Los juegos de José Guadalupe Posada

Dicen que a José Guadalupe Posada le gustaba jugar la Oca, que se tomaba unos tragos y apostaba la lotería en la Feria de San Marcos, en Aguascalientes. Dicen. Pero lo que sí se sabe es que a finales del siglo XIX y principios del XX Posada enfrentó una encomienda poco usual: reinventar los juegos de mesa como El nuevo Coyote, La lotería, Los naipes, la Corrida de Toros, Los Charros contrabandistas y La Batalla del Cinco de Mayo.
Esto explica el coleccionista y librero Mercurio López Casillas, quien publica Juegos y diversiones de Posada, una caja con nueve juegos facsimilares, con grabados de Posada y cinco cuadernillos con narraciones y adivinanzas que recuerdan la manera como se divertía la gente durante esa época.
“En estos juegos de mesa podemos ver a un Posada lúdico, muy detallado, un especialista en miniaturas que en cada casilla creó una pequeña obra de arte. Y esto vale mucho la pena”, detalla en entrevista.
El compendio es publicado por Ediciones Acapulco e incluye juegos desconocidos para el siglo XXI como: la Corrida de Toros, que era una especie de Oca donde los jugadores tiraban los dados para alcanzar la plaza de toros. “Aquí Posada aprovechó la forma de la Oca para hacer las imágenes de una corrida de toros, que parte desde la entrada a la cuadrilla y concluye con la muerte del toro; es una corrida de principio que bien vale la pena apreciar y jugar”.
Sobre la difusión de estos juegos en su tiempo, el coleccionista comenta que eran tan populares en su época que llegaron a imprimirse más de 20 mil ejemplares. “Tan sólo para el juego de la Oca, el editor Vanegas Arroyo usó la placa hasta que se rompió… y para que eso sucediera se necesitaba imprimir al menos 20 mil ejemplares”. Y aunque no existe una contabilidad del tiraje por cada juego, reconoce, sí se sabe que eran muy populares porque sólo tenían un precio de tres a cinco centavos. La caja incluye un texto introductorio de López Casillas y una tanda de Figurines, juego que funcionaba con figuras recortables e intercambiables. “Es de los más entretenidos y poco conocidos de Posada, que incluye cuatro grabados distintos: una manola, un jinete, un torero y un picador, cuya virtud era recortar e intercambiar las piezas para conseguir la transformación extravagante, insólita y fantástica de los personajes”, explica.

Y una serie de cuadernillos con historias y adivinanzas, como: Reglas para tirar la baraja mexicana, Los niños jugadores, El niño mágico, Nuevo orgullo o el libro del porvenir, El secretario de los amantes, Las cuarenta y dos adivinanzas, De Chuchito (a) El Neto, El moderno payaso y El hipnotismo al alcance de todos.

Por último, el compilador asegura que estos “Juegos y diversiones de Posada” no sólo muestran el interés y el cariño que el artista y grabador puso en este trabajo, sino su proclividad a jugar.

¿En verdad le gustaba jugar a Posada?, se le cuestiona. “Es difícil saber cómo era la relación de Posada con el juego, pero hasta donde se sabe sí era un aficionado a la apuesta y al juego. Así que no es difícil imaginarlo en la feria de San Marcos. Además, es increíble que en cada casilla se haya tomado la molestia de hacer una pequeña narración con un grabado único dentro de cada juego”.

¿Qué le diría a quienes prefieren una Oca que se vende en cualquier calle de la ciudad? “Que este paquete lúdico nos invita a jugar y disfrutar cada grabado de Posada, que es interesante ver cómo resolvió el encargo de hacer unos naipes y la capacidad que tuvo para no repetirse. No es lo mismo unos naipes de 10 pesos a los que hizo Posada hace un siglo. Estas son obras de arte que nos acercan a como jugaban las personas en el siglo XIX”, concluye.