Cicatriz en la memoria

A cien años del primer genocidio del siglo XX que sucedió en Armenia entre 1915 y 1923, el reconocimiento del crimen por la comunidad internacional y su castigo por autoridades locales es un pendiente con los más de un millón 500 mil armenios asesinados y los miles de exiliados en “caminatas de la muerte” por el desierto de Siria.
“Al no reconocer este genocidio los países se hacen cómplices y dan permiso a que vuelva a ocurrir no sólo en países alejados sino en nuestro país.
Lo que sucedió en Armenia es algo que afecta a todo el mundo si no se hace justicia”, considera Sonia Arakelian, quien en colaboración con Carlos Antaramián hizo la curaduría de Armenia.
Una herida abierta, exposición temporal en el Museo Memoria y Tolerancia.
La muestra, una investigación documental desde el origen de Armenia como ciudad milenaria hasta el presente, narra a través de 80 documentos –fotografías, textos, cartas, objetos y videos– la persecución a los armenios que inició un día como hoy de 1915 con la decapitación de sacerdotes, escritores y pensadores.
“Lo que hacemos en la exposición es enfocarnos en el genocidio de hace cien años; sin embargo, aprovechamos para hacer una historia del país y no perder los matices de la riqueza cultural que Armenia nos ofrece”, detalla Ricardo Cárdenas, historiador que apoyó en la investigación y quien recuerda que este país fue el primer pueblo en ejercer el cristianismo en el siglo IV y en crear su propio alfabeto.
El historiador explica que si bien la comunidad armenia desde su origen ha sido perseguida por su ubicación geográfica y la práctica religiosa, el origen del crimen fue en la primera década del siglo XX cuando se formó el partido de los Jóvenes Turcos, con la intención de crear un Estado nacionalista, y entonces eliminar cualquier expresión o persona ajena al imperio turco.
Talaat Pasha, Ismail Ever Pascha y Djamal Pasha fueron los fundadores del partido y autores intelectuales de la persecución de armenios quienes primero enlistaron en el ejército a los hombres jóvenes para asesinarlos, y deportaron a mujeres, niños y ancianos a través del desierto que se convirtió para muchos en su muerte.
Sólo 500 mil personas, principalmente infantes, fueron rescatados por misioneras extranjeras, recordó Arake-lian, de descendencia arme-nia.
El recorrido detalla en una línea del tiempo los orígenes del genocidio, que para el historiador y la curadora fue una suerte de ensayo del crimen contra la comunidad judía durante la Segunda Guerra Mundial.

Cárdenas considera que el principal antecedente de la persecución en Armenia fue el multiculturalismo durante el Imperio Otomano que permitió la presencia de diferentes grupos étnicos desde griegos, judíos y armenios apostólicos, quienes mantenían sus barrios separados con sus propias escuelas y autoridades eclesiásticas.

La relación entre los distintos grupos se reducía a transacciones comerciales, laborales y políticas; pero aunque se promovía la diversidad étnica, en la práctica estos grupos eran considerados de segunda clase. “Eso significaba que debían pagar impuestos especiales, tenían que usar marcas para identificarlos en las calles y había ciertas reglas para ellos”, afirma el historiador.

Ello derivó precisamente en la creación del partido Jóvenes Turcos que buscaba la depuración de su nación. Entonces los armenios no asesinados fueron obligados a salir de su país a través de largas marchas a pie que terminaban en centros de exterminio en el desierto sirio.

A cien años del genocidio sólo 23 países y 52 gobiernos locales han reconocido los sucesos históricos, entre ellos Alemania, Argentina, Bélgica, Bolivia, Canadá, Chile, Francia, Grecia, Uruguay, entre otros. “Son razones de intereses geopolíticos lo que impide a las naciones aceptar este crimen”, apuntó Arakelian.

Como un homenaje a los armenios asesinados y a los sobrevivientes, el guión curatorial incluye un video con testimonios de sus descendientes quienes se han establecido principalmente en Rusia y Estados Unidos, aunque hay comunidades de armenios igual en México y Argentina que en Francia o Italia.