Opacidad en el proyecto del Templo de San Agustín

No obstante que el Antiguo Templo de San Agustín es una de las joyas arquitectónicas del siglo XVII de la Ciudad de México, y de albergar durante 97 años la Biblioteca Nacional, su restauración no ha sido concluida a 30 años de que fuera abandonada, luego de ser afectada por el sismo de 1985, y casi un lustro de que se iniciaran sus trabajos de recuperación.
Ahora los trabajos se realizan a marchas forzadas y de acuerdo con un documento de acceso a la información remitido a Excélsior, se confirma que la UNAM no cuenta con un proyecto integral con los trabajos que deben realizarse en este edificio histórico, sino que más bien se decide sobre la marcha, y aclara que no cuenta con montos preliminares ni un presupuesto fijo o programado para esta obra.
Asimismo informa que hasta el momento las dos empresas comisionadas no han concluido ninguna de las tres etapas implementadas para recuperar el espacio, el cual deberá estar listo en el año 2016 para albergar la Biblioteca Nacional Digital, un espacio que “brindará acceso a los acervos digitales de la UNAM y de otras bibliotecas a investigadores y el público en general”, para convertirse en un espacio de difusión de la cultura y de expresiones artísticas.
Para esta restauración fueron comisionadas las empresas Sackbé y Megarquitectos, las cuales son supervisadas por ingenieros de la UNAM, bajo la tutela de Roberto Meli Piralla. “Los trabajos de restauración se realizan bajo la supervisión y definición de qué hacer, del personal del Instituto de Ingeniería bajo la dirección del doctor Roberto Meli Piralla…”
Y aclara el procedimiento de los trabajos: “Se lleva a cabo en el inmueble una obra de restauración, lo cual implica que no existan proyectos definidos de antemano; por ello, conforme se está en posibilidad de detectar qué es necesario hacer, en cuanto a reforzamiento de estructura o sustitución de elementos en sus diferentes partes o componentes, el Instituto de Ingeniería, mediante boletines determina la obra por ejecutar; es decir, por etapas”, Esto a pesar de que el Artículo 9 de la Carta de Venecia establece que los trabajos de restauración deben estar acompañados de estudios arqueológicos e históricos del monumento:
“La restauración es una operación que debe tener un carácter excepcional (…) Su límite está allí donde comienza la hipótesis: en el plano de las reconstituciones basadas en conjeturas, todo trabajo de complemento reconocido como indispensable por razones estéticas o técnicas aflora de la composición arquitectónica y llevará la marca de nuestro tiempo. La restauración estará siempre precedida y acompañada de un estudio arqueológico e histórico del monumento”.
Y añade: “En tal virtud, los montos de la obra por ejecutar y licitar, se estiman de manera ponderada y su costo final se obtiene hasta concluida la obra, tomando en cuenta los precios unitarios de la obra licitada en cada una de las etapas”.
Según el documento, los trabajos que forman parte de la primera etapa son: la reestructura del muro testero, la bóveda y los pretiles del Presbiterio del Templo y la integración de tensores a nivel de las bóvedas de la nave principal y en ambas caras del muro.
La segunda contempla: la restauración de la cúpula del templo mediante trabajos de consolidación, sustitución de aplanados, integración de impermeabilizante, reintegración de los enladrillados y elementos ornamentales de Talavera; consolidación estructural de las bóvedas de la nave principal y del crucero del templo con trabajos de remamposteo de grietas e inyección de mortero, además de un sistema de impermeabilización nuevo y enladrillado.
Y en la tercera incluye la intervención de la Capilla de la Tercera Orden, en la que se reestructuran las ocho bóvedas, se integran cinco muros de refuerzo y se efectúa el corte estructural de los elementos arquitectónicos que unen al templo y a la capilla; se demuelen las losas de la azotea para sustituirlas por un sistema aligerado y con las pendientes adecuadas para el desagüe pluvial, conforme a los hundimientos del edificio.

Santo escritor

El Antiguo Templo de San Agustín está incluido en el Catálogo de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y, desde 1929, forma parte del Patrimonio de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Vía telefónica fue consultado el historiador y sociólogo Carlos Martínez Assad, quien destaca el valor histórico de este monumento, el cual fue el primero que construyeron los agustinos en México.

Años después es muy probable que los liberales decidieran que este lugar debía ser la Biblioteca Nacional, pues estaba dedicado a San Agustín, el santo escritor. “Yo creo que la figura les simpatizó a los liberales porque pudieron haber elegido otro edificio intervenido por el Estado durante la Reforma, pero no fue así”.

Sin embargo, después de la Catedral Metropolitana éste era el edificio más alto de la Ciudad, por lo que en 1882 fue destinado a la Biblioteca Nacional, aunque previamente su estructura fue transformada de iglesia católica a edificio laico.

Como parte de aquellas obras se le retiró la torre, los altares, la lamparilla de la cúpula y se cubrió la fachada de la Tercera Orden, ubicada a un costado del edificio que ostenta un Cristo mudéjar de una enorme belleza, según las disposiciones de la época.

“Fue entonces que en lugar de las figuras religiosas se colocaron las estatuas de los grandes hombres que transformaron el pensamiento universal, como Cicerón, Aristóteles, Dante, San Pablo y Alexander von Humboldt, entre otros más”, explica Assad.

Cabe señalar que este recinto tiene una importancia singular, pues todas las esculturas de su interior fueron realizadas por los grandes escultores del porfiriato. Pero hacia 1985 el edificio sufrió las consecuencias del sismo del 19 de septiembre y fue clausurado.

Martínez Assad fue cuestionado sobre si actualmente asesora con su investigación histórica los trabajos que la UNAM realiza en este antiguo templo. “No los asesoro formalmente, pero ahí está mi libro Rescate de San Agustín que contiene mucha información”.

Y comenta que si bien es una buena idea el uso que se le dará al espacio con la Biblioteca Nacional Digital, se deberían considerar elementos que convocaran a más público a este espacio.