Ex electricista de Picasso continúa en juicio

A la espera de la petición fiscal, mañana, y de la contestación de la demanda contra el electricista de Picasso, Pierre Le Guennec y su esposa Danielle, acusados de ocultación de bienes robados, la tésis de que el maestro no les regaló 271 obras se reforzó hoy en la segunda jornada del juicio en Paris.
Confirmaron dicha imposibilidad viejos amigos de Pablo Picasso (1881-1973) como Dominique Sassi, de 79 años, empleado en el taller de cerámica de Vallauris donde el artista conoció a Jacqueline (1927-1986), y expertos como las exdirectoras de los Museos Picasso de Barcelona, María Teresa Ocaña, y del parisino, Anne Baldassari.
Fue una sesión muy interesante», dijo el abogado de la familia Picasso, Jean-Jacques Neuer, desde el Tribunal Correccional de Grasse, en el sureste de Francia.
Tras este día de declaraciones «es evidente» que contra lo que mantiene Le Guennec, «él no hizo solo la lista» (explicativa de cada una de las 217 obras que facilitó a la Picasso Administration en 2010, cuando intentó obtener su certificado de autenticidad).
La aparición de esas piezas inéditas desencadenó la alarma, y Claude Picasso, director del organismo que gestiona para sus herederos los derechos de la obra del artista, lanzó las pesquisas que en 2011 llevaron a la inculpación de la pareja de jubilados por receptación, delito que a diferencia del robo no prescribe.
Todos los testigos dijeron hoy lo mismo», incluidas «las dos más grandes conservadoras de museos Baldassari y Ocaña», resaltó Neuer.
En el tribunal, «se nota que los acusados no están cómodos, se siente un malestar y se les ve desdichados», resumió el también exgalerista, quien expresó ante todo su sorpresa por el supuesto don, pues «todo lo que daba Picasso estaba firmado y dedicado».
Prudente, porque el proceso no terminó aún», Sassi comentó «el ambiente difícil» del juicio, y recordó cómo durante décadas veía con frecuencia al artista y Jacqueline, y luego a ella, ya viuda, hasta su suicidio, «pues le gustaba recordar el pasado».
Jacqueline no daba tanto, y cuidaba mucho lo que regalaba», afirmó el decorador, que trabajó durante 20 años en el taller Madoura, y que más de una vez escuchó a la viuda de Picasso decir: «creo que me roban. Echo en falta cosas, pero cómo hacer».
Claro, «era muy difícil» controlar la enorme herencia del Picasso y, además, «ella estaba sobre todo muy traumatizada por la muerte de Pablo. Trístisima», recordó Sassi de esa mujer «muy brillante, muy bella, que hablaba varias lenguas» y que conoció a Picasso cuando trabajaba en la recepción del célebre Madoura.
Solo un testigo, y los propios acusados al final del día contestaron la imposibilidad de que Jacqueline hubiese regalado hacia 1972, sin más, en bloque y sin firmar, «un paquete» con 271 obras de principios del siglo XX, algunas de ellas muy personales, valoradas en más de 60 millones de euros (67,8 millones de dólares, al cambio de hoy).
Fue la hija del dentista de Picasso, la señora Baudot Latkile, que entonces tenía 23 años. «Les conoció bien, y veía que Picasso daba mucho en aquella época, incluso a los desconocidos», explicó el abogado del electricista, Charles-Etienne Gudin.
Anoche llamó voluntariamente para ofrecer su testimonio y hoy logramos hacer pasar en el último momento», precisó.
Teníamos otro testigo muy interesante, Francis Recco, propietario de una fotocopiadora que a menudo utilizaba Jacqueline y que podía explicar que ella quería deshacerse de todo», pero no fue aceptado, añadió Gudin, quien dijo «no necesitar testigos» y basar su defensa «en cosas muy sólidas, el dossier y el derecho».
Estimó, asimismo, que el ambiente fue hoy «menos eléctrico, mucho más tranquilo» y que sus clientes «van mejor que ayer, aunque están tristes al ver que mucha gente niega la posibilidad de ese don».
Las cosas no son tan simples, aunque, simplificando, admitamos que pueda parecer imposible», consintió el letrado, antes de hablar de Maurice Bresnu, chófer de Picasso durante años y objeto de otra instrucción judicial, al igual que su esposa, prima hermana de Pierre Le Guennec tras intentar vender obras y objetos del artista.
La directora jurídica de la Picasso Administration, Claudia Andrieu, «en el corazón del ataque, no paró hoy de hablar del primo de los Le Guennec», en busca de la «amalgama de ambos casos», pero los Picasso de los Bresnu -ambos fallecidos-, «datan de los años 70, y las de los Guennec de principios de siglo», recalcó.