Estudiar protege al cerebro contra enfermedades

Los años de educación que tiene una persona fortalecen el cerebro y logran que ante una herida grave como la de un traumatismo o las causadas por el alzheimer, esté más fuerte y sufra menos, concluyeron científicos estadounidenses.
Las personas que tienen más años de educación pueden superar mejor un traumatismo de cráneo que los que tienen un menor nivel educativo, concluyó un estudio publicado ayer en Neurology, la revista oficial de la Academia Estadounidense de Neurología.
El estudio analizó a personas que sufrieron traumatismos encefalocraneanos moderados y severos; en su mayoría producidos por accidentes en motos y en caídas.
«Después de este tipo de heridas, algunas personas quedan discapacitadas de por vida y no vuelven nunca a su trabajo, mientras otras, con una herida similar, se recuperan completamente», apuntó Eric Schneider, coautor del trabajo en la Escuela de Medicina del Hospital Johns Hopkins.
«Nosotros solemos comprender algunos de los factores que llevan a estas diferencias, pero no podemos explicar todas las variables», admitió Schneider.
El nuevo estudio ayudará a armar mejor este puzzle de causas y efectos. Los investigadores centraron su análisis en algo que se conoce como la «teoría de la reserva cognitiva», la que establece que las personas con más educación tienen una reserva cognitiva mayor.
Dicho de otro modo, sus cerebros poseen la habilidad de mantener sus funciones a pesar del daño. El concepto surgió desde los estudios de desórdenes cerebrales como el mal de Alzheimer, en el cual se ha visto que personas que han estudiado gran parte de su vida presentan síntomas más leves que aquellos menos formados.
Esto se ha visto aún cuando los cerebros presenta el mismo daño provocado por la enfermedad.
Hasta ahora no se había explorado si la misma relación se cumplía en casos de traumatismos de cráneo y encéfalo.
Los científicos analizaron a 769 personas mayores de 23 años que habían sufrido un traumatismo y los monitorearon durante al menos un año.
Los participantes fueron agrupados por nivel de formación. Un total de 185 individuos (24%) no había terminado el liceo; 390 (51%) habían terminado el liceo y estudiado algo más y 194 (25%) habían obtenido, al menos, un título de grado.
Al año siguiente de producida la lesión en el cerebro, el 90% de las personas que no habían terminado el liceo estaban discapacitados y limitados severamente como para ir a trabajar o regresar a sus actividades normales.
Sólo el 10% había superado el accidente. Entre quienes sí habían terminado el liceo el porcentaje que quedó incapacitado fue del 69% (el 31% logró recuperarse con éxito). Y en el tercer grupo, el de las personas con títulos de grado o postgrado, la cantidad de afectados gravemente a un año de la lesión fue del 61% (el 39% lo superó de forma satisfactoria).
En otras palabras, entre una persona que finaliza estudios terciarios y otra que no termina la formación secundaria la posibilidad de superar con éxito un traumatismo de cráneo severo varía entre el 39% y el 10%.
¿A qué se debe?
Los investigadores aún no lo tienen claro. «Necesitamos aprender más acerca de cómo es que la educación ayuda a proteger el cerebro y de qué forma esto incide en la herida y la resiliencia (capacidad para sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas)», expresó el investigador estadounidense.
«Explorando esta relación podremos, con suerte, identificar caminos más exitosos para ayudar a los pacientes a recuperarse de un traumatismo encefalocraneano severo. Esperamos poder lograrlo», concluyó el científico.
Otro estudio realizado en personas mayores con alto riesgo de Alzheimer mostró que el ejercicio moderado protege el cerebro y el área donde aparecen los primeros síntomas de esta patología.
El trabajo, desarrollado por la Universidad de Maryland, concluyó que la actividad física tiene el potencial de preservar el volumen del hipocampo (el área del cerebro en cuestión) en las personas que tienen probabilidades de desencadenar la enfermedad debido a su carga genética.
En el estudio, los adultos mayores que no desarrollaban ejercicio fueron los que vieron más disminuido el volumen de esta área de su cerebro. Un comunicado de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) , informó de otra novedad en este campo.
Los investigadores descubrieron un mecanismo celular implicado en la consolidación de la memoria y desarrollaron una terapia génica que revierte la pérdida de memoria en etapas iniciales en modelos de ratones con la enfermedad. Aún no se probó en humanos.