Restringen carriolas en Bellas Artes «No puede pasar, es peligroso»

No puede pasar, es peligroso”, dice uno de los vigilantes del Museo del Palacio de Bellas Artes al señalar una carriola con un bebé, y pide a la señora que guarde el accesorio en paquetería.
“Yo no sabía, tampoco me explicaron por qué, sólo dicen que es peligrosa”, comenta Ana Martínez quien carga en brazos a un bebé, y lleva de la mano a una niña.
El guardia del museo, el mayor recinto cultural del país, se ampara en un anuncio colocado en las escaleras principales donde se lee que la entrada está prohibida con objetos peligrosos como carriolas, alimentos, mascotas, mochilas, portafolios y paraguas. Personal de seguridad recuerda al usuario que debe dejar estos accesorios en paquetería, la cual no tiene espacio suficiente para carriolas.
La restricción, que no sigue protocolos basados en alguna normatividad de protección civil o regulación internacional de conservación, resulta contradictoria a las campañas de promoción de la cultura y las herramientas para fomentar la visita a museos por parte del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), pues limita servicios que promueven el recorrido por las salas.
Adolfo Mantilla, subdirector de Comunicación del museo, argumentó en enero pasado que la restricción obedecía al tipo de obras expuestas en su momento en la exposición En esto ver aquello. Octavio Paz y el arte, las cuales requerían medidas de seguridad especiales solicitadas ex profeso por las instituciones extranjeras.
Sin embargo, Excélsior comprobó que tres meses después de retirar esta muestra, los anuncios se mantienen lo mismo para entrar a las salas temporales que a la zona de murales. También en el periodo entre exposiciones cuando sólo se pueden ver los frescos, y ahora con las exhibiciones actuales de fotografía Henri Cartier-Bresson. La mirada del siglo XX y Nosotros fuimos. Grandes estudios fotográficos en la Ciudad de México.
“Estas condiciones, esta normatividad que se va generando de manera extraordinaria justo es una norma-tividad fluctuante, no permanente; depende de ciertos horarios y ciertos momentos, hay ciertos momentos donde las salas están muy concurridas entonces al encontrar ciertas situaciones extraordinarias de protección, la gente que está a cargo restringe de modo momentáneo ciertos accesos”, dijo Mantilla de una restricción vigente, y que al final no estimula la visita al palacio de mármol.
El resto de los museos del INBA sí permiten el acceso libre con carriola como el Museo Tamayo Arte Contemporáneo donde los 335 mil visitantes recorrieron la exhibición de Yayoi Kusama sin ninguna restricción en el mismo periodo que la exposición de Octavio Paz; la gente podía ingresar igual a las dos instalaciones lumínicas dentro de salas pequeñas que a los pasillos con óleos en los muros.
Lo mismo en el Museo Nacional de Arte o el Museo de Arte Moderno donde sólo se limita el paso con mochilas voluminosas o líquidos. Mantilla dijo que si algunos museos no restringen accesorios como las carriolas depende de “varias variables”, como la importancia de la colección en exhibición.
“He estado en museos como el Tamayo y el Jumex y no me habían pedido dejar la carriola, pero aquí no explican y mejor ni discutirles”, refiere Ana Martínez.
“El problema es que la atención al público es muy compleja, porque mientras hay públicos que pueden generar la necesidad de acceder con cierto accesorio, hay otros públicos que dentro de sala pueden complicar el tránsito”, opinó Mantilla, quien precisó que la prohibición no aplica en sillas de ruedas, las cuales tienen equipa-miento para entrar al recinto con dos elevadores.
El paso libre de usuarios con sillas de ruedas deja sin fundamento la prohibición a las carriolas en el sentido de que si estas últimas obstruyen el tránsito por las salas o ponen en riesgo obra montada en piso.
es el mismo caso de las sillas.

“En ciertas situaciones estos accesorios como las carriolas y las sillas de ruedas para algunas colecciones implican cierto riesgo indirecto para la obra. Tal vez no directo para una pintura colgada en muro, pero sí para una escultura que está en piso y al pasar la carriola o la silla de ruedas o cualquier accesorio que implique un volumen mayor puede representar un riesgo de choque.

“El tema de la carriola no tiene que ver con el bebé, sino con quien está controlando la carriola y sin darse cuenta, en un circuito donde hay una escultura en un pedestal sin una restricción física, puede generar accidentes graves. Son estas medidas de prevención que se toman, que tiene que ver con la propia afluencia del usuario”, recalcó.

Experiencia en el extranjero

En recintos internacionales de gran afluencia como el Museo Metropolitano de Arte en Nueva York (MET) o el Museo Louvre de París el ingreso con este tipo de accesorios está permitido. Fue el caso de Elvira Carreón quien a inicios de año visitó el MET con su hijo de un año tres meses sin ninguna restricción.

Cuenta, en entrevista, que antes de pagar su entrada en taquilla, personal del museo la llevó por el elevador para no subir por las escaleras, y entró directo a salas, y recorrió todo el recinto con la carriola y su bebé en ella.

“Como el elevador da directo a las salas ya no pasé por la taquilla, y hasta que salí pague mi boleto sin tener problemas. Pude entrar a todas las salas, recuerdo que había una más pequeña con obra de Van Gogh y hasta nos sentamos en unos sillones, y también entramos a salas de esculturas, pinturas”, recuerda quien en el mismo viaje visitó el Solomon R. Guggenheim en las mismas condiciones.

“Hay colecciones que exigen controles de temperatura y humedad, y nosotros cuando rebasamos esos niveles tenemos que empezar a restringir el acceso, son procesos extraordinarios de control de público que apelan al mantenimiento y conservación de la obra”, dijo Mantilla