Conoce las señales de deshidratación en el lactante

Un bebé que ingiere menos líquido del que elimina corre peligro y puede necesitar atención médica. Identifica los síntomas de deshidratación en lactantes y ¡evítalos!
Deshidratación en lactantes
Todos los días perdemos líquidos corporales (agua y otras sustancias) mediante la orina y el sudor, que al comer y beber reemplazamos sin sufrir molestias. El problema surge cuando la cantidad de líquidos que ingresa a nuestro organismo es menor a la que salió, pues aparece el riesgo de deshidratación.
El peligro es mayor en el recién nacido, ya que 80% de su composición corporal es agua, en tanto en un lactante (de 1 a 24 meses de vida) es de 70% aproximadamente, de manera que ante cualquier falta de líquidos, la salud del pequeño puede verse afectada. Cuando se habla de las causas de deshidratación en bebés, los médicos identifican varias, entre ellas, una pérdida excesiva de líquidos en caso de vómitos, diarrea y fiebre, o bien, una baja ingesta de líquidos.
Incluso, los días de intenso calor pueden representar riesgos de deshidratación en lactantes, pues su cuerpo aún no tiene la capacidad de regular la temperatura adecuadamente, de manera que con la acentuada sudoración, perderá agua y sales minerales vitales.
Cómo saber si un bebé tiene señales de
deshidratación
La deshidratación puede ocurrir lenta o rápidamente, según la forma en que se pierda el líquido y la edad del niño, esto significa que entre más pequeño sea el bebé, mayor es el peligro, pues su organismo tiene menores reservas de agua y otras sustancias vitales.
Para toda mamá, es muy importante conocer los síntomas de deshidratación en bebés; entre los más comunes están:
Ojos hundidos.
Zona blanda de su cabeza (fontanela) hundida.
Boca y labios secos.
Piel reseca (si se toma entre los dedos con un pequeño pellizco, ésta no vuelve a su forma original), con tono pálido e, incluso, puede tornarse grisáceo.
No le salen lágrimas cuando llora.
El pequeño pasa más de 6 a 8 horas sin mojar el pañal.
Tiene orina de color amarillo oscuro en el pañal y huele más fuerte de lo normal.
Sus deposiciones son secas y duras.
Las manos y pies del bebé se sienten fríos y parecen tener manchas.
Somnolencia o nerviosismo excesivos.
Está aletargado y sin energía.
Cómo prevenir la deshidratación de mi bebé
Ante cualquier señal de deshidratación en lactantes es preciso acudir al médico de inmediato para que evalúe al pequeño e indique el tratamiento adecuado.
Por principio, el profesional de la salud mide el grado de deshidratación pesando cuidadosamente al pequeño y comparando este peso con el que tenía antes de enfermarse (lo cual es posible gracias a que durante los primeros meses de vida, la revisión del estado de salud del bebé es constante). La diferencia entre ambas cifras sería la cantidad de líquido que el lactante ha perdido.
Por lo general, el grado del problema que el pequeño experimente determina el tratamiento de deshidratación en bebés, el cual puede comprender las siguientes medidas:
Evitar el trastorno hidroelec-trolítico. Los electrolitos son sales y minerales presentes en todos los fluidos corporales, y deben estar balanceados para que el organismo funcione de manera adecuada, de lo contrario, se corre el riesgo de experimentar un trastorno hidroelectrolítico. Tomando en cuenta que un bebé tiene más probabilidades de sufrir esta condición, es vital recuperar el equilibrio hídrico corporal brindando al pequeño sales orales, de acuerdo a las indicaciones del médico.
Intenta la lactancia materna eficaz. Durante los primeros meses de vida, el alimento indispensable y exclusivo para el ser humano es la leche materna (o de fórmula, según sea el caso), por tanto, asegúrate de que el pequeño está succionando adecuadamente el pezón o el biberón. Si hay problemas, prueba distintas posturas hasta encontrar la más cómoda tanto para la madre como para el bebé.
Atiende tus molestias en los pezones. La lactancia materna constituye el alimento ideal, sin embargo, en ocasiones se convierte en una experiencia dolorosa para la madre, ya que puede sufrir dolor, irritación o lesiones en los pezones que imposibilitan llevarla a cabo. En este caso, conviene hablar con el médico y buscar la mejor alternativa (leche de fórmula, por ejemplo) de inmediato, a fin de garantizar la nutrición del bebé y prevenir que aparezcan signos de consumo insuficiente de leche materna.
Más líquidos, más frecuentes. Para evitar casos de lactantes deshidratados, a las primeras señales de falta de hidratación el médico posiblemente recomiende brindar a un bebé menor de 3 meses únicamente leche materna o fórmula, aumentando la frecuencia con que se alimenta. Si el pequeño es mayor, es probable que el pediatra sugiera darle un líquido especial, además de la leche materna o de fórmula, para reponer la cantidad de agua y sales (electrolitos) que ha perdido su cuerpo.
Jugos con agua. Si el bebé ya toma jugo de frutas, conviene diluirlo con agua para aumentar la cantidad de líquidos que ingiere.