El Plan ¿Anticorrupción? de los Toluquitas

Como si no hubiera llovido sobre mojado… como buscando provocar en el respetable ese aplauso? retrechero que se niega a los oídos de los toluquitas una y otra vez… aparece ahora Gerardo Ruiz Esparza con una propuesta “de avanzada” en materia de transparencia administrativa.
Sí, en efecto, el güero de rancho Ruiz Esparza, uno de los más señalados responsables de la crisis moral y de desconfianza nacional por la que atraviesa el toluquismo. A quien casi todos señalan como la verdadera encarnación de la corrupción Atracomulca, está de regreso.
Ahora, en las ligas de la decencia. Abrazado de la limpia de la administración, de la transparencia como bandera política del nuevo régimen. Icono de la honradez. El nuevo Savonarola de los Medici de Zacazonapan.
Al parecer, arrepentido por haber metido en la mega bronca sexenal a todo el equipo, viene dispuesto a desmentir que lleva meses queriendo negar que existe un turbio conflicto de prevaricación en la adjudicación del prácticamente cancelado tren bala a Querétaro. ¿A quién cree que engaña?
Trae el rejón clavado por el conflicto de intereses en el que metió a su jefe de toda la vida, Alfredo Del Mazo, al empinarlo a que sus empresas asociadas, señaladamente a Parsons Corporation –que según Peña Nieto iban a crear 160 mil empleos–, recibiera todas las canonjías y preferencias en las obras del mega aeropuerto de la ciudad de México. No entendieron que había problemas.
Se atreve a poner sobre el tapete de las discusiones un proyecto ejecutivo para limpiar toda duda de prevaricación, fraude, conflicto de interés y peculado en los asuntos de las licitaciones – adjudicaciones, fundamentalmente en connubio con La Constructora Presidencial Higa.
Dice el atrevido secretario de Comunicaciones y Transportes –en realidad todavía secre particular de Alfredo del Mazo, con el que debutó en esto de las habichuelas– que la mejor forma de detener las sospechas del respetable sobre los jugosos acuerdos Atracomulcas, es agarrar el toro por los cuernos.
Para ello,? seguramente con el Acuerdo de su superior, decide proponer un nuevo procedimiento, protocolo de transparencia, le llama, para evitar por todos los medios que los fruncionarios tengan contacto directo con los empresarios, contratistas y proveedores de las dependencias bajo la lupa ciudadana.
La “ingeniería” de un robo más de los fruncionarios
¿Cómo cree usted que pueda llevarse a la práctica semejante osadía administrativa, innovadora, imaginativa, propia de ladrones rancheros de poca monta y menos inventiva?
Obviamente, procurando que todos los contratistas de obra, proveedores, licitadores, adjudicados y empresarios interesados en conceder el 25% adelantado de cualquier negocio con el Leviatán, pasen primero a la báscula de un selecto grupo de gestores.
El grupo de gestores, «desinteresados», una especie de Consejo de Notables, supervisores de los probables negocios administrativos, funcionaría como el enlace obligatorio para canalizar los moches institucionales.
Así se matarían varios pájaros de un tiro: la secretaría en cuestión absorbería en sus nóminas oficiales a los coyotes del despacho indicado; los coyotes de los empresarios se arreglarían con ellos; ?los gestores habilitados por la secretaría “lavarían” el producto del esfuerzo administrativo, para que llegue al destino convenido.
En ningún momento, un solo representante de la opinión pública –vulgo, periodistas– se encontraría a fruncionarios y empresarios tranzando ?sus bisnes en ningún lugar público –vulgo, restaurantes– y no serían sorprendidos en francachela alguna y menos en flagrancia.
El dinero producto de esta sofisticada extorsión o «moche», llegaría rechinando de limpio? a las generosas manos del fruncionario, éste haría la repartacha correspondiente y la «salpicada hacia arriba» y tan, tan. Todos contentos.
La brillantez de los Atracomulcas,
¡no tiene nombre!
¡Qué inteligencia la de Ruiz Esparza! ¡Qué brillantez! ¡Qué ganas de enredar más el queso oaxaqueño con el que los toluquitas traen podrida a la población! ¡Qué forma más ejemplar de demostrar que no entienden, que no entienden!
Ahí está la propuesta, para que los sesudos directores de compras, servicios generales y recursos generales de las secretarías del Despacho Presidencial, descentralizadas, desconcentradas y fideicomisos le metan el diente y saquen las conclusiones requeridas para lavarles las manos a los jefes.
Porque, en el colmo del cinismo, pueden utilizar a los despachos intermediarios, para echarles toda la culpa, en el caso de que algún «brinco» no resulte, o en el muy «remoto» de que aparezca un mejor postor antes del término.
¡No cabe duda! O se equivocaron de rancho para sentarse a gobernar, o les falla todo el proceso cerebral para organizar «la vuelta» en ese terreno. ¿Qué sería de ellos si la diosa fortuna los hubiera puesto del otro lado del mostrador?
¿Por qué nada más son «exitosos» con nuestro dinero? ¿Jugando con nuestro futuro?
Si usted, de verdad, no se explica por qué todas las acusaciones de podredumbre que se le hacen a los “dignatarios” toluquitas «prenden», es necesario reconocer que el caldo de cultivo está para eso y más.
Videgaray, otra joya del barroco mexiquense
Y es que el mismo día que abrió la boca Ruiz Esparza, no quiso quedarse atrás Videgaray y emitió otras joyas del barroco mexiquense. Para empezar, nos obsequió su previsión de que para 2018 espera una “penetración” de diez billones de pesos como capital extranjero al escaso circulante, ¡que él secó!
Lo presenta como un sueño loco de una noche de primavera. Pero es lo que siempre han querido: que la economía nacional sea un desierto, donde llega el circulante extranjero a imponer condiciones y a avasallar.
Ese planteamiento está en el centro de todos sus modelos económicos, desde el petrolero hasta el financiero.? Es la razón por la cual están al frente de este negocio mexicano.
No habían pasado diez minutos, cuando el mismo Videgaray se atrevió a relatar un programa de apoyo al devaluado peso, consistente en la «indómita» idea de retirar tres mil millones de dólares de la reserva internacional, para ofrecerlos en México a lo largo de tres o cuatro meses.
México tiene doscientos mil millones de dólares, propiedad de la Nación, depositados en un fondo desnacionalizado que funciona en Estados Unidos como el soporte de la moneda norteamericana, el dólar, el mismo que nos presiona a la devaluación. Durante mucho tiempo hemos insistido en la necesidad de armar con ese dinero fondos de reserva soberanos que sirvan para apuntalar proyectos productivos detonadores de empleo y bienestar.
¿Qué tiene que hacer ese dinero nuestro en las arcas de la reserva federal estadounidense, si el dinero es para quien lo necesita, no para quien lo utiliza para bombardear los cimientos de nuestra convivencia y la paz social?
Y Videgaray todavía se ufana de que, retirando el uno por ciento –los 3 mil millones de dólares– de esa inútil reserva ¡estamos ejerciendo un acto intrépido de soberanía! ¿Nos quiere seguir viendo la cara de pendejos con la que le aplaudimos?