INBA otorgará reconocimiento a Oscar Wong

Por sus cuatro décadas de actividad profesional, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) reconocerá al poeta, narrador y ensayista chiapaneco Óscar Wong (1948), el próximo domingo en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
En el marco del ciclo «Protagonistas de la literatura mexicana», la sesión representa para el autor, que posee orígenes dinásticos provenientes de China, desde donde llegó a México su padre, Arturo Wong Cinco, una oportunidad de que los lectores se reencuentren con su obra, destacó el INBA. De que muchos me descubran y otros me redescubran. Este festejo por mis ocho lustros es como decirle al mundo, con un título y un guiño para el poeta sevillano Juan Cervera: ‘Estoy aquí, miradme’», comentó el escritor, Premio Nacional de Poesía «Ramón López Velarde» en 1988. Retomó la literatura como una forma de reivindicación, pues su padre tuvo que aprender por sí mismo lo poco que sabía del español, y de su madre, originaria de Chiapas, también aprendió mucho, en lo que significó un amalgama de la cultura china y la chiapaneca.
Me siento agradecido con la vida por mi linaje, por mis orígenes dinásticos, sobre todo porque tuve un padre que veía al mundo no con la óptica burda y hasta grosera del occidental, sino con la milenaria sabiduría de los ancestros chinos, con la constancia y disciplina que forjan universos y descubren la infinita multiplicidad de las 10 mil cosas que integran el cosmos», expresó. Su incursión en la literatura llegó con «Rayuela», libro que fue Wong un «golpe demoledor» que lo hizo acceder a una nueva visión del mundo y entonces el argentino Julio Cortázar se le hizo un autor imprescindible.
Su admiración por ese escritor fue tal que formó, junto con algunos amigos, el «Club de la serpiente», amenizado con música de Charlie Parker y Louis Armstrong, donde discurrían entre la lectura y los sueños con la Maga.
En octubre de 1986, Óscar Wong, quien publicó su primer libro «Eso que llamamos poesía» en 1974, enviudó y se hizo cargo de sus dos pequeños hijos, por lo que se fue a vivir a Chiapas y regresó tiempo después al Distrito Federal, aunque ya casi no salía de casa.
Me encerré en el ‘Wongnasterio’ a impartir cursos y talleres de creación poética», indicó el autor, quien a lo largo de su trayectoria profesional ha cambiado su forma de escribir y de percibir el hecho poético.

Del arrebato emotivo a la búsqueda del equilibro conceptual», explicó el poeta, quien consideró que la muerte de su esposa lo llevó a observar el entorno de otra manera.