Lila Downs presenta disco en la Condesa

A seis meses de la desaparición de 43 normalistas en Ayotzinapa el concierto de Lila Downs en el Plaza Condesa fue un pretexto para que el público pidiera justicia al ritmo de sus canciones. En la velada presentó su nuevo álbum «Balas y Chocolate».

Con una escenografía emanando una ofrenda llena de flores de cempasúchil, 22 lámparas y pantallas que formaron una pirámide ascendente es que emocionó a los presentes con un grito de justicia.

«Para mis hermanitos periodistas en especial a Carmen Aristegui que se encuentra en la línea de fuego», fueron las palabras de la oaxaqueña al salir al escenario a las 21:12 horas para interpretar «Humito de copal».

«Lila, Lila» fueron los gritos de júbilo con el que los asistentes que llenaron el recinto le respondieron mientras que con una falda colorida, peinada con dos trenzas y portando un sombrero tocó el turno a «La farsante», éxito de Juan Gabriel con la que hizo cantar a todos.

Tras un descanso se puso sus lentes de sol y sacó algunos pasos de baile al ritmo de «La burra»; a las fronteras les cantó «La promesa» y con una potente voz entonó la rítmica y con toques norteños «Una cruz de madera», en donde evocó a la muerte.

«Yo sé que teniendo fe vamos a salir adelante. Yo les pido que cantemos que todo amaneció mejor, mejor», dijo antes de «Patria Madrina», que en su disco canta con el colombiano Juanes.

Desde tempranas horas algunos fans portaron cartulinas blancas con frases del tema tales como «latinoamericana de honor», «y a mi me agarró la depre», «no puedo traicionar mi ideal» o «ese filo es mi machete, que lo sepan bien».

«Vivos se los llevaron y vivos los queremos», gritó Downs como parte del tema para finalizar aquel que es su primer sencillo secundada por los eufóricos asistentes que contaron uniformemente del 1 al 43 en el momento que ella desapareció del escenario para cambiarse de vestuario y hasta peinado para terminar con una sola petición: «justicia».

Una tribu apareció en escena desarrollando las tradiciones mexicanas tanto en atuendos como en los instrumentos de percusión y el baile con torsos desnudos, caras pintadas y adornos con plumas de colores en la cabeza para dar pie a la vuelta de Lila Downs con «Balas y chocolate», igual que el título de su producción.

Junto a nueve músicos y ante varias cámaras en una grabación de DVD es que la cantante siguió su repertorio con «Dulce veneno», en donde incluso sacó un megáfono, mientras el «Son de difuntos» fue acompañada de aplausos y energía.

Algunas mujeres presentes se vistieron de manera tradicional similar a la intérprete de «Cuando me tocas tú», canción de amor que compuso con su esposo donde se puso un poco romántica y con la que al finalizar le pidieron a gritos «beso», que ella con gusto complació al dárselo a quien también es su saxofonista.

Don Asunción Aguilar fue el compositor de «Viene la muerte echando» por lo que su familia, quienes estaban presentes, disfrutaron su versión para dar pie a «Mano negra» con la que se despidió.

Pero ante la insistencia volvió con los acordes de «Zapata», una de las más coreadas; «Fallaste corazón» fue para su mamá y su hijo Benito, aunque no le gustan las rancheras tristes «puro alegrito quiere», expresó.

Así llegó «Mezcalito», en la cual bailó con una botella sobre la cabeza y con la otra mano movió un paliacate rosa, y cerró con «Cumbia del mole» a las 22:45 horas tras 16 canciones.