Paloma Woolrich reta a la muerte

Paloma Woolrich, de 62 años, se mira al espejo y sonríe. Sobre sus hombros y su espalda, sus cabellos se detienen un instante para caer al suelo. Los ojos de la actriz parecen humedecidos, pero no llora, sonríe y al final se toca la cabeza con asombro. La transformación física terminó, la emocional, para interpretar a una mujer que padece cáncer terminal, continúa. La obra de teatro Wit: despertar a la vida es el objetivo final de tal decisión.
“La sensación es nueva, única y estoy feliz, porque me siento ese personaje. El cabello es un adorno, es un elemento íntimo, pero crece. Me parece una fiesta poderlo hacer en estas condiciones de alegría y gozo, por convicción, por la obra.
Esto me ubica en esta mujer y puedo imaginarme cómo fue que se le cayera el cabello hasta raparse. Qué bueno que no tengo cáncer y que no es por eso que tengo que hacerlo. Mi cabeza es indescriptible… me tendré que acostumbrar”, expresó la actriz, con su trenza en las manos, que conservará como un elemento de caracterización para papeles futuros. Mientras tiene la mirada en el estreno del 24 de abril en el Teatro Milán.

Fragilidad expuesta

La obra, basada en el texto ganador del Premio Pulitzer 1999 escrito por la estadunidense Margaret Edson, relata la historia de Vivian Bearing, una profesora de literatura inglesa que tiene como particular interés la poesía metafísica escrita por John Donne (1572-1631).

Su vida da un giro al ser diagnosticada con cáncer de ovario en fase de metástasis y acepta someterse a un tratamiento experimental de ocho ciclos de quimioterapia. Su soledad, su concepción de vida y la fragilidad de su cuerpo quedarán expuestos en múltiples preguntas.

“Vivian es una mujer rígida, rigurosa, amarga, dedicada en cuerpo y alma a su profesión. No tiene hijos, marido, vida social y es una mujer muy severa con el exterior y con ella misma. Está muy sola y no ha disfrutado de la simpleza de la vida. Se especializa en un poeta que explora la mortalidad, más a fondo que ninguno, pero el cáncer la sorprende y la derrumba en una situación médica. Aunque ella quiere seguir siendo esa fortaleza, se le va cayendo el mundo, porque el cuerpo falla, llega el dolor y los médicos hacen lo que pueden con un tratamiento experimental, porque su cáncer ya no tiene remedio.

“Acepta ese reto y ruega por una palabra amorosa, por un poco de calidez humana que ella nunca ha dado y que tampoco ha recibido. Es así como descubre esa luz antes de morir y que tampoco está mal soltarse, reírse y dejarse querer y querer, llorar, que no es un signo de debilidad, ni de ser mala persona, ni boba, porque para ella todo es inteligencia y cree que lo demás son banalidades. Todo esto lo descubre tarde, pero vale la pena”, explicó Woolrich en entrevista con Excélsior.

En el camino, Vivian se topa con el doctor Óscar Kesnel, recreado por Fernando Becerril, quien también interpreta al señor Bearing, padre de la mujer; además de la profesora Emma Alexander interpretada por Concepción Márquez; el doctor Alan Dresser a cargo de Luis Arrieta y la enfermera Susie Monge tendrá como actriz a Marisa Rubio.

“La transición no es suave, pero hay una escena en la que su maestra Emma Alexander, quien además es una eminencia, es como regresar al seno materno. Es un personaje que me ha dejado reflexivamente muchas cosas, entre ellas el poema de John Donne: “Muerte, orgullosa no seas, aunque te hayan llamado poderosa y espantosa, pues no lo eres”. Cada vez que lo leo entiendo más cosas. Todos tenemos miedo, yo tengo terror a morirme, pero leo eso y pienso que es una pausa. Quizá la muerte no es esa cosa terrible y durará un segundo que se esfuma y ya, como dice el poema: ‘la muerte morirá’. Es una reflexión sobre la vida, la muerte, como es uno y la intolerancia que uno tiene hacia los demás. Estoy disfrutándolo, porque el equipo es increíble y la obra es magnífica”, precisó la actriz.

Historia llevada al cine

La historia de Wit tuvo su versión fílmica para la televisión en 2001 bajo la dirección de Mike Nichols y la actuación de Emma Thompson, transmitida por HBO. Un año antes, en México, Susana Alexander la protagonizó y produjo con el título de Punto y coma.

Woolrich basó su personaje no sólo en la historia original, su experiencia y técnica, sino en una visita al Instituto Nacional de Cancerología (Incan), donde platicó con una de las pacientes. Su compromiso fue más allá. Con apoyo del director de la obra Diego del Río, observó a través de YouTube la serie de videos del proceso que vivió la paciente Marisela Cable tras ser diagnosticada con cáncer de ovario hasta su fallecimiento.

“Mi personaje está muy alejada a mi manera de vivir y de ser. Yo soy otra, ella es opuesta. Sin embargo, todos tenemos de todo, nuestras partes amargas y oscuras, y uno se mete en esas densidades para los personajes.

“Mi hermano y mi novio murieron de cáncer de páncreas y cada uno lo enfrentó de diferente manera. Por eso, para mí Wit es un homenaje a mis seres queridos. Mi novio Jaime Katzew me enseñó mucho de la actitud y madurez de enfrentarse a la enfermedad. Tiene 13 meses de fallecido y me quedé con mucha paz, pero también con la reflexión acerca de cómo llegar con esa paz y madurez dentro de ti al morir. Como sea, hay que trabajarlo. Esta obra es un gran premio de la vida”, relató la también actriz de la serie Paramédicos.

Paloma Woolrich se mira al espejo y no sólo es ella. Es Vivian Bearing, una mujer con cáncer de ovario que desea hablar de su historia, de su transición a la muerte, de la poesía y de la fragilidad en la que “un solo respiro, una coma, separa la vida de la vida eterna”.