La renta nacional no es de Los Toluquitas

Carroll Quigley, maestro y protector intelectual de Bill Clinton desde sus años en la Universidad de Georgetown, es autor de la monumental obra Tragedia y esperanza. El dato sería anecdótico, a no ser por su enfoque sobre los gobiernos oligárquicos y los políticos patrimonialistas.
Después de consultar durante años los archivos de grupos y asociaciones herméticas, Quigley –que fue gran maestro de la sociedad secreta Huesos y Calaveras– sostuvo en su obra que el poder del capitalismo financiero tiene un objetivo trascendental: Crear un sistema de control mundial en manos privadas, capaz de dominar el sistema político de cada país y la economía planetaria como un todo. Gobiernos de ricos y funcionarios que se sienten dueños de la patria, como las dos tenazas de una misma pinza.
La teoría política moderna ha demostrado que las «naciones occidentales» son una máscara, una ficción legal, detrás de la cual operan grandes conglomerados privados que corrompen y utilizan a los políticos nativos, dice Quigley.
Este sistema ha estado controlado de un modo feudal por los bancos centrales del mundo, actuando concertadamente y por medio de acuerdos secretos, a los que se llega en conferencias y reuniones.
Es mentira que existan «democracias», afirma. Lo que existe es la forma más cruda de plutocracia u oligarquías nacionales, absolutamente subordinadas a mandatos de centros internacionales.
Cada Banco Central consiguió dominar a su gobierno mediante la habilidad para controlar los préstamos, manipular el mercado de cambios, determinar las variables macroeconómicas e influir sobre políticos colaboracionistas bien recompensados.
La cúspide del sistema ha sido –hasta antes del traslado de capitales a Luxemburgo– el Banco de Pagos Internacionales, con sede en Basilea, Suiza, banco de bancos, alimentado por corporaciones privadas.
El engranaje de simulación y dominio se complementa a la perfección en el área latinoamericana, por el funcionamiento casi clásico del sistema patrimonialista de democracias deficitarias e insaciables, cuyos dirigentes operan como si fuera suya la riqueza de las naciones.? Parece que Quigley escribía en nuestra sala.
Ahora, el ciudadano es en realidad un cliente
En su versión moderna, el régimen patrimonialista se rodea de instituciones democráticas formales, pero posee el monopolio de las decisiones de todas las áreas de la esfera estatal.
En los regímenes patrimonialistas el ejercicio de la violencia opera en dirección a diluir la representación del sujeto como portador de derechos sociales y, luego, convirtiéndolo en un cliente del sistema.
Las políticas sociales, la eficiencia del gasto dirigido a la pobreza, las organizaciones de la sociedad civil y la constitución de organizaciones de base son sus puntales. Son estimuladas y controladas desde el poder político.
Los regímenes patrimonialistas generan una ciudadanía de baja intensidad, consciente o no, funcional a la reproducción de la dominación. Las prácticas operan en dos sentidos: por un lado, refuerzan la imagen del líder paternal atento a las demandas de su pueblo. Por otro, debilitan la noción de titularidad de derechos sociales, enmascarando la percepción de la dimensión ciudadana correspondiente.
La sensación de vencer a la plutocracia y al patrimonialismo, es activada por el mismo poder público, formalizando las demandas de transparencia y rendición de cuentas; promoviendo coaliciones y alianzas políticas en búsqueda afanosa del poder.
Para “las naciones occidentales” estos cuentos no son nuevos. Se viven a diario, en medio de las acerbas e interesadas críticas de los medios masivos de comunicación, para los que nunca han pasado desapercibidos, ni en los planteamientos, ni en las prácticas.
Y que se los “cotorrea” la reina Isabel II
Nosotros, en México, siempre hemos llegado tarde al debate teórico. Es fácil que comulguemos con todas las ruedas de molino de la nueva y funcional «democracia participativa» que nos quieren endilgar las organizaciones no gubernamentales y las políticas contra la pobreza.
Por ese retraso pudibundo es que hasta la gira por el viejo mundo rebotaron las noticias de los nombramientos comprometidos por Los Pinos a los representantes de Televisa en la PGR y en la Suprema “Corta” de Justicia. De allá afuera ven venir más, dentro de este proceso de causación circular acumulativa. Por ello la insistencia de los extranjeros en saber la línea.
El ogro patrimonialista del Estado mexicano nunca los ha defraudado. Lo que les da pena ajena es que el ogro se esté convirtiendo en un bichito vergonzante que se asusta de cualquier «coco» y luego quiere echar reversa.
Alguien del servicio exterior, aunque fuera, les hubiera advertido a los gerifaltes que no era para apenarse, sino para presumirlo. ¡Estamos en las grandes ligas!? ¡Ya engañamos igual que los de allá! Somos plutócratas y patrimonialistas.
Como nadie les advirtió, llegaron como la aldeana que muerde el rebozo, apenándose de haber perdido la virginidad y gritando a los cuatro vientos que todavía nadie ha intimado en su tesorito. ?E hicieron un doble oso, ahora por ignorancia.
?Nadie les pedía dar marcha atrás. Lo que querían los periodistas acreditados en la corte de Saint James era una manifestación clara de voluntad sobre plutocracia y patrimonialismo. Pero expresada a pecho abierto, a voz en cuello, como gente del primer mundo.
Aquellos son periodistas con toda la barba. Cubren la fuente de la pérfida Albión, no los embutes y “chacaleos” de San Pedro de los Sahuaros.
Las vergüenzas de acá en el rancho grande, no deben formar parte del equipaje, cuando aquí se tomó –“echados pa’delante“– una decisión bien fundamentada ante la prensa local, exigiendo el aval público del Senado, por cierto, nada retobón ni retrechero.
¿Por qué no tienen cara ni discurso para salir al paso de los conflictos de interés? ¿Por qué no han platicado con ningún periodista nacional sobre estos temas? ¿Por qué sólo se ponen el huarache con el Financial Times?
¿Por qué siempre salimos al exterior a regatear las tendencias de la sociedad actual, que hablan de una creciente expansión del espacio privado y sus sectores más dinámicos? ¿Tan grande es la cruda moral que la traen enterrada hasta la médula de los huesos?
Los defenestrados de prensa del Guamúchil Party presumen haberlo conseguido: ¡La reina apoya las intrépidas reformas estructurales?! No saben que es una declaración de cajón, de simple cortesía. Para ellos es un resultado casi olímpico, ciclópeo. Peor para ellos.
Ya les avergüenza su alianza con Televisa
¿O es que nadie del gobierno cree en el bono democrático que tienen los mexiquenses por haber ganado con el ocho por ciento de diferencia en la contienda electoral? En la medida en que se les haga poco, seguirán sufriendo de baja autoestima en el plano internacional.
?Muy pronto regresaron a tierra azteca. Sintieron de nuevo la necesidad de afianzar las decisiones y no van a dar marcha atrás, porque aquí sus chicharrones sí truenan. El enlace con Televisa no es ocasional. Es un fenómeno estructural de psico-dependencia biunívoca. Unos son lo que quieren ser los otros. Se necesitan para sobrevivir. Además, cada quien tiene lo que al otro le falta.