Audiología, mejora la comunicación en la tercera edad

Los problemas en el oído son responsables de pérdida auditiva, incomunicación, accidentes e inseguridad en ancianos, y aunque pueden deberse a envejecimiento también son ocasionados por enfermedades, ruido u otras condiciones. La audiología tiene papel fundamental para recuperar la capacidad de escuchar.
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Catalogado por muchos como el segundo sentido más importante, después de la vista, el oído nos permite percibir sonidos, su volumen, tono y la dirección de donde provienen, y mediante una red de terminales nerviosas transmite esas sensaciones al cerebro, que las utiliza para orientarnos en el lugar donde nos encontremos y para distinguir una melodía o voz familiar.
Como cualquier otra parte del organismo humano puede padecer atrofia, por ello la Medicina cuenta con una rama encargada de su atención, la audiología, que «es una disciplina encargada de prevenir, identificar, evaluar y dar rehabilitación a problemas tanto en el oído normal como en el que presenta disminución en su capacidad (hipoacúsico)», explica la Dra. Nieves Ocaña Plante, adscrita al departamento de Comunicación Humana del Centro Nacional de Rehabilitación de la Secretaría de Salud, ubicado al sur de la Ciudad de México.
Además, la especialista detalla que esta ciencia médica trabaja en colaboración con otras como foniatría (estudio y atención de los órganos que intervienen en la generación de la voz), otoneu/rología (relación entre el oído y el sistema nervioso), psiquiatría, psicología, otorrinolaringología (padecimientos en oído, nariz y garganta), medicina interna, pediatría y geriatría, ante todo porque el origen de los problemas auditivos es muy diverso. Asimismo, se dedica a la atención de personas de diferentes edades, «pues el oído puede ser afectado tanto en recién nacidos, niños en edad escolar y adolescentes como en adultos o ancianos».
La Dra. Ocaña Plante recuerda que muchas veces le restamos importancia al oído «porque estamos tan habituados a escuchar que no lo valoramos»; sin embargo, destaca la importancia de preservar la salud de este sentido por todo lo que ello implica. «Un niño con problemas de audición tiene dificultad para adquirir el lenguaje o para aprender en la escuela, en tanto que los adultos mayores que no oyen bien se aíslan de sus seres queridos porque no pueden conversar, sin olvidar que tienen mayor propensión a sufrir accidentes cuando caminan por la calle o conducen un vehículo».
Problemas en el anciano
La experta en audiología, otoneurología y foniatría indica que es cierto que la capacidad de escuchar se deteriora con la edad, tal como ocurre con vista o fuerza muscular, pero pone énfasis en que «además del desgaste natural es probable que el paciente presente alguna condición que empeore su percepción; por ejemplo, padecer presión arterial elevada o diabetes (altos niveles de azúcar en sangre por mal aprovechamiento o nula formación de insulina) daña a los vasos sanguíneos, por lo que la irrigación no es la misma y las terminaciones nerviosas del oído se atrofian. También las infecciones de nariz y garganta son de consideración, ya que pueden extenderse y ocasionar inflamación (otitis) que, si no se trata de manera adecuada, genera perforaciones internas y otorrea (salida de pus)».
Siendo más concretos, la Dra. Nieves Ocaña describe las patologías que dañan con mayor frecuencia al oído en personas de la tercera edad:
Presbiacusia. Es la pérdida de audición generada por cambios degenerativos relacionados con la edad; se presenta en el 30% de los mayores de 65 años y en el 50% de quienes rebasan los 85; dichos porcentajes se duplican si tomamos en cuenta sólo a las personas con algún problema de salud potencialmente dañino para este sentido. Por lo general, el paciente se queja de que poco a poco pierde la capacidad de escuchar (hipoacu/sia) en ambos oídos sin que existan antecedentes de importancia que puedan explicarlo.
No hay tratamiento definitivo, pero sí medidas preventivas, como «vigilar la alimentación y el estado de salud en general, así como evitar ambiente ruidoso y consumo de medicamentos ototóxicos, es decir, aquellos que dañan al oído, entre ellos antibióticos como gentamicina, garami/cina, amikacina y talidomida». También se debe hablar con el paciente y a su familia sobre las características de la pérdida auditiva, cómo afecta la comunicación y los cambios que pueden ocurrir en la conducta del anciano. En ocasiones es útil que el paciente aprenda a leer los labios.
Secuelas de otitis media crónica. Son lesiones que persisten después de sufrir infección en oídos (muchas veces generada por padecimientos en nariz y garganta mal atendidos) y que no pueden ser reparadas por ningún método médico o quirúrgico, entre ellas perforación del tímpano (membrana que separa al oído externo del interno) o daño a las diminutas estructuras óseas que sirven para transmitir sonidos. La pérdida de audición ocasionada por este problema puede ser parcial (hipo/acusia) o total (anacusia); ello no depende de la gravedad de la infección en el oído ni del tiempo que duró, sino de la evolución del proceso en cada paciente. El daño puede presentarse en uno o ambos oídos, y la rehabilitación no alcanza el 100%.
Otoesclerosis. Crecimiento anormal de uno de los huesos del oído medio.