Oaxaca llegó a Estado no viable

La crisis social, de gobernabilidad, de gestión pública, de sistema político y sobre todo de viabilidad ha convertido a Oaxaca en un laboratorio del microcosmos de la república: la ineficacia del viejo sistema político priísta ha regresado a la sociedad a la lucha de todos contra todos.
El viernes pasado hubo en la ciudad capital una temperatura superior a 30 grados centígrados desde el mediodía. Para esa hora, Oaxaca ya estaba de nueva cuenta enmarañada en casi una veintena de marchas provenientes de todas partes de la entidad, algunas tan lentas que parecían plantones. El objetivo era un mitin en la explanada de la plaza de la iglesia de Santo Domingo, el corazón turístico del centro histórico decretado como patrimonio cultural de la Humanidad por la Unesco. Al terminar, dejaron la plaza como muladar, con miles de botellas y basura.
Las peticiones eran de todo tipo; pero hay que subrayar que de todo tipo. Ante ello, la autoridad prefirió huir: el gobernador del PAN-PRD Gabino Cué Monteagudo careció de respuestas. El gobierno municipal —que ya pasó del PAN al PRI y que alguna vez tuvo como alcalde al ahora gobernador Cué— ha quedado en un mero gestor de limpia, porque ni siquiera de tránsito ha podido ser.
Detrás de una sociedad secuestrada por la acción directa de grupos sociales que exigen decisiones individuales aunque todas ellas afecten a terceros se encuentra una realidad: la crisis de 2006 que se resolvió en diciembre con la acción directa —también— de la policía federal y el arresto de los dirigentes de la APPO destruyó el sistema político priísta; la oposición antinatural PAN-PRD que apoyó a Cué como candidato a gobernador en el 2010 ahora se deslinda del desorden de un gobierno estatal ineficaz, inexistente y diluido pero se niega a exigirle funcionalidad a su gobernador.
El sistema político priísta estaba diseñado para funcionar como el espacio regulador de peticiones sociales —muy en el modelo de David Easton que formalizó el sistema como tal—: intermediación, redistribuidor del poder, negociación, canal de soluciones y administración de demandas-soluciones. En 2006 la APPO liquidó el modelo pero no pudo formalizar un Estado comunitario, rebelde, de masas en acción directa, tradicionalista, de usos y costumbres, religioso y formalmente tribalista por la coalición de grupos, organizaciones y comunidades aisladas aunque unidas por la lucha.
Oaxaca ha tenido una gran tradición en rebeldías. En los siglos XVII-XIX hubo centenas de alzamientos violentos indígenas en defensa de sus derechos aislados y tradicionales. En tres ocasiones el gobierno estatal decretó su soberanía ante el desorden federal, con la más sangrienta y tardada de 1915 a 1920 que aplastó Obregón a sangre y fuego. Las rebeliones indígenas llegaron a asesinar a un hermano de Porfirio Díaz cuando era dictador y en la soberanía revolucionaria mataron al hermano de Venustiano Carranza.
Con esos antecedentes, una transición debió de haber construido un nuevo sistema pero la alianza Cué-PAN-PRD sólo ha administrado la ineficacia priísta. Como gobernador impuesto por la APPO, la Sección 22 de maestros y la alianza PAN-PRD, Cué carece de funcionalidad pero también de proyecto. De ahí los escenarios del corto plazo oaxaqueño: la inexistente reconstrucción del sistema político, la cesión del poder a los grupos comunitarios para convertir a Oaxaca en una Comuna social y revolucionaria, la represión y arresto de dirigentes de grupos sociales activistas o el abandono del estado para convertir la situación de anarquía en un desorden institucionalizado.
Así, Oaxaca se enfila a un estado no viable, subsidiado por la federación a condición de no exportar su violencia social. La sociedad oaxaqueña aplica el síndrome de Estocolmo con sus secuestradores. Y todos tranquilos.