El Palacio de Minería recibe las esculturas ‘Peces’, de Rodrigo Garagarza

A partir de una figura geométrica cualquier otra forma puede surgir; Rodrigo Garagarza (Ciudad de México, 1971) ha elegido la geometría y el volumen para crear decenas de formas. Insectos, péndulos o trípodes, juguetes populares reinterpretados, celosías o matatenas han nacido a partir del juego de cubos, rectángulos, rombos, conos o círculos.
Siempre me ha interesado indagar en las formas, en sus juegos y posibilidades, me ha gustado indagar en los conos que se unen para dar una volumetría circular, buscando también secciones y fracciones de conos”, explica.
A Garagarza le interesa también el espacio, el abierto y el cerrado, conformado esencialmente de esas formas primarias.
Justamente, explica, jugando con esa geometría surgieron langostas, libélulas y mariposas; después fue casi lógico llegar a otras formas y los insectos se convirtieron en peces. “Me pareció que era una forma interesante que permitía aplicar la forma cónica en la que trabajaba”. El artista buscaba una manera de mostrar su trabajo en el patio del Palacio de Minería, a donde fue invitado a exponer.
Así surgió Peces, instalación que Garagarza inaugura hoy en el patio central del edificio neoclásico construido por Manuel Tolsá, que se ubica en la calle de Tacuba, en el Centro Histórico. Pero el trabajo del artista plástico no se limita al juego geométrico; el escultor ha dado una interpretación conceptual a su obra: en la inmensidad y monumentalidad del patio central, el edificio representa las ideas que se conservan, aquellas que difícilmente caducan, lo heredado; sus peces son por el contrario, las ideas libres que nunca encuentran reposo y todo el tiempo aceptan cambios.
Al construir las cuatro piezas, dice, “me pareció interesante tener la posibilidad de simular unas articulaciones que a la hora de jugar con ellas les daban una especie de movimiento, el concepto fue que el edificio representa un envolvente muy imponente, un elemento ya establecido, un elemento heredero que en el plano conceptual sería lo existente en torno a los seres; los peces representan cuatro elementos que nadan en contra de las manecillas del reloj, van a estar nadando, girando de manera libre. Representan el movimiento, la libertad de pensamiento, el fluir y la cualidad que cada mente puede llegar a tener en torno a un ambiente ya muy establecido, como lo representa el Palacio”.
Para construir su instalación, Garagarza planteó una escala determinada con relación al edificio “que es muy imponente, en la planta baja tiene unos arcos que miden alrededor de seis metros de altura”.
Sus figuras descansan sobre unos pedestales en forma de tripié de 2.9 metros de altura. Cada uno de sus peces fue hecho con secciones cónicas, elaboradas de madera de pino, que van aumentando y disminuyendo en diámetros.
A cada una le agregó aletas , “se hicieron con unos moldes en los que se pusieron tiras de madera de triplay de tres milímetros, puestas unas sobre otras con un pegamento especial y se castigaron con unas prensas de tal forma que adquirieran la forma cónica y la mantuvieran; una vez hechas le pusimos una tira en madera de pino, en chapa, simulando un trabajo de marquetería, y finalmente se les puso color negro y rojo difuminado para que dieran algo de contraste hacia la madera de pino, buscando un efecto de movimiento”, explica.
El uso de la geometría, cuenta, proviene de su formación como arquitecto. “Se me quedó la idea de ir construyendo con base en volúmenes geométricos y de ir de construyendo con base en la geometría; eso me llevó a buscar formas, tanto de insectos como otras abstractas; la geometría y una estructura aparente o interior siempre han sido parte de ese lenguaje que he buscado”, afirma.