¿Pleno empleo o asalto en despoblado?

Hasta hace relativamente poco, la onza de oro de los gobiernos mexicanos surgidos del PRI se lograba acatando un consejo transmitido entre generaciones que? consistía en el ordenamiento lógico de las actividades productivas.
La expansión del sector industrial sólo se justificaba si aprovechaba óptimamente las capacidades instaladas de infraestructura en las plantas que, para el efecto, los gobiernos financiaban en los corredores de factorías.
La eficiencia económica y la contribución de las industrias al producto nacional debía favorecer el ensanchamiento del mercado interno y revertir sus beneficios al sector agropecuario en función de una justicia histórica.
De este modo se cumplía con el objetivo central de la participación estatal en la regulación de la vida económica y se contribuía a elevar el nivel y la calidad de la vida de los mexicanos.
Crecíamos a un ritmo del seis y hasta el nueve por ciento anual. La estabilidad del aparato era elogiada en todas latitudes y recibíamos cada rato a grandes dirigentes de países emergentes que venían a tocarnos para ver si éramos de carne y hueso.
Es más, hasta un negrito caribeño nacido en una isla inglesa llamada Santa Lucía, fue laureado en el ‘79 con el Nobel de economía por descubrir, a lo mejor sin conocerlo personalmente, el secreto mejor guardado del sistema económico mexicano.
Sucede que Sir Arthur Lewis constató teóricamente lo que pasaba en nuestra realidad: la resistencia al avance tecnológico de las empresas y de los aparatos industriales tronó la posibilidad de absorber los gruesos flujos de mano de obra.
Se anuló también su posibilidad de penetrar en condiciones competitivas en los mercados del exterior y acabó con ese esquema.
El premiado «Punto de Inflexión de Lewis» trataba de demostrar que se debía volver al esquema anterior, aquél donde los sectores industriales de alta productividad transferían los beneficios del mayor salario al excedente agrícola de mano de obra.
?El modelo del «pleno empleo» ganaba su reconocimiento internacional, después de décadas de demostrar en la práctica que era el sistema más higiénico para garantizar el desarrollo económico de cualquier país.
Probado con éxito por Franklin Roosevelt?, para vencer los efectos de la gran depresión; por Hjalmar Schacht, el ministro de finanzas hitleriano para sacar a los alemanes de la pavorosa hambruna de la deuda francesa posterior a la Primera Guerra, incluso por el Plan Marshall de reconstrucción europea, la teoría del pleno empleo fue catapulta del resurgimiento mundial.
¿Por qué la Insistencia en Mega Obras? ¡Por los Moches!
Desaforados, los «especialistas» de Toluca en las teorías del desarrollo, han encontrado la veta para justificar un descabellado programa de inversiones en infraestructura para multiplicar el empleo. Pero, como siempre, leyeron la receta, ¡al revés!
?Es, en cambio, un eslabón más en la cadena de la carrera desaforada para ubicar a un solo grupo en el poder y en el dinero.
En efecto, están tentaleando los sectores productivos que detonan el mayor impacto en las ramas económicas industriales y de servicios. Nadie puede negar que la vivienda, la construcción de carreteras y edificios urbanos sean un magnífico comienzo.
Desde luego, los grandes líderes de la democracia norteamericana?, los tozudos alemanes y los disciplinados europeos de la postguerra se ajustaron a las teorías keynesianas de pleno empleo y lograron que sus países vencieran los mayores desafíos históricos por ese camino.
El programa piloto del Valle de Tennessee queda como un monumental recuerdo para la inspiración política del más pintado.
Pero entran a escena los mexiquenses, que en un barrido y un trapeado no pueden faltar. Proponen, con un singular arrojo, acometer un vasto programa de construcción con una inversión cercana a los cien mil ?millones de dólares.
Emblemáticas obras dignas de un faraón egipcio?, con las que pretenden marcar el comienzo de toda una era, bajo la manga: Aeropuerto galáctico de seis pistas, tren bala a Querétaro, sin soporte de interconexiones, museo Barroco poblano, medio millón de viviendas, Mega acueducto del Pánuco a Monterrey y 46 autopistas nacionales.
Hasta aquí todo es coser y cantar. Todo color de rosa. El problema se aparece en su justa dimensión cuando volteamos hacia el presupuesto disponible y no encontramos un cajón de esa magnitud que respalde tamañas «mermas».
Un billón y medio de pesos es muchísimo dinero en nuestras circunstancias. Además, ¿a qué obedecen las prisas’, pues se quiere destinar a construcción de infraestructura? una cantidad que luego andaremos buscando para pagar la importación de comida.
Al no disponer de dinero del presupuesto, ni de ahorros gubernamentales, ni de márgenes de maniobra para transferir recursos que de entrada ya están comprometidos para pagos de salarios y prestaciones, intereses de la deuda pública, adeudos fiscales y otras obligaciones cotidianas, ¿de qué entonces se va a echar mano?
Nuestros Impuestos, al Caño de la Corrupción
No hace falta tener el Oráculo de Delfos a la mano, conocer artes adivinatorias o ser prestidigitador, para intuir que, en primer lugar, se trata de un designio de avorazados para premiar a su constructora «estrella».
Sí, la que tantos desprestigios ha acumulado en los rotativos nacionales y extranjeros y entre la opinión pública internacional, esa que impide que Peña Nieto asome las narices en cualquier evento de dirigentes –Davos, Celac…–, adonde antes le gustaba esconderse.
¡Qué tarde se le hace al grupo en el poder para voltear el sombrero ante el FMI y el Banco Mundial, pedir dinero en grandes cantidades y comprometer aún más la escuálida producción petrolera, más exprimida que el bolsillo de un borracho en casa de la mítica Bandida!
Desgraciadamente, la capacidad crediticia de México pasa por un difícil bache, escarbado a ciencia y paciencia del Virrey Videgaray. ¡Ya hay órdenes de los dueños del tugurio de no servirnos una copa más!
Ordenarle a los iluminados del SAT de que armen una nueva cacería de brujas cautivas, ya es improcedente. No hay un sólo quinto, ni aunque recurran a los expedientes santannistas de cobrarle doble de impuestos a los perros, caballos y ventanas.
Ya mucha gente en la calle se niega a pagar impuestos que se tiren al caño de la corrupción. Y muchos otros, enterados de los mecanismos de adjudicación –no licitación– de todos los contratos gubernamentales al consorcio presidencial Higa, están francamente encabronados.
Cualquier teoría del desarrollo, cualquier idea de progreso, se estrella frente al muro de la corrupción desenfrenada.
Ya me imagino a Franklin Roosevelt, a Hjalmar Schacht? y a George Marshall teniendo que enfrentar la voracidad ansiosa de Peña, Videgaray, Ruiz Esparza y asociados.
¡Que alguien me explique, entonces, cómo se puede multiplicar el empleo, cuando todas las obras del tipo que sean, recaen en un solo grupo, atendido por un puñado de trabajadores y sus familiares!
¡Cuando las ramas de industrias beneficiadas? tienen un solo tronco de pertenencia corporativo, que no permite la distribución equitativa entre todas las empresas que participan en los rubros de desempeño que deben obtener las derramas!
Es un círculo cuadrado. Vamos a pedir prestado dinero muy caro que seguramente estaban pensando dedicar en los bancos centrales a sectores de nuevas tecnologías.

Si nos lo dan, se lo vamos a entregar al monopolio del poder, y solo vamos a dar empleo a los mismos trabajadores.

Vamos a seguir estrangulando a la gallina.

¿Se trata de la teoría del pleno empleo??

¿O es un asalto en un “despoblado” de 115 millones de hambrientos?

Índice Flamígero: Corrupción, derroche del presupuesto, justicia laboral al mejor postor, escandalosa venta de contratos de protección, ineptitud, incremento en el rezago de expedientes, “aviadores” y exceso de personal, entre otros males, sentaron sus reales en la Junta Local de Conciliación y Arbitraje (JLCA) del DF, desde la llegada de la actual Presidenta Titular, Margarita Darlene Rojas Olvera, quien con cargo al erario tiene a su servicio maestra de yoga, dietista, enfermera, nana para su bebé, chofer y tres vehículos. Mientras tanto, los trabajadores que deberían acudir para solicitar el amparo de la justicia laboral de ese tribunal prefieren cada vez más ya no recurrir a dicha instancia, convertida en “Subdelegación de la Delegación Política Iztapalapa”, como pago de cuota al titular con licencia de esa demarcación, Jesús Valencia, quien impuso como presidenta de la JLCA a Rojas Olvera, con la cual mantiene relación sentimental y cuyo fruto es un niño de seis meses de edad. A lo anterior se añade la ineptitud de Margarita Darlene Rojas Olvera para ocupar la titularidad de la JLCA, porque no es abogada laboralista, carece de experiencia en la materia y tampoco tiene obras publicadas, cuando son requisitos para estar al frente del principal tribunal del país, aunque la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje es la más grande en su conjunto, como Local la del Distrito Federal es la más grande al tener 20 Juntas, aparte de un Área Individual y otra Área Colectiva, que a su vez se divide en Registro Sindical, Contratos Colectivos, Conflictos Colectivos y Huelgas. Tiene un presupuesto de 500 millones de pesos, convertido en “botín”. Rojas Olvera prefirió contratar como asesores a gente que desconoce el Derecho Laboral, que es “muy complejo y dinámico”. No hay capacidad en la conducción de la JLCA, que cada vez “va de mal en peor”, denunció personal que labora en ese tribunal. Mañana le doy más datos.

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