¿Qué Gobierno merecemos?

Vale la pena un somero repaso para intentar saber hacia dónde vamos, sobre todo después de que el laureado Alejandro González Iñárritu hizo un ruego –visto por millones en todo el mundo—para que los mexicanos tengamos el gobierno que verdaderamente merecemos y que, en definitiva, no es el que hoy por desgracia tenemos.
Sobre todo porque, a través de la historia, la clase política mexicana siempre se distinguió por adecuar, mal que bien, sus modelos de crecimiento al entorno internacional y, muchas veces, a capotear los saltos impredecibles de un poderoso vecino.
Lo que conocimos en los setentas sobre el canciller alemán Willy Brandt y su real politik, en México fue plato del día a lo largo de nuestra azarosa existencia. Aunque hay muchos que quisieron ver a Porfirio Díaz como un militar de fajina, vulgar “escupe alfombras”, Ralph Roeder dixit, en realidad se equivocaron.
Díaz era un gran estratega político que supo interpretar en el traspatio los movimientos voraces del expansionismo norteamericano y la época pujante de los grandes imperios europeos, posteriores al Congreso de Berlín de 1885, donde se repartieron las riquezas africanas. Podían habernos tragado de un bocado.
Durante sus treinta años como dictador, don Porfirio toreó con éxito, entre otros, a los presidentes Ulysses Grant, héroe de guerra, Groover Cleveland y William McKinley, republicanos duros de roer, representantes de grandes intereses económicos y enormes monopolios.
Los últimos años en el Castillo de Chapultepec lidió con el “gran garrote” empleado por Theodore Roosevelt y su cauda de intervencionistas y, por último, con William Taft, el de los tratados de Ciudad Juárez, su enemigo irreconciliable, que siempre le reclamó la falta de trato parejo, igual que a los petroleros ingleses.
Acá en el rancho grande, el dictador tuvo que habilitar a los hijos de los poderosos, a los “lagartijos”, como coyotes de las transnacionales del petróleo, los ferrocarriles, la minería y los enclaves industriales, para tener a todos en un puño y hacer valer su toma de decisiones, por encima de las ventajas geopolíticas.
Paradoja Revolucionaria Consolidó
a la Burguesía
Al triunfo de la revolución, no fueron menores los intentos diplomáticos para lograr el reconocimiento de los gobiernos del Grupo Sonora, triunfante en la lucha armada y en la eliminación del «rey viejo», así como sus modos diplomáticos, capacidades financieras y de gobernabilidad.
Gracias a la consecución de dichos objetivos, pudieron hacerse las grandes reformas administrativas y las inversiones en infraestructura, que desembocaron en la era de las instituciones callistas, pie de estribo del capitalismo primario de Estado.
El reparto de tierras y el financiamiento a los campesinos, así como el gran despegue de la industria manufacturera fue posible por decisiones acertadas sobre el papel a desempeñar durante la Segunda Guerra.? México se posicionó del lado de las potencias occidentales.
Si los norteamericanos habían abandonado su aparato productivo de textiles y alimentación para hacer la guerra, México debía cubrir ese hueco.? El crecimiento se fincó sobre los sectores manufactureros y agroexportador. Se consolidó una parte de la burguesía, la que se ubicó del lado de los generales triunfantes.
En todo caso, se descuidó el crecimiento anárquico en los cinturones urbanos. Tuvieron que cubrirse todos los flancos que descuidaron los poderosos que habían apoyado abiertamente al eje Berlín – Roma – Tokio.
?El desarrollismo alemanista imprimió una versión de modernidad que encubría la voraz corrupción de los civiles recién ascendidos al poder. Se protegió el monopolio y la explotación bajo la fórmula bajos salarios – estratosféricas utilidades. El régimen de expropiaciones, concesiones y subsidios fue desmedido y apabullante.
?El desarrollo estabilizador, aplicado de 1952 a 1970, descansó básicamente en el proceso de búsqueda del equilibrio externo, a través de una legislación proteccionista indiscriminada, cuyo instrumento más importante fue la tarifa.
Aunque el sonsonete era «sustituir importaciones» la tarifa obligó a brincar la muy elevada vara de los permisos de importación que, por sí solos, enriquecieron a muchas generaciones de priístas. Imagínese, ¡Salinas Lozano a la cabeza de los fruncionarios!
La estabilidad interna se persiguió a través de una política monetaria que permitiera estabilidad de precios, aunada a una política fiscal que procuraba la acumulación de capital y de riqueza.
A la par, subsidios, exenciones impositivas de tiro preciso y costo bajo o congelado de los productos y servicios que generara el sector público gubernamental de la economía.
Todas las leyes conservadoras del período 1939-1954 que permitieron la concentración de la propiedad, el sacrificio del ahorro colectivo y la aparición de la burguesía financiera fueron decisiones voluntarias del Estado. No eran unos improvisados ni ingenuos aquellos batos.
CSG, MMH y EZP Vendieron Pedazos de Soberanía
Echeverría y López Portillo, con el modelo de desarrollo compartido, convocaron a crecer y distribuir simultáneamente. Ensanchar el mercado interno y dinamizar la intervención del Estado. Quedaron en quimeras. Pero tenían idea, aunque la soportaran en la deuda externa.
Los neoliberales, Salinas, de la Madrid y Zedillo, vendieron pedazos de soberanía; se ajustaron estrictamente a las órdenes imperiales del FMI, del Banco Mundial y de la Casa Blanca, a cambio de nada.
Desmantelaron las estructuras del Estado y todos sus sectores productivos; desregularon las barreras que impedían entregarnos; privatizaron y transnacionalizaron el sistema bancario, así como todos los últimos reductos.
Aun más: mantuvieron irresponsablemente todas las reservas monetarias del país en apoyo del dólar; descuidaron la investigación, la ciencia y la cultura. Ahora lo hacen también, me dirá usted, sí, pero desde la inconsciencia de lo que eso significa.
A la derecha de la derecha. Así eran. Eso había. De Fox y Calderón ni hablar. Eran y siempre serán la negación de la idea del Estado. Gobiernos de caricatura, de vergüenza ajena, de sangre y depredación. El panismo ordinario, el eco de lo peor del priísmo.
Sólo faltaba Peña Nieto. El hombre sin recursos. Personaje de una época desaparecida, desprovisto de cualidades particulares que puedan conferirle una personalidad que lo distinga. Surge en medio de la turbulencia y la desesperanza.
A la cabeza EPN de los toluquitas, éstos quisieron resolver en dos años los problemas económicos de toda su descendencia y para hacer eso, no hay país que alcance, ni que aguante.
Para donde volteemos, el mundo es un conjunto desordenado y atribulado de países que buscan sobrevivir.? Lo logran sólo los previsores, los más hábiles, los conocedores del paño. Los que saben qué tienen y cómo apostarlo. Viéndolo bien, es una oportunidad de oro. Ángela Merkel encabeza la supervivencia europea, conciliando los intereses de los desastrados países peninsulares, ahogados en préstamos mutuos impagables, que jalan al continente a la recesión, mientras la economía alemana opera como coraza de proa del conjunto comunitario.
Los gigantes asiáticos, continentales y ultramarinos, en un momento estelar, disputándose los mercados mundiales con potencias occidentales que carecen de su mágica y sacrificada mano de obra.
Los pequeños nacionalismos regados por el mundo, tratando de emerger en condiciones competitivas. América Latina en un momento crucial, entre la dominación total y la independencia. ¿Y México?