso con el que, cada Navidad, regresaba simbólicamente a los escenarios con clásicos como El Cascanueces, El lago de los cisnes o Don Quijote.
Con sólo 18 años fue elegida primera bailarina del Bolshoi, la única en lograr a tan temprana edad un puesto de tanta responsabilidad.
Venerada y aclamada por bailarines de todo el mundo, recogió con satisfacción y orgullo el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2005, con la sensación del trabajo bien hecho. Casada con el compositor ruso Rodión Shcherdin, Plisétskaya será enterrada en Rusia, según el director del Bolshoi, Vladimir Urin. En su cumpleaños 80, en 2005, interpretó en el Kremlin el Ave Maya que le dedicó el coreógrafo francés Maurice Béjart, coronando una gala mágica con bailarines clásicos del mundo entero, los monjes Shaolín, la orquesta del ejército ruso Alexandrov y el rey del flamenco Joaquín Cortés.
Un homenaje que resumía bien la carrera y el carácter de la prima ballerina assoluta, una distinción suprema que el Bolshoi sólo ha concedido dos veces en su historia.
“Maya Plisetskaya asimiló una gran tradición, la digirió y la recicló, alcanzando la libertad. Independientemente de lo que baile, siento en ella una fuerza vital enorme, la sensualidad.
pero sobre todo, la modernidad”, dijo de ella Maurice Béjart.
Para él, era la “última leyenda viva de la danza”.
“Lo esencial es ser una artista y comprender por qué estás en el escenario. No basta con levantar la pierna”, decía la bailarina para explicar el secreto de su éxito.
Nacida el 20 de noviembre de 1925 en Moscú, Plisétskaya conoció el destino trágico de millones de soviéticos. Su padre, ingeniero, fue fusilado bajo el régimen de Stalin en 1938 y su madre, actriz de cine, fue enviada a un campo en Kazajistán como “miembro de la familia de un traidor a la patria”.
Plisétskaya entró en el Bolshoi en 1943 donde bailó casi 50 años.