Campañas sin campanas

Han comenzado las campañas políticas en medio de una crisis y un enrarecido ambiente como nunca se había percibido en el país, prácticamente todos los Partidos tienen sus dificultades internas, líderes tránsfugas y a la vez deben convencer a un electorado descontento y desanimado.
A quien más caro le cuesta desde la óptica de las preferencias electorales es precisamente al PRI-Gobierno y, aunque parece un contrasentido, pues las mediciones en las encuestas lo posicionan en un empate técnico con el Partido Acción Nacional, manteniendo un voto duro importante así como una sólida estructura en los estados, lo cierto es que ha bajado puntos en los últimos meses.
Sin duda, existen elementos más que suficientes para sustentar la caída, comenzando por la desaprobación histórica del gobierno federal, que a pesar de las reformas aprobadas la economía sigue por los suelos.
¿Qué puede ofrecer?, ¿cuál es su propuesta?, después de una reforma fiscal regresiva, el desprestigio internacional, las deudas de los gobiernos, las violaciones a derechos humanos, la inseguridad, los lamentables casos de Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Tamaulipas, más los que se acumulen, es obvio que contrasta -al igual que en las pasadas campañas para la Presidencia de la República-, su discurso con los hechos y más con los resultados.
Además siguen acumulando historias de corrupción e impunidad: Montiel, Moreira, Villanueva, Granier, Yarrington, Korenfeld, Cuauhtémoc Gutiérrez, Fausto Vallejo, la casa blanca, Malinalco y muchos más etcéteras, que a diario salen a relucir.
Hace años, a fines de los noventas, en situaciones similares, contrataron a un estratega norteamericano, Paul Begala, quien concluyó que eran un verdadero lastre, difícil de reposicionar en términos electorales, por lo tanto les aconsejó realizar la estrategia del: «marrano blanco», es decir una campaña de lodazal mediante la cual salpicaran al adversario y se notaran sus manchas.
La intención es mandar la señal de que todos son iguales, sin propuesta, solo descalificación, acusación, ataques, calumnias, difamación y todo lo que ello entraña, con el afán de desanimar a los ciudadanos a fin de que no acudan a votar, provocando el abstencionismo y, a su vez, echan mano de su estructura promoviendo su voto duro, tratando con ello de obtener el control del gobierno para seguir igual. En aquella ocasión su táctica no funcionó, el electorado harto de las injusticias, apoyó a la oposición y se vivieron mejores años que los actuales. ¿A poco no?.