Beethoven componía lo que le dictaba su corazón (enfermo)

Al gran Ludwig van Beethoven, uno de los colosos de la historia de la música, se le han adjudicado distintas enfermedades, que habrían contribuido a moldear su carácter atormentado (aparte, claro, de su conocida sordera): trastornos del hígado y el riñón, alcoholismo, la enfermedad ósea de Paget y hasta una afección inflamatoria del intestino.
Ahora, un grupo multidisciplinar de las universidades de Michigan y Washington, que incluye un cardiólogo, un historiador de la medicina y un musicólogo, le han diagnosticado también arritmias cardiacas.
Lo curioso es que para llegar a esta conclusión se basan en los cambios de ritmo de algunas de sus obras más significativas. Según los expertos, la minusvalía auditiva de Beethoven probablemente le permitiera escuchar los latidos de su corazón, que le habrían inspirado desasosegantes pasajes.
Un exponente claro para los investigadores es el movimiento “Cavatina” del cuarteto de cuerdas nº 13, donde la tonalidad cambia bruscamente de sí bemol mayor a do bemol mayor. El compositor decía que esta pieza siempre le hacía llorar, y de hecho ha sido descrita como un momento angustioso en el que parece “faltar el aire”. “Su cualidad arrítmica es incuestionable”, han escrito los autores del estudio en la revista Perspectives in Biology and Medicine.
Y ponen otros ejemplos, como las sonatas para piano nº 31 y nº 26, “Los Adioses”, compuesta durante el ataque de las tropas napoleónicas a Viena en 1809. Los investigadores llaman a estas obras “electrocardiogramas musicales”. Hay que escucharlas con el corazón, literalmente.