Manuel Lozada, conciencia rebelde

El 17 de agosto de 1873 el Juan Panadero, un periódico de Guadalajara, atribuía a Manuel Lozada la invención de tres tipos de tortura: los carcañales, que hacía sufrir al cautivo pasándole un lazo, suspendido de un árbol, entre las piernas; el volantín, que consistía en aplicar azotes al torturado frente a un precipicio para obligarle a arrojarse y la chamusca, que consistía en colgar al prisionero boca abajo sobre un montón de hojarasca seca a la que después se le prendía fuego.
La creación de estos suplicios fueron apenas algunas de las atrocidades que se atribuyeron al llamado Tigre de Álica. De sangre cora, Lozada había nacido en 1828 en el pueblo de San Luis (hoy de Lozada, en el actual municipio de Tepic, Nayarit), era un hombre de campo que durante su juventud se convirtió en bandolero, pero que con el paso de los años se convirtió en uno de los primeros agraristas (cuando la palabra aún no existía), defensor de su pueblo y artífice de la creación del actual estado de Nayarit.
En México hay personajes como Juan Soldado, Chucho el Roto o Jesús Malverde, ¿Lozada merece ser incluido en este grupo?, se le pregunta al historiador Jean Meyer (Niza, Francia, 1942). “Sí, la diferencia es que Lozada sube a un grado superior, llega a ser durante más de 15 años realmente el dueño de lo que hoy es el estado de Nayarit, no dueño en el sentido de un cacique, llegó a tomar una dimensión política importantísima, del personaje independentista del Séptimo Cantón de Jalisco que después se transforma en Nayarit”, responde.
Meyer acaba de publicar Manuel Lozada. El Tigre de Álica: general, revolucionario, rebelde (Tusquets) en donde descubre, a través de una rigurosa investigación basada en documentos, el verdadero rostro del caudillo.
La creación del libro es más que un recuento histórico, es casi la anulación de una deuda pendiente entre el profesor e investigador y el personaje. A Lozada, Meyer lo conoció al mismo tiempo que a México.
Era el año de 1965 y el autor de más de 30 libros había llegado de Francia para realizar su tesis sobre la Cristiada. Otro apasionado de la historia, José Ramírez Flores sería el encargado de presentarle al personaje a través de documentos. “Flechazo. Me apasiona el personaje de Lozada, el tema.” Pero las condiciones obligaron al investigador a postergar el trabajo, escribió incluso un guión para realizar una película sobre él y elaboró diferentes artículos y reunión de documentos sobre el tema.
“Durante 20 años un archivo o está perdido o está cerrado y de repente se abre, también cambian los tiempos: cuando empecé la investigación sobre Lozada a fines de los años 60, todavía las autoridades en el estado de Nayarit o en la ciudad de Tepic, seguían con el viejo odio contra Lozada, de la misma manera que cuando yo llegué a México en 1965, los descendientes del carrancismo aborrecían a Villa y Zapata”, dice.
De bandido a hombre justo
Jean Meyer señala que hay un momento decisivo en la vida de Manuel Lozada que marcaría el rumbo que habría de tomar su vida.
En el personaje “están las calidades innatas de un hombre de campo mexicano, están sus cualidades físicas, el aguante, gente de a caballo, gente que conoce la sierra a fondo, todos los lados de un río, todos los animales, los alimentos para sobrevivir, eso pudo engendrar al bandido Lozada en los primeros años de su juventud”.
Cuatrero que, de acuerdo con el que cuenta la versión, anduvo a salto de mata cometiendo atrocidades, el bandolero habría de tener un encuentro fundamental con el hacendado Carlos Rivas (familiar de Antonio Rivas Mercado) con quien discutiendo de caballos (la tradición oral afirma que el hombre rico habría de terminar regalando un caballo a Lozada), echó raíces una profunda amistad.
“Es un encuentro yo creo único, entre dos hombres que están en los dos extremos de la sociedad mexicana: el huerfanito, pobre, mestizo, sin educación, nunca fue a la escuela, y del otro lado un hacendado, ya poderoso y de una familia, un gran clan que pelea con otro clan para controlar económicamente y políticamente lo que era el Séptimo Cantón de Jalisco. Nayarit no existía, parece que fue amistad a primera vista”, dice Meyer. Rivas sería el encargado de poner en contacto a Lozada con una nueva sociedad y de llevarle por el camino del entendimiento político. “La obsesión de Lozada siempre es que se le haga justicia a los pueblos -no quiere destruir las haciendas- empezando con el suyo, que tiene una historia de conflicto permanente con el siglo XVIII con la hacienda vecina de Mojarras, un pleito de más de cien años. El niño Lozada crece en ese ambiente del conflicto permanente entre la hacienda y el pueblo”.

Lozada entonces se convertirá en un caudillo nato: valiente, inquebrantable, capaz de reunir a un ejército de siete mil hombres en menos de siete semanas. Su capacidad va más allá del campo de guerra y sabe jugar políticamente. “Lo reconoce el Imperio (de Maximiliano de Habsburgo); los franceses lo buscan y ahí se ve toda la inteligencia política del hombre porque se hace indispensable a ellos pero nunca acepta entrevistarse con un jefe francés, logra que durante tres o cuatro años los franceses paguen el sueldo de sus soldados. Proclama la neutralidad de los pueblos y logra que se respete”.

Cuando cae el Imperio, todo parecía que también caería Lozada pero no es así: “Jalisco piensa que con la caída del Imperio va a recuperar Nayarit y que van a fusilar a Lozada, pero Juárez se da cuenta que le sirve en su juego maquiavélico. Juárez era un gran político, Jalisco era un estado demasiado poderoso y Lozada le servía para debilitar a Jalisco”, dice Meyer. El Séptimo Cantón habría de seguir autónomo aún a pesar de la muerte de Lozada en 1883, hasta 1917 cuando la Constitución reconoce a Nayarit como estado autónomo.

¿Y de las tierras por las que luchó Lozada? “En la amistad con Carlos Rivas hay reciprocidad porque al final de su vida, el hacendado es el apoderado de las comunidades, de los famosos pueblos unidos de Nayarit para defender, para pelear la restitución de las tierras que los pueblos han perdido, es un hacendado que encabeza una comisión agraria, no hay un equivalente con Zapata, no hay una alianza política similar en la historia”, dice Meyer.

Lozada habría de sufrir durante muchos años el desprestigio, fue fusilado después de padecer un juicio sumario en el que no tuvo defensa.