Morelos contra Iglesia y no contra pillos

Mientras en Morelos sigue azotando la seguridad el capo Santiago Mazari Miranda El Carrete, las fuerzas de seguridad han redoblado sus actividades que sospechosamente parece politizar la inseguridad: el 12 de enero la policía estatal realizó una incursión violenta en la casa de dos ancianos padres del Vicario general de la Diócesis de Cuernavaca.
Este operativo reveló dos hechos significativos: la existencia del mando único no aparece como una solución real, sino quizá apenas instrumental; y la incursión ocurrió después de que el obispo Ramón Castro y Castro denunciara en homilías el estado deplorable de la inseguridad en la entidad, el aumento en los secuestros y las extorsiones y amenazas contra sacerdotes.
El operativo tuvo muchos yerros, lo que indica que el mando único uniformó el control de policías pero sigue fallando la calidad de la acción policiaca, la pésima inteligencia de seguridad y la falta de capacitación de los policías locales. Morelos fue el primer estado que estableció el mando único pero las denuncias de abuso policiaco y violación de derechos humanos con las mismas de siempre.
La acción policiaca contra la casa de dos miembros de la iglesia católica de Cuernavaca fue al viejo estilo: una supuesta orden de cateo, muchos policías estatales operativos fuertemente armados y la destrucción de una puerta para entrar con violencia. El problema también fue el de siempre: una “denuncia anónima” sobre secuestradores que careció de confirmación y una impresionante movilización policiaca de muchas policías en la casa de sacerdotes ancianos y enfermos.
El comisionado de Seguridad Pública de Morelos, Alberto Capella, quien fue importado de Tijuana por supuestos éxitos operativos, dijo que la entrada a la casa del Vicario de Cuernavaca se debió a que les dieron un “número equivocado” de la casa; así, toda la organización del mando único ha sido sólo de subordinación pero no de calidad en la acción policiaca. La información se encuentra en un video: www.youtube.com/watch?v=sHgjbFuqfSw.
El asunto, por lo demás, podría tener ciertos tintes políticos porque algunos grupos perredistas que gobiernan el estado siguen considerando que la iglesia morelense ha estado más cerca del PAN que del PRD y que se ha dedicado a criticar al gobierno estatal, por lo que podría haber sorpresas partidistas para el PRD en las elecciones municipales, legislativas locales y legislativas federales de junio próximo justamente por el problema latente de la inseguridad.
Hasta el momento, Morelos tiene encendidas las alertas de inseguridad por la capacidad de acción del crimen organizado, sobre todo en extorsiones y secuestros. El capo conocido como El Carrete es el dueño y señor del sur del estado, con un accionar similar al de Servando Gómez La Tuta en Michoacán: se hace por la violencia de negocios, cobra derechos e impuestos especiales, secuestra con facilidad y utiliza a los propios pequeños empresarios como cobradores de cuotas para evitar que atrapen a sus sicarios.
La impunidad de El Carrete ha afectado hasta su propia familia, a quien extorsiona sin detenerse en el parentesco. Decenas de pequeños comerciantes fijos y en tianguis, y organizadores de ferias y eventos tienen que pagarle su cuota a El Carrete para poder operar, sin que autoridad alguna proteja a los ciudadanos y a las actividades empresariales.
La lucha política ha rebasado a las autoridades. Esta misma semana levantaron y asesinaron al dirigente del Frente Popular Revolucionario (FPR), un grupo de activistas que operan en el sureste de la república y vinculado a la APPO de Oaxaca.
En este contexto, la inseguridad latente en Morelos se ha convertido en un tema electoral viral en una sociedad que padece la delincuencia.