Ciencia, petróleo y analfabetismo científico

Hace una semana, en este mismo espacio, señalamos que así como el analfabeta científico confunde “información” con “conocimiento”, también cree que tiene ciencia, pues la confunde con “investigación”.
Las dos cosas que más lamentamos fueron: primero, que si bien hay que celebrar que México haya logrado forjar una pequeña comunidad de excelentes investigadores, aun no ha podido desarrollar una Cultura-Compatible-Con-La-Ciencia, y segundo, que en un Siglo 21 en el que todo asunto de envergadura requiere ciencia moderna y tecnología avanzada, hace depender el conocimiento nacional de funcionarios-analfabetas-científicos que no sabrán qué es la ciencia, pero que el Estado los faculta para manejarla con riendas presupuestales y decidir para qué y a quién habrán de asignarle recursos para desarrollarla.
Pero no arrojemos el bebé con el agua del baño. Conocemos muy bien el pensamiento de varios de los funcionarios claves de la ciencia mexicana, como el Dr. Francisco Bolívar Zapata, titular de la oficina de Ciencia y Tecnología en la Presidencia de la República, y los directivos del Conacyt Dres, Enrique Cabrero y Julia Tagüeña, porque por cuestiones inherentes a nuestra profesión mantenemos con ellos un contacto frecuente y franco, e interpretábamos y sabíamos que ese no podía haber sido el nivel estatal que cometió la barrabasada de intentar dejar con cero presupuesto para 2015 a lo más granado de la comunidad mexicana de investigadores, como si desconociera el proverbio “aprender es como remar contra la corriente: si no se avanza se retrocede”.
¿Quién habrá asestado entonces semejante trancazo al encéfalo de la sociedad mexicana?
De pronto, a principios de esta semana, los periódicos anunciaron “Arriesga el petróleo el gasto para la ciencia”, en el cual el Dr. Bolívar Zapata, expresaba su preocupación “por lo del petróleo” (sic) y por que eso puede llevar a asignarle a la ciencia un presupuesto por debajo de la meta recomendada por expertos nacionales e internacionales (1% del PIB).
Ahora, para ayudar a captar por qué nos preocupa la diferencia entre un país de Primer Mundo que tiene una Cultura-Compatible-Con-La-Ciencia, y otro de Tercer Mundo que naufraga en un tenebroso analfabetismo científico, tomaremos el titular de otro periódico de hace unos pocos años, que informaba sobre la manera en que procedió el gobierno de Japón (país de Primer Mundo) en medio de una severa crisis, y también cómo publicaron esa misma noticia los periódicos de países tercermundistas.
El título decía “A pesar de los muchos problemas por los que atraviesa, Japón ha incrementado significativamente el presupuesto para la ciencia”.
Pareciera escrito por el mismísimo Babalucas anunciando “A pesar de estar enfermo, Fulano fue a ver al médico”. ¡No! le explicaríamos: Fue a ver al médico PORQUE está enfermo. Justamente Japón aumentó su presupuesto científico PORQUE tiene problemas, y sabe que la ciencia moderna es el instrumento más eficaz que ha desarrollado la humanidad para resolverlos.
En cambio, los periódicos mexicanos de este lunes explicaban que México podría no apoyar a la ciencia por su problema con el petróleo. Nosotros, autores de la presente nota, diríamos que es justamente al revés: México tiene problemas con el petróleo PORQUE no lo supo manejar ni científica ni técnica ni económicamente, y tuvo que recurrir a países de Primer Mundo que sí saben, porque –precisamente- tienen ciencia. Por eso en nuestro libro La Ciencia Como Calamidad (“calamidad” se refiere a la desgracia de los países que carecen de ella), señalábamos que el Primer Drama del Analfabetismo es carecer de ciencia en pleno Siglo 21; el Segundo es que la única variable que conoce el Analfabeta Científico es el dinero (el conocimiento todavía no tiene cabida en su visión del mundo); pero el tercero es “Para el analfabeta científico la ciencia es invisible”. Justamente Jean Piaget decía “Uno no sabe lo que ve, ve lo que sabe”. Como burda analogía: si escribiéramos 100 ecuaciones en las paredes y preguntáramos a la audiencia cuál es la de Schrödinger, sólo podrían señalarla quienes la conozcan. Nos preguntamos entonces si acaso los líderes de la cultura mexicana sabrán interpretar qué significa Cultura-compatible-con-la-ciencia versus Cultura-incompatible-con-la ciencia. Nos caben lacerantes dudas porque, como señalamos en nuestro artículo anterior (Crónica, diciembre 17 de 2014) en un Siglo 20 que ha visto de- sarrollar la cirugía abdominal, la cardíaca y la del sistema nervioso, la aviación, la telecomunicación, la computación, desintegrar el átomo, y secuenciar el genoma humano, el líder cultural Carlos Monsiváis dejó escrito “Cultura es el conjunto de libros, música, cine, teatro, danza, pintura, instalaciones y escultura”[1].
Es lo que temíamos: parece que la ciencia moderna tampoco ha entrado en el universo de nuestros líderes culturales, de manera que si para zafar del cepo mental tercermundista se requiere una Cultura-Compatible-Con-la-Ciencia, más nos vale que empecemos a desarrollarla los mismos investigadores.