Desafían toque de queda en Baltimore

Más de cien de personas violaron ayer el toque de queda que entró en vigor a las 22:00 (local) en Baltimore custodiada por dos mil efectivos de la Guardia Nacional, que se sumaron a más de mil oficiales policiales trasladados desde distintos puntos del país para resguardar a la población y evitar una nueva jornada de destrucción.

Según el Baltimore Sun, los manifestantes, que se negaban a salir de las calles, lanzaron piedras y botellas a los oficiales en línea, quienes los repelieron con gas lacrimógeno. Un helicóptero de la policía sobrevolaba la zona, ordenando a la gente que dejara la calle. Hubo al menos un arrestado.

Tras los violentos disturbios del lunes, en la Casa Blanca el presidente estadounidense Barack Obama compareció ayer ante los medios para reconocer la gravedad del asunto. “Si tienes comunidades empobrecidas a las que se han negado opotunidades, donde los niños nacen en la pobreza, donde sus padres no pueden hacer lo mejor por ellos —a menudo por problemas de abuso de drogas, encarcelamiento o falta de educación—, es probable que estos niños terminen en la cárcel o muertos, en vez de ir a la escuela”.

El presidente demandó a la nación un “examen de conciencia”, un día después de las protestas desatadas por la muerte, el 19 de abril, del joven afroaestadounidense Freddie Gray, cuando se encontraba bajo custodia policia, que derivaron en graves incidentes que incluyeron saqueos, 230 arrestos, 20 policías heridos, un total de 19 edificios arrasados por incendios intencionados y 144 autos incendiados.

“Si se piensa que mandando a la policía a hacer el trabajo sucio de contener los problemas, sin decir como nación y como sociedad lo que se puede hacer para cambiar a esas sociedades, para ayudar a levantarlas, entonces no vamos a resolver este problema”, dijo Obama al reconocer así el trasfondo social de una crisis añejada por la exclusión, el rezago y el racismo.

“Si realmente quisiéramos resolver el problema… podríamos hacerlo. Sólo requeriría que todos digan que esto es importante, que es significativo, y que no sólo pongamos atención en esas comunidades cuando arde una (farmacia) CVS y cuando un joven recibe un disparo o tiene su espina dorsal colapsada. Hay que poner atención todo el tiempo, porque consideremos a esos muchachos nuestros muchachos y pensemos que son importantes y no deberían estar viviendo en la pobreza y la violencia”.

Sin embargo, también se pronunció en contra de la violencia. “Si algunos individuos toman barras y comienzan a golpear para abrir puertas y saquear, no protestan. No hacen ninguna declaración. Están robando… No hay excusa para el tipo de violencia que vimos ayer”.

El reverendo Jesse Jackson visitó una de las tiendas quemadas. Dijo que la violencia, aunque inexcusable, refleja la enemistad de personas desempleadas en vecindarios repletos de casas y lotes vacíos.

El temor a una nueva jornada de violencia, atizada desde las redes sociales, obligó a las fuerzas vivas de la ciudad (clérigos, activistas y políticos locales) a sumar fuerzas para tratar de contener la marea de rabia. “No podemos permitir que unos criminales destruyan la ciudad”, dijo el reverendo Jamal Bryant.

Las autoridades locales ordenaron el cierre de escuelas y comercios y el recorte del horario de atención al público en varias dependencias oficiales. La paralización de un amplio sector de la ciudad coincidió ayer con la manifestación espontánea de grupos de jóvenes, religiosos y líderes comunitarios a favor de la paz.

La alcaldesa de Baltimore, Stephanie Rawlings-Blake, dijo que las escuelas cerraron porque muchos profesores no acudieron a trabajar debido a los disturbios. El difícil equilibrio entre la necesidad de contener la rabia de la población afroestadounidense y castigar a los responsables de la destrucción, concentraba la atención de la alcaldesa y del gobernador de Maryland, Larry Hogan quienes acordaron el lunes establecer un toque de queda a partir de las 22:00 horas locales y hasta las 5 de la mañana.

Hogan declaró el estado de emergencia y ordenó el traslado de 2 mil miembros de la Guardia Nacional. Unos 500 policías fueron reclutados de otros sitios del estado, a los que se sumaron también oficiales solicitados a los estados vecinos